El tren de la comunicación, una década de recorrido

SANTIAGO CAAVEIRO / BurgosAtrás quedaron unas primeras protestas en las que la ausencia de una Facultad de Ciencias de la Información y la Comunicación actuaba como freno para comenzar el viaje. Jefes de estación, revisores y los propios pasajeros iban asidos de la mano en algo novedoso para todos. Un nuevo trayecto. Un camino largo con muchas vías y paradas pero que tenía un claro destino: ofrecer unos estudios audiovisuales a los jóvenes de Burgos.Sin embargo, con el tren en marcha se subió más gente. No eran los típicos ‘aprovechados’ sino personal y viajeros que como dice el ex decano Federico Sanz: «tenían que coger ese tren». Todo se fue enriqueciendo de alguna manera. Lo que en un primer momento se abría a una ciudad y sitios colindantes, con el paso del tiempo comenzó a recibir gente de todos los lugares de España.Los padresEsta locomotora que arrancó en el año 2003, al margen de cuestiones políticas, relacionadas con la Junta y con la Consejería de Educación, tiene unos padres: el anteriormente nombrado Federico Sanz, que sustituyó a Jesús Meneses como decano en Humanidades y Educación. Sanz fue la cabeza visible de una tripulación que contaba con Miguel Ángel Moreno Gallo, Fernando Melgosa, Miguel Ángel Valdivieso y Clara Sanz, entre otros, y que iniciaron un estilo de comunicación. Ellos fueron los progenitores de una idea. Se encargaron de la elaboración de los moldes de esos «hijos de la comunicación», que se habían subido al ferrocarril.Los hijosEl número de los asientos dejó de ser el elemento de identificación de estos primerizos viajeros. Esa placa fue sustituida por cargos y trabajos: directora de proyectos de una multinacional de trajes de novia, jefe de proyectos para la BMW, director de comunicación, escritor ‘freelance’ para revistas científicas, de tecnología y videojuegos y directora de programas de radio, entre otras responsabilidades.Muchos recuerdan el viaje con especial cariño, como  Gerardo Alameda, miembro de la primera promoción y que, actualmente, trabaja en el Instituto castellano y leónes de la Lengua, «aprendíamos en clase y fuera», afirma al rememorar su formación con profesores y propios compañeros. Otros han dejado el rol de viajeros para ser también guías del viaje como Alberto Ferarios, profesor de la Universidad de Burgos.Los problemas y el futuroUna de las mayores preocupaciones de los actuales alumnos de la titulación es la de escoger su periplo de prácticas. Burgos es un coto bastante cerrado en este sentido, sobre todo comparado con ciudades como Madrid y Barcelona. Para Lydia Sainz-Maza, representante de los alumnos de la primera ceremonia de graduación y actualmente directora su propio programa ‘Burgos en la Onda’, mira el sentido positivo de esto: «Trabajar en un medio local te ofrece muchas oportunidades».Guillermo Puente, alumno de tercer año, habla de la complicada situación: «con el talento no basta, es como en la película Match Point de Woody Allen, la pelota puede caer a un lado u otro de la red», refiriéndose a la posibilidad de elegir bien la empresa en la que poder hacer las prácticas. David Serrano, también alumno de tercer año opina que «un perfil técnico, salido de la Formación Profesional tiene más posibilidades que alguien salido del grado».Sainz-Maza también afirma que «hay muchas cosas que mejorar». En ese lado  se posiciona el docente Raúl Urbina: «Cuando salgo fuera de España, los colegas de profesión se sorprenden ante el poco énfasis que se hace en España respecto a las presentaciones orales».Profesores, ex alumnos y actuales estudiantes coinciden en algo sabido por todos. Quizás este grado trata de ser demasiado ‘global’. Muchas asignaturas obligatorias que no aportan un conocimiento específico y ausencia de optativas de carácter vocacional.Hay que celebrar este décimo aniversario de la titulación pero recordar que ese tren que salió de la estación en el año 2003 parece haber aminorado su marcha. Los obstáculos puestos por el Gobierno y los retrasos en forma de crisis parecen haber provocado que la mayoría de viajeros se baje en estaciones que no son las suyas. Puede que haya llegado el momento de coger otro medio de transporte para llegar al destino o tener iniciativas propias como argumenta el ex alumno Víctor Manuel Martínez García: «ser freelance tiene sus asperezas, pero da cierta flexibilidad para algunas cosas, si te lo montas bien».Una realidad actual donde tener dos carreras y un máster  no es garantía de nada, tiene que espolear a los estudiantes a reinventar la palabra «comunicador». Un término tan usado y que se ha desgastado en el viaje hasta el punto de necesitar ser reemplazada por otro.