El sector privado debe ayudar a la tercera edad

El envejecimiento de la población y el empobrecimiento de las personas de mayor edad por efecto de la crisis dibujan un panorana muy delicado en el ámbito de las prestaciones sociales públicas y privadas. Cada vez más personas mayores se quedan sis recursos económicos para hacer frente a sus necesidades vitales sin que sus familias puedan hacerse cargo por sus propias estrecheces o por carecer de ellas. En ese caso entran en juego los servicios sociales que tutelan a lo que antes de llamaba ancianos desamparados desde el ámbito de las administraciones públicas y también por parte de entidades privadas. En el área pública, en el mejor de los casos las partidas presupuestarias destinadas a la tutela de ancianos sin recursos se han congelado en los últimos años. Mientras que por el lado de la iniciativa privada prácticamente han desaparecido. La reordenación del sistema financiero y la práctica desaparición de las cajas de ahorros y sus obras sociales ha dejado sin una parte importantísima de esos recursos destinados a los mayores. Son, por tanto los presupuestos públicos los que sostienen ese gasto. Ahora que parece que la economía mejora, es el momento de que las empresas, bancos y cajas recuperen su apoyo a la tercera edad, comenzando por el soporte financiero para los planes de tutela de mayores sin recursos, los más necesitados.