Eficacia terapéutica, comprobada
Un estudio analiza los resultados del programa de intervención psicosocial con drogodependientes atendidos en la comunidad de Proyecto Hombre en Burgos
L. B. / Burgos
Cinco años ha trabajado el psicólogo y terapeuta de Proyecto Hombre Burgos Fernando Pérez en un estudio que sirviera para verificar los tratamientos que la organización lleva a cabo. «Hay muy pocos trabajos en este sentido y el objeto de análisis es complejo porque son pacientes que van y vienen. Nosotros veíamos que a los seis meses cambiaban mucho en términos generales, sus familias también lo apreciaban, pero no sabíamos a ciencia cierta en qué y en qué medida», relata.
Cinco años después de iniciar este proyecto que transformó en la base de su tesis doctoral puede enumerar los cambios más significativos que se registran en los pacientes atendidos en la Comunidad Terapéutica tras el primer medio año de tratamiento. Y de paso, puede estampar con satisfacción el sello de eficacia probada.
Tras evaluar mediante diversos cuestionarios a un total de 76 drogodependientes ingresados en el centro que Proyecto Hombre Burgos gestiona en San Medel, Pérez concluyó que, «en primer lugar, en cuanto a la variable de consumo, a los seis meses ninguno de los encuestados consume ningún tipo de droga salvo tabaco».
Uno de los aspectos más relevantes que intuían pero no habían podido constatar hasta este estudio es la importancia de no centrar la terapia psicoeducativa en la droga. «Cuando un usuario ingresa piensa que la sustancia es el problema. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo y la terapia se da cuenta de que el origen es otro y que el consumo es la consecuencia», relata, «de ahí la necesidad de trabajar esos problemas que conducen a la adicción, sin olvidar el tratamiento de ésta». Verificar esta evolución era para los trabajadores de Proyecto Hombre una «grata sorpresa».
Otra variable registrada es el aumento de la autoeficacia, «entendida como el convencimiento que tiene el propio paciente de que va a lograr algo, de que es capaz». Así, el estudio arroja que transcurridos los seis meses «los usuarios pasan de estados precontemplativos sin apenas motivación a una fase de acción en la que deciden cambiar e introducen en su vida respuestas alternativas a la conducta adictiva, por ejemplo, el deporte».
El análisis realizado demuestra además un incremento del control de estímulos asociados a su problema y del compromiso. «Comienzan a expresar lo que sienten y piensan y se responsabilizan de ello, dejan así de ser víctimas y en consecuencia empiezan a generar control y a crear alternativas. Este factor, de hecho, es fundamental para valorar el éxito del proceso terapéutico», indica el especialista.
Hostilidad
Aumenta también la percepción del deterioro que provocan las drogas no sólo en ellos mismos, también en las relaciones personales que, por cierto, tras seis meses de tratamiento son capaces de mantener, recuperar o iniciar siempre que faciliten el cambio y puedan ayudar en su recuperación.
En relación con la agresividad, curiosamente, se comprueba un aumento de la hostilidad de los encuestados. «El paciente, tras seis meses, es más consciente de su vida, ya no está anestesiado y sabe que ha malgastado su tiempo, está cabreado consigo mismo por lo que ha hecho», interpreta el psicólogo.
El objetivo principal de este estudio «era sencillamente saber» y a partir de ahí, con tiempo, estudiar posibles mejoras de herramientas o tratamientos a partir de los resultados. «Quizá reforzar algún taller concreto», apunta el autor de este revelador estudio.
Abandonos
Otro de los hallazgos más 'preciados' es el listado de coincidencias -cuatro- entre los que deciden abandonar el tratamiento: «Consumen más sustancias, en cantidad y en conjunto, pasan muy pocos periodos abstinentes, empezaron más jóvenes a consumir y llevan más tiempo consumiendo. Cuando alguien reúne estas cuatro características sabes que es candidato a abandonar».