Enclave milenario vinculado al agua

«En el universo de Amaya, Melgar de Fernamental es el agua». Así se presenta al público esta villa, una de las cuatro que, compañeras de páramos y campiñas, se sumado fuerzas y encantos para ganar visitas y, de paso, pelear juntas contra la despoblación.

Enclave milenario regado por el Valdavia y el Pisuerga -con playa fluvial incluida-, destaca por sus vistas al Canal de Castilla, del que dicen que es «la obra de ingeniería hidráulica de mayor envergadura llevada a cabo en España durante la época moderna», que se ha convertido en «un valioso y aislado ecosistema que sirve de refugio a una notable comunidad botánica y ornitológica».

Así al menos se lo recuerda la página web municipal a los propios y extraños que se asoman a sus interiores dispuestos a dejarse llevar por los encantos de una localidad rica también en patrimonio y espacios verdes.

Además de un largo listado de rutas posibles en plena naturaleza, el entramado urbano de Melgar de Fernamental ofrece buenos ejemplos de arquitectura propia de la zona. Las guías detallan que «el pueblo se distribuye en torno a la plaza del Ayuntamiento y a la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, Bien de Interés Cultural desde 1992».

Un paseo por sus espaciosas calles desvela edificios de ladrillo viejo y piedra, casas de entramado de madera y plazas porticadas.

«La ermita de Santa Ana se levanta en la Plaza Mayor, al igual que el palacete plateresco de Fernán López del Campo, actual sede del Ayuntamiento. La Casa del Cordón, del siglo XVI, o la casa solariega de los Palazuelo-Emperador, del siglo XVIII, sirven como muestra de las casonas nobles de la villa. La primera acoge el salón de teatro Rodríguez de Celis y la segunda es sede del Museo Etnográfico Pilar Ramos de Guerra.

Este espacio, que reúne objetos «como retazos de la historia colectiva», nacía en el año 2005 fruto de una ilusión individual a la que la voluntad institucional permitió cobrar forma.

El santuario de Zorita (pequeño edificio que se encuentra a tres kilómetros de Melgar y conserva el ábside y la nave septentrional de su primitiva construcción románica) y la ermita de San José son dos paradas imprescindibles.

La primera es además destino de la romería que se celebra cada 8 de septiembre para agradecer la cosecha. La cita forma parte de un nutrido calendario festivo que arranca en enero con San Sebastián ySan Fabián, sigue en marzo con San José y su feria de maquinaria, la rogativa de San Marcos en abril, el Voto de la Villa en mayo, las fiestas patronales en agosto y la feria de la huerta en el domingo posterior, entre otros eventos.