El arte y la tradición de los oficios perdidos
La Asociación Cultural y Recreativa de Danzas Burgalesas Mª Ángeles Saiz vuelve a sacar sus aperos para lavar la ropa en el río y varear la lana
Después de 15 años consecutivos, la Asociación Cultural y Recreativa de Danzas Burgalesas María Ángeles Saiz se dispuso ayer a sacar de nuevo los aparejos necesarios para poder lavar la ropa en el río Arlanzón, y varear la lana procedente del esquileo que la asociación Los Cucos realiza cada año en La Flora. Una forma de rememorar aquellas labores antiguas que prácticamente han desaparecido.
Ataviadas con la ropa de diario que llevaban en la época, fueron en comitiva transportando los cestos llenos con sábanas, calzoncillos, camisas y camisetas, ropa con más de 150 años, procedente de los que era el antiguo hospital de La Concepción. También los sacos con vellones, -conjunto de lana esquilada de una oveja-, la tablas de lavar, llamadas banquillas, las cardas, las varas de avellano, porque son ligeros, resistentes y flexibles, y el jabón, hecho a mano. Así, partieron desde la Llana de Adentro hacia el arco y puente de Santa María para bajar al río Arlanzón.
«La iniciativa surgió porque queríamos mostrar a las nuevas generaciones como se hacía entonces, en la época de nuestros abuelos», afirmó María Ángeles Saiz, presidenta de la agrupación cultural.
Una vez instalados en la orilla se repartieron las funciones. Mientras unos lavaban las diferentes prendas de ropa y la lana del último esquile, que venía en un saco de aproximadamente 10 kilos, otros varearon la del año pasado, que ya estaba limpia. Cerca de 30 kilos que después pasaron por el proceso de escarmeado, con el que se va ahuecando de forma manual, para terminar con las cardas, que preparan esta fibra natural antes de hilarla.
Como recuerda Saiz, antes se realizaban estas tareas desde el puente de San Pablo hacia arriba y mucha gente se emociona al verlos.
Adolfo Díez lleva 16 años en la asociación y ésta es una de las actividades que más le gusta. «Son cosas que no haces habitualmente y que ya no se ven y muchos se acercan y les explicas, porque no saben», aseguró.
Rosa María Calvo, también integrante de la agrupación, añadió que además era una tarea dura, «ahora estamos muy cómodos con las lavadoras», y esta celebración pretende ser también un pequeño homenaje a nuestros antepasados por el esfuerzo que hacían.
«Es un reconocimiento a nuestras abuelas que trabajaban de lo lindo». Ella misma ha vivido en primera persona el cardar la lana que había en el interior de los colchones. De hecho, siendo niña también la vareó. «Varear no es tan fácil, no es dar palos a la lana y ya está, tenía su técnica, veías que la lana botaba y se iba esponjando y oreando y ocupando cada vez mas, que era el sentido. A nosotros los más pequeños nos dejaban porque era divertido, pero no lo hacíamos bien».
Lo mismo le pasó a Luis Santos, que además dormía en un colchón relleno de lana en su pueblo, Quintanilla del Agua, «las fundas eran iguales que las que traemos aquí». Cuando llegaba el buen tiempo sacaban el somier delante de su casa y lo ponían encima de cuatro taburetes. Extendían la lana y la vareaban. Tras ocho años en la asociación intenta no perderse este evento. «Esta tradición me encanta porque me trae recuerdos de cuando lo hacia con mis padres. No hace tantos años de aquello y esta muy bien».