Seis ladrillos de ceniza para levantar el nuevo Campofrío
Más de 600 trabajadores, autoridades de las tres administraciones y representantes sindicales y empresarios participaron ayer en el acto de colocación de la primera piedra de la Nueva Bureba
Los invitados, entre todos ellos más de 600 trabajadores de Campofrío, llegaban en autobuses. Una jornada desapacible, fría y con el cielo encapotado. Como aquel 16 de noviembre en el que la tranquilidad de los trabajadores de Campofrío se empezó a quebrar. «Antes de aquel día los trabajadores veíamos Campofrío indestructible, la empresa iba bien y nos vimos sin nada de un momento a otro, han sido momentos muy difíciles pero ahora vemos de forma satisfactoria que sí que la fábrica va a estar», señalaba el presidente del Comité de Empresa de la cárnica, Hilario Sancho. Una sensación que muchos tenían en mente hace 10 meses. Tras las sombras de un proceso en el que 550 personas siguen sin empleo diez meses después, en el Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) , pero muchos trabajadores más han vivido jornadas frenéticas de trabajo en sus oficinas de Madrid, ayer todos unidos, vivían un momento de esperanza que, ni la ciclogénesis explosiva que se dejaba sentir en los vaivenes de las lonas de la carpa donde se organizó el acto, pudo frenar.Los trabajadores se suelen ver a menudo. Suelen hablar, contarse que tal les va en Olvega, en Valencia, cómo están los niños. A veces quedan a la puerta de la fábrica, los 16 de cada mes. Pero ayer la cita era especialmente emotiva. Todos cuentan con un ladrillo, realizado a partir de las cenizas de la vieja Bureba que les llegó a casa hace 15 días. Este tiempo dedica Noelia a cuidar de sus hijos. «Sigo en el ERTE 10 meses después, trabajé durante nueve años así que tengo los dos años de paro y aunque aprovecho para dedicarme al 100% a mis hijos, echo de menos el trabajo, los compañeros...». Vivió emocionada el acto que acabó con un largo aplauso y más de una lágrima. Entre máquinas, tierra y lluvia ya que, a pesar de todo, el evento se quería organizar en el mismo lugar donde las esperanzas de sus 900 trabajadores ardían con su fábrica.La llegada del presidente de Campofrío, Pedro Ballvé, acompañado por el director general de Campofrío para el Sur de Europa, Ignacio González, el alcalde de Burgos, Javier Lacalle, la consejera de Agricultura de la Junta de Castilla y León, Milagros Marcos y la delegada del Gobierno en Castilla y León, María José Salgueiro, levantó a todos los trabajadores en un sonoro aplauso. «Cuando nos dijeron el día 17 que la fábrica se iba a volver a hacer aquí y que todos íbamos a volver dudábamos, nos convencieron, hoy estamos seguros que volveremos aquí», señalaba Jesús otro de los trabajadores presentes. Ese agradecimiento de las promesas cumplidas son el origen de todos los aplausos que Ballvé, emocionado, recogió ayer. En un perfil discreto y en las primeras filas el hasta hace unos días CEO de Campofrío, Fernando Valdés, hoy asesor de Sigma Europa y su sucesor, Ricardo Doehner. En el escenario, antes que empezaran los discursos, dos frases mandaban. ‘Cuando uno se cae puede tardar en levantarse. Pero eso sí, se levanta en el mismo sitio. Burgos’ rezaban dos grandes pantallas de plasma. En el centro del escenario una frase que la firma ya ha hecho suya: ‘Que nada ni nadie nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida’. Así subió al escenario el director de Campofrío Sur de Europa, Ignacio González, que ejerció de anfitrión del acto. Entre los invitados, además de los trabajadores, representantes de la empresa de Burgos (Miguel Ángel Benavente, Emiliana Molero), de las centrales sindicales (Roberto Gómez de UGT y Fidel Velasco de CCOO) así como representantes de las administraciones públicas encabezados por el alcalde, la consejera de agricultura y la delegada del Gobierno así como el secretario regional del PSOE de Castilla y León, Luis Tudanca, el presidente de la Diputación, César Rico, el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Burgos, Daniel de la Rosa, de Ciudadanos, Gloria Bañeres, y representantes de Imagina como Raúl Salinero y Eva de Ara entre otros. Pero los grandes protagonistas fueron ellos, los trabajadores.Durante su discurso el alcalde recordó el compromiso desde inicio de volver a levantar la fábrica en Burgos. Resaltó que actualmente hay inversión industrial en la ciudad por valor de 300 millones de euros. «De los que dos tercios son de Campofrío pero pocas ciudades de España pueden disfrutar de estas circunstancias». La consejera de Agricultura remarcó el apoyo que desde el primer momento se recabó desde la Administración regional que «en cuadro días se aprobó un paquete de medidas urgentes porque la situación lo requería» y afirmó que el proyecto de la nueva planta «es impactante». Destacó en cifras la importancia de la Cárnica para Castilla y León de donde proceden un millón de los 1,3 millones de cabezas de ganado que mata la cárnica, que da empleo a 1.638 trabajadores en sus cuatro fábricas de la región y una de las que tiene mayor volumen de facturación con 583,4 millones de euros. La Delegada del Gobierno apuntó que es una satisfacción ver que «se cumple lo firmado y la nueva planta será con seguridad una realidad y este proceso un ejemplo brillante de superación ante la adversidad». Después Ignacio González mostró lo que será la Nueva Bureba, un proyecto que «ya nos queda menos para que sea realidad». Analizó, con grandes diapositivas, sobre cómo se van a disponer las nuevas instalaciones que supondrán actuar sobre 97.000 metros cuadrados de superficie. Una nueva y moderna planta que esperan con ansia Ángel Jorge. Él estaba jubilado, pero ayer no podía reprimir las lágrimas porque «nos tira esta casa». Entró a trabajar en Campofrío con 14 años y «cuando se quemó todo, yo no estaba trabajando pero desde niño trabajé aquí, no quería perderme esto porque quería verlo con mis propios ojos y apoyar a los compañeros en activo». Ballvé seguró en su discurso que «vosotros soy los que hacéis Campofrío». Ángel Jorge lo tiene claro «entré con 16 años, estuve trabajando 45, todos los chavales que entramos entonces somos los que hicimos Campofrío» reivindica. También reconoce que todo ha cambiado. «Cuando vine yo los albañiles no tenían más que una maceta, un martillo y una caldereta para hacer la maja hoy mira... todo lo que se hizo allí abajo y ahora aquí». No puede terminar. Jesús le ayuda «es un día muy importante, es empezar otra vez».El aplauso cerrado y recibido con sentimiento mutuo se lo llevó Pedro Ballvé quien, emocionado, arrancó para decir que «los compañeros que hoy estáis aquí representáis a las más de 7.500 personas que trabajan en Campofrío». Reconoce que era difícil pensar en este día cuando ardía la fábrica pero que «el incendio destruyó mucho pero no pudo con las cosas más importantes que han logrado que Campofrío haya llegado lejos. No quemó nuestra capacidad de soñar con el futuro, nuestros valores que nos han acompañado en estos 62 años, ni con nuestra capacidad para superar las dificultades, ni con nuestro compromiso personal y colectivo que nos ha hecho posible desarrollarnos». Prosiguió asegurando que «el incendio sacó lo mejor de nosotros mismos, hizo que se generara un circuito en el que todos los elementos de la compañía trabajáramos unidos como nunca para abordar el futuro», señaló. Alimentó el orgullo de los suyos y ratificó que «quedarnos en Burgos no era sólo un compromiso ético, entre todos haremos que sea lo mejor económicamente». Manifestó estar orgulloso del legado de las generaciones pasadas pero que el futuro será mejor porque «no nos asusta, el futuro es de todos nosotros», terminó.Después dio paso a seis trabajadores de la planta que, en conjunto, llevan 161 años de trabajo en la cárnica con una persona con dos años de antigüedad y otro con 43. Rodrigo, Lorena, Juan Carlos, Juan José, Miguel Ángel y Loli, paleta en mano, colocaron seis ladrillos. Cada uno de ellos se ha elaborado con las cenizas de la vieja Bureba. Iguales a todos los que han recibido los trabajadores. El hormigón de los pilares de la fábrica incendiada sirve para construir los cimientos de la nueva planta. Y sus trabajadores seguirán confiando. Como José María Iglesias, «hay que esperar que se haga lo más rápido posible, el día que volvamos a entrar va a ser mejor que el de hoy y seguiremos al pie del cañón», señala. Ya falta un día menos para volver a empezar.