La Blanca tiñe el Castillo de fiesta y devoción
Cientos de burgaleses celebraron la romería de la Virgen Blanca / Se repartieron 6.000 raciones de las tradicionales paellas
Sol y calor. El último día de este mayo casi invernal recibió a la Virgen Blanca con unos cuantos grados más que en las últimas jornadas y sobre todo, con alegría. Una alegría que deja entrever que en menos de dos semanas está aquí el Curpillos y en un mes recibimos a los santos Pedro y Pablo.La romería de la Virgen Blanca se celebró una año más y, en esta ocasión, con más acompañantes que nunca. Parte de culpa la tuvo el calor, ese que no dejó de ‘pegar’ fuerte en la campa del Castillo durante la jornada y que ya se dejaba notar a las 12.00 cuando partía de la iglesia de San Pedro de la Fuente.Desde allí, romeros, grupos de danzas, autoridades y vecinos, portaron la imagen de la Blanca hasta la campa del Castillo donde estuvo ubicada la iglesia medieval de Nuestra Señora de la Blanca, desaparecida con la voladura del Castillo por los franceses durante la Guerra de la Independencia.Mientras parte de la corporación municipal, las Reinas y Damas y los fieles acompañaban a la Virgen, otros ya habían empezado a ‘mover el bigote’ al ritmo de las cinco peñas- San Pedro de la Fuente, Real y Antigua, Zurbarán, Gamones, Fátima, que pusieron la nota de color a la fiesta. «Hemos venido a las 9 de la mañana para preparar todo y empezar a asar», aseguraba Geles, de los Gamones, con las manos ‘pringadas’ de la grasa de los pinchos de morro.Chorizo, morcilla, morro, cerveza y paella, mucha paella. Hasta 6.000 raciones se repartieron ayer de las 30 paellas que se cocinaron. Hubo largas colas para degustar un plato que aunque no lleve el sello de ‘tradicional burgalés’, sí de vianda dominical. Dionisio Bello, encargado de ‘dirigir el cotarro’, explicó que «la tradición se remonta 22 años, cuando diez peñas nos reuníamos aquí y cada una hacía una paella para sus socios, poco después, en 1998, se empezó con esta iniciativa que se incrementó año tras año».No pudieron faltar la música, las danzas y los juegos populares, a cargo del Grupo de Danzas María Ángeles Sáiz. «Todas las fiestas importantes de nuestra ciudad tienen ese componente de tradición que tanto nos gusta», aseguró el concejal de Festejos en funciones, José Antonio Antón, quien aseveró estar «muy satisfecho con que se haya recuperado esta tradición y año a año se popularice más».En este ambiente el popular, quien no continuará en la corporación, señaló que ha sentido «el cariño de peñistas, grupos folclóricos y cofradías y esa es la satisfacción que me llevo de estos años». Las puertas de los festejos no se cierran para él y es que, en esa misma jornada el presidente de la Federación de Fajas y Blusas, Miguel Santamaría, le propuso «estar en la junta directiva».La jornada se cerró con una larga sobremesa en las laderas del Castillo y las ganas de sacar a la Blanca un año más.