El edificio de la calle Aranda se blinda contra los okupas
El Ayuntamiento sellará las puertas de las viviendas vacías de este inmueble municipal, el de las antiguas casas de los maestros
N. VILLAMIL / Burgos
El Ayuntamiento blindará las puertas de acceso a las viviendas deshabitadas del edificio municipal de la calle Aranda de Duero para evitar la entrada de okupas. Ayer mismo procedió al desalojo de una familia de etnia gitana que ocupaba desde hace meses uno de los pisos vacíos de este bloque sin el oportuno permiso.
«Actuaban como si todo el edificio fuera suyo y dejaban sus enseres en cualquier parte», se quejaban algunos vecinos, aunque reconocían que «por lo menos, fregaban la escalera de vez en cuando».
La aventura de estos ‘incómodos’ inquilinos se acabó cuando los técnicos municipales de Patrimonio trasladaron el problema a Ibáñez. Ahora en los Almacenes Municipales buscan una solución eficaz para taponar el acceso a los pisos desocupados. «La idea es reforzar los mecanismos de seguridad existentes en las puertas», explica el concejal, aunque tampoco descarta el sellado de los accesos.
Abandono
La mayoría de las viviendas del inmueble que durante décadas fue hogar de profesores están desocupadas
Este inmueble, antaño conocido como el de las casas de los maestros, que por convenio tenían allí un domicilio garantizado, se está quedando vacío.
En la actualidad, apenas reside en él «algún antiguo profesor», según el concejal responsable de los bienes patrimoniales del Ayuntamiento, Ángel Ibáñez. Desde que también saliera por la puerta el Servicio de Recaudación Municipal de Alonso Polo, en 1999, apenas cohabitan en este bloque varias asociaciones que tienen allí su sede, como la Federación de Vecinos de Burgos, mientras que otras como la Asociación de Hemofilia se trasladaron hace años.
La situación de abandono en la que ha estado sumido el edificio durante años es evidente. El inmueble alberga los portales 3, 5 y 7, pero basta con acceder por cualquiera de ellos para encontrarse un panorama desolador. Suciedad, puertas y marcos deteriorados y una gran ausencia de luz reciben a los visitantes. Tampoco hay ascensor y los daños estructurales son indudables sólo a simple vista.
Por eso, el Ayuntamiento encargó en 2009 un informe al aparejador municipal, a fin de determinar el alcance de las actuaciones necesarias en el edificio. Aquel informe aconsejó examinar las vigas y estructuras del inmueble y recomendaba al Ayuntamiento que fuera preparando una intervención. Pero la crisis no ayuda a afrontar una actuación acuciante que se antoja muy costosa desde el punto de vista económico.
La intención de Ibáñez el año pasado era iniciar la revisión estructural del inmueble a lo largo de 2010, pero «todavía no hay decisión», dice.