Pasos de integración y superación a la sombra de la ruta Jacobea

Esther y Santiago vuelven a encontrarse. Esta vez en la escalinata de la puerta del Sarmental de la Catedral de Burgos. Vuelve a hacer malo. Pero es un día que esperan con ilusión. Zapatillas de montaña, polar, chandal, un bastón para apoyarse y, como no, una concha de vieira. Ayer volvían a cruzar su etapa anual del Camino de Santiago. Esther y Santiago han participado en todas las etapas organizadas por Aspodemi, Asamimer y Aspanias, en colaboración con la Asociación de Amigos del Camino de Miranda en los últimos ocho años. En sus piernas llevan 100 kilómetros de marcha por la conocida como ruta de Bayona y ayer accedieron al tramo tradicional del Camino de Santiago Francés con la colaboración de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Burgos.Recuerda Esther que arrancaron en Ribaguda y «hasta aquí hemos llegado y nos ha costado mucho porque hemos pasado frío, agua, barro... como cualquier peregrino», relata. De su experiencia destaca que lo que más le ha llamado la atención ha sido Urones. «No había odio el nombre de ese pueblo en mi vida y me chocó mogollón», recuerda. Para Santiago, avezado peregrino del grupo, las rutas organizadas son pocas. Le ha cogido tanto gusto a esto del Camino que ya hizo la etapa entre Logroño y Santo Domingo. «Este día siempre lo esperamos con ganas porque, aunque haga malo, pasamos un buen día, vemos a los amigos y lo pasamos bien», refleja. De todas las rutas desarrolladas en estas nueve etapas recorridas en un día durante nueve años consecutivos, con 100 kilómetros en sus piernas este peregrino por derecho propio reconoce que «el pueblo de Grisaleña me gustó mucho, la gente de allí nos recibí muy bien, nos trataron genial y además era el pueblo de un amigo», cuenta.Ayer en Burgos la cita arrancó pronto. Pasadas las nueve se acercaron al albergue de peregrinos de Burgos. También visitaron el famoso papamoscas en el interior de la Catedral. Pero todos querían guardar un buen recuerdo del inicio de esta etapa así que nadie se quiso perder la foto de familia frente a la puerta del Sarmental. Allí se marcó el inicio para proseguir la ruta Jacobea a su paso por la capital. Se adentraron por Santa Águeda hasta llegar al barrio de San Pedro, cruzar el puente de Malatos y acceder al paseo paralelo al Parral. Aunque la mañana parecía amanecer lluvia, el sol aguantó lo suficiente para poder recorrer los 12 kilómetros previstos. Un esfuerzo importante que les llevó a atravesar la localidad de Villabilla, Tardajos para finalizar la jornada de convivencia y esfuerzo en Rabé de las Calzadas. Una iniciativa que permiten fomentar la integración y la igualdad de personas con capacidades diversas y mostrar que con una sonrisa son capaces de superar cualquier escollo o esfuerzo como cualquiera.