El ‘centimazo’ asfixia a las gasolineras
La venta de combustible cae un tercio en la provincia mientras que en Álava se dispara un 21%. En año y medio se han perdido 60 empleos en el sector
L. B. / Burgos
La herida causada por la aprobación del impuesto sobre los carburantes en marzo de 2012 permanece abierta. Y el dolor aumenta. Según los datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), el desplome de venta de combustible en la provincia mantiene su caída libre 18 meses después.
Sin ir más lejos, en septiembre de 2013 las estaciones de servicio de Burgos distribuyeron 25.954 toneladas de gasolina y gasoleo, 12.761 menos que hace dos años, antes de que la Junta aplicara esta controvertida medida, lo que supone un descenso del 33%. Este dato incluso agrava levemente el de septiembre de 2012, ya con el impuesto, cuando la caída era del 32,3%.
Para los empresarios del sector el problema es grave. Ven caer la recaudación con impotencia y reclaman al Gobierno regional una solución tan sencilla como dar marcha atrás.
«Es la Administración la que nos ha generado un problema que no teníamos. No sería además la primeros en recapacitar, otras regiones lo han hecho. Aunque si tardan mucho más será demasiado tarde porque decenas de gasolineras están al borde del cierre», explica, indignado, Rafael Pizarro, portavoz de la agrupación de vendedores de carburantes y combustibles de Castilla y León (Avecal).
Pizarro estima que desde que se incorporó este gravamen se han destruido unos 400 puestos de trabajo en el sector, 60 de ellos en la provincia de Burgos. «Además de los puestos directos hay que tener en cuenta que debido al desplome de la demanda también se han perdido los puestos eventuales. Si Hacienda tenía pensado eliminar empleo y cerrar empresas, ha dado en el clavo», añade enfadado.
Y todo este sacrificio «para nada» lamenta el presidente de Avecal. Porque aunque el céntimo sanitario se aprobaba con el objetivo de aumentar los ingresos, la estadística arroja un descenso millonario «que las arcas regionales empezarán a notar en 2014 porque los impuestos especiales se abonan en un plazo de dos años, será entonces cuando veamos el ‘boquete’ provocado por esta decisión».
La razón se encuentra en las comunidades limítrofes que optan por no aplicarlo o lo hacen en menor medida. Estas se llevan desde marzo de 2012 los repostajes de las empresas de transporte que circulan por Castilla y León.
El ahorro global que les supone evitar las gasolineras castellano y leonesas es notable. La estadística revela que es precisamente en el gasóleo donde se produce el recorte de las ventas. De las 12.761 toneladas que se perdían en septiembre, 11.732 corresponden a esta variedad.
El País Vasco es, en este sentido, la ‘bestia negra’ de la provincia de Burgos. De nuevo, los números lo constatan. Así, mientras la segunda se desangra, los vecinos del norte ven crecer las ventas. Su aumento regional en el mismo periodo supera el 5%. Mención aparte merece el caso de Álava, que distribuía en septiembre un 21% más que en el mismo mes de 2011. Sin ser tan evidente, la escena se repite en Aragón y, en concreto, en Zaragoza. Sin superar las cifras de hace dos años su caída -alimentada por la crisis económica, de la que no escapa por supuesto el consumo de combustible- es mínima, de un 3% y un 2,7%, respectivamente.
Por su ubicación Burgos es además una de las provincias de Castilla y León más castigada. Pizarro subraya que de la caída regional, que en septiembre llegó al 28,71%, «aportamos el 25%», es decir, uno de cada cuatro litros que dejan de venderse en el conjunto la Comunidad, uno corresponde a gasolineras burgalesas.