La historia oculta bajo el Castillo: De la morería a los franceses
El próximo objetivo es perimetrar la antigua iglesia de San Román, que ya está localizada
Bajo el cerro de San Miguel se ocultan casi diez siglos de la historia de Burgos. Desde el siglo IX cuando en la ciudad había una importante comunidad mora, más tarde conviviendo con la judía, y hasta el XIX cuando se libraron cruentas batallas en plena Guerra de la Independencia contra los franceses. «Es una zona que en todas las épocas resulta apasionante», aseguraba la directora del Museo de Burgos, Marta Negro, durante la presentación de los resultados de las excavaciones realizadas en la ladera del Castillo en los últimos meses.
Para rescatar esta parte del pasado Medieval y también de la Edad Moderna será necesario el desarrollo de un plan director que permita destinar recursos económicos, humanos y materiales a profundizar durante una década en distintos trabajos arqueológicos, entre la calle Las Murallas y hasta San Esteban.
Por ahora, se está preparando esa planificación con la idea de que en la primavera de 2016 pudieran iniciarse unas labores periódicas durante varios años. Así lo aseguró ayer el alcalde, Javier Lacalle, que presentaba los resultados de seis meses de excavaciones y los objetivos de una nueva campaña, que comenzará en pocas semanas bajo la dirección de la arqueóloga Fabiola Monzón.
Más de 3.000 piezas han salido a la luz como consecuencia de la labor realizada en cinco sondeos durante los últimos meses. Los restos más buscados, los de la iglesia de San Román, están localizados, pero de cara al futuro se quiere llegar a perimetrar el conjunto de este templo, que fue la «obsesión» de Wellington, según declaraba la directora del Museo de Burgos.
De esta manera, durante los próximos seis meses, y con un equipo de cinco personas, se afrontará el objetivo de detectar los muros perimetrales que permitan delimitar su planta. «Lógicamente está previsto avanzar hacia el Este en la búsqueda de la cabecera de la iglesia y, a su vez, establecer su relación y conexión con otros vestigios aparecidos en otros sondeos», según exponía ayer la arqueóloga, que añadía que son tan interesantes los restos encontrados de la época medieval como todo lo que se pueda recomponer sobre cómo fue la voladura del templo en la lucha contra los franceses.
Monzón precisó que del medievo se han encontrado objetos de cerámica que, en opinión de la directora del Museo de Burgos, hablarían de la presencia de un alfar musulmán. «En las decoraciones de los objetos se usaban mucho los azules cobalto y los dorados. Eran objetos de cierto lujo lo cual indica que era un barrio de nivel social y económico elevado», aseguraba Marta Negro. Además, se han encontrado monedas, algunas de origen portugués, algo que podría indicar el trasiego de comerciantes de distintas nacionalidades por la zona.
Restos de la batalla
Por su parte, Fabiola Monzón comentó que se han encontrado restos de vidrio que podría corresponderse con las vidrieras del templo, así como molduras góticas y enterramientos. Han parecido restos de las batallas como elementos de artillería, una bomba de mortero y balas de cañón. Además, del siglo XIX podría ser una empuñadura de un espadín de oficial, decorada con dioses del Olimpo.
Los próximos trabajos, los que se desarrollen bajo el plan director de las excavaciones, tratarán de sacar a la luz la judería de Burgos, más cercana, según se cree, a la actual calle de Las Murallas. La directora del Museo de Burgos hablaba de la enorme riqueza arqueológica que se encuentra bajo el cerro de San Miguel. «Apenas se ha comenzado a rascar la superficie del monte y para llegar a la época medieval de los siglos X y XI hay que cavar mucho», precisaba ayer. Hoy, en los inicios del siglo XXI, el cerro de San Miguel es un paraje verde, pero donde se oculta un pasado por descubrir.