El Correo de Burgos

El porvenir molido con dulzor

Proyecto Rubare adquiere un molino de caña de azúcar y crea una cooperativa con 45 mujeres víctimas de la violencia sexual para financiar una escuela de primaria

Un grupo trabaja en su parcela de caña de azúcar.-ECB

Un grupo trabaja en su parcela de caña de azúcar.-ECB

Publicado por
Samanta Rioseras
Burgos

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La entrega de la asociación Proyecto Rubare ha tomado, en esta ocasión, la forma de un molino que procesará dos cosechas de caña de azúcar y una de maíz cada año en la pequeña aldea de Rubare, en la República Democrática del Congo.

Su compromiso, como llevan demostrando desde el año 2008, no termina con la dotación de material o infraestructuras, pues su deseo es que Rubare deje atrás un colonialismo disfrazado de globalización que les impide explotar sus propios recursos naturales en beneficio del mundo occidental.

Para la asociación, el porvenir de esta población africana pasa por generar riqueza e impulsar el desarrollo del territorio que debe ser liderado por los propios indígenas.

Por todos estos motivos, antes de que el molino funcione a pleno rendimiento, han adquirido cuatro hectáreas de tierra -en la que sembrarán caña de azúcar- y han constituido una cooperativa con 45 mujeres de tres etnias diferentes a las que han entregado 500 metros cuadrados de campo.

«El 70% de ellas han sido víctimas de la violencia de género y la mayoría tienen más de tres hijos a su cargo», explica Tomás Martínez, presidente de la entidad, quien denuncia los altos índices de violencia sexual del país.

De esta forma pretenden ofrecerlas una ocupación que les permita generar sus propios recursos porque ellas serán quienes abastezcan el molino, donde se les comprarán sus cosechas.

Además, a 25 de esas mujeres ya les han dado una cerda y han adquirido el compromiso de entregar, después de la primera camada, una cerda a otra mujer de la cooperativa hasta que todas tengan una.

La grasa de este animal les permitirá obtener jabón a un precio razonable, pues una pequeña pastilla de este producto alcanza un precio de dos dos dólares en Rubare. «Es una fortuna», subraya.

Tomás explica que están trabajando para que el molino de caña de azúcar sea complementado con otro de maíz para que las instalaciones funcionen durante todo el año. El coste extra asciende a 25.000 euros para lo que han solicitado una ayuda a la Diputación.

«El resto, unos 100.000 euros, han sido costeados con las actividades que realizamos en Burgos y las aportaciones de las personas que quieren colaborar».

Como siempre tienen un plan alternativo, también han solicitado una ayuda al programa Territorios Solidarios del BBVA en el que el proyecto más votado recibirá la financiación. «Solo quedan unos días de votación y vamos terceros», comenta con ilusión.

El mismo sentimiento que reina ahora en Rubare donde tras más de 30 años de guerra la llegada de un molino de azúcar puede cambiarles la vida y les permite iniciar un periodo de paz libres de guerrillas que arrasen con las pocas pertenencias que custodian.

«Con el molino podemos crear entre 10 y 12 puestos de trabajo directos y la riqueza que generará a su alrededor puede aumentar un 20% los ingresos de los agricultores», asegura Tomás. Se basa en las hipótesis de los ingenieros de Icli, que dirigen gratuitamente el proyecto, con el apoyo indispensable del Instituto religioso San José Gerona.

Todo por la educación

«La cooperativa, el molino y todo este proceso que nos ha llevado más de un año es para poder financiar una escuela de primaria pues solo de esta forma podrá autofinanciarse», sostiene Tomás.

La asociación ya dispone de un escuela para niños de entre 0 y 3 años donde, además de aprender, tratan de combatir su desnutrición. Ahora pretenden dar continuidad a esa formación con otro centro para niños de 6 a 12 años.

«Seguirá siendo gratuita, como la otra, para quienes no puedan pagarlo, pero las mujeres de la cooperativa podrán costear la cuota de sus hijos y eso permitirá acoger a otros que no puedan hacerlo». Así, la educación y el porvenir de Rubare irá inevitablemente impregnado del dulzor de la caña de azúcar que lo hizo posible. Ya está en marcha. 

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