El Correo de Burgos

«Hola, ¿tienes un momentito?»

La figura del captador de socios para ONG se hace presente en las esquinas más transitadas

Víctor camina por el Espolón junto a una mujer a que trata de captar para la ONG a la que representa.-Raúl Ochoa

Víctor camina por el Espolón junto a una mujer a que trata de captar para la ONG a la que representa.-Raúl Ochoa

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M. IZQUIERDO / B. PORTILLO
Burgos

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Un puesto de trabajo a pie de calle, sin importar las condiciones meteorológicas, en el que el objetivo es entablar conversación con desconocidos, con la intención de que se sientan atraídos a colaborar económicamente con un proyecto social. Ese es el trabajo de los captadores de socios, lo que se ha convertido en una de las principales prácticas de las ONG para conseguir donaciones. Sin embargo, la situación contractual de cierto número de estos trabajadores no está del todo clara.

Gran parte de ellos, que acceden al trabajo a través de agencias de contratación, deben enfrentarse a unas condiciones de empleo que, en ocasiones, pueden resultar abusivas.

La mayoría de estos captadores son jóvenes atraídos por unas cláusulas, en principio, favorables. Media jornada, sin experiencia ni estudios requeridos, horario flexible y un salario son algunas de las condiciones que resultan idóneas para estudiantes. Ese es el caso de Víctor Ortega, de 24 años, que comenzó como captador por la posibilidad de compatibilizarlo con sus estudios. «Ayuda mucho a compaginar a la gente que está estudiando o que está trabajando en otras cosas», explica. Perteneciente a ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, ha reconocido que desde el principio le movilizó el deseo de ayudar. «Yo llevo colaborando bastante tiempo. He estado en la Asociación de Autismo de Burgos, estoy con Juegaterapia, estoy con muchas cosas».

Lleva algo más de seis meses trabajando como captador, pero ha reconocido que lo hace más como un voluntariado. «Tengo mi otro trabajo aparte que es el que realmente me está dando para vivir, el que realmente me gusta y al que me quiero dedicar en un futuro», confiesa Víctor.

Relaciones públicas

Tras superar una entrevista, los candidatos acceden a cursos de formación, generalmente ofertados por las empresas de subcontratación. En ellos, se transmiten las mejores tácticas para conseguir el mayor número de socios posible. Desde localizar los lugares más estratégicos de la ciudad hasta cómo tratar con los transeúntes, los captadores se preparan para convencer a la gente de que participe en los proyectos de las ONG.

A pesar de las buenas intenciones, los captadores no son vistos siempre con buenos ojos. Algunos viandantes han manifestado, molestos, que pueden llegar a ser muy irritantes e inoportunos. El trabajo de los captadores, reconoce Víctor, no es fácil. Muchas veces tienen que tratar con transeúntes que ni siquiera se dignan a mirarlos cuando saludan. «Hay gente muy amable, hay gente muy desagradable, hay de todo», comenta.

Sin embargo, el voluntario no pierde el optimismo. «Si realmente te lo tomas con humor y tienes paciencia, todos los días te encuentras con gente muy agradable y es con esa gente con la que te tienes que quedar».

Lugares estratégicos

En Burgos, se colocan en los lugares por los que pasa un mayor número de personas. Zonas tan concurridas como el Arco de Santa María, el Arco San Juan, la Plaza Mayor o Plaza España son algunas de las localizaciones más comunes. Si llueve, ha explicado Víctor, optan por colocarse en los soportales de Antón o en los de la plaza Mayor o la plaza España.

«Sobre todo, lo que estamos tirando es de permisos», ha confesado el colaborador. Gracias a ellos, tienen la posibilidad de situarse en hospitales, centros de salud y algunos supermercados, «dependiendo un poco de los permisos que vayamos consiguiendo», explica.

Rotación de personal

«Aquí siempre está entrando gente nueva, luego se van». Con estas palabras, Víctor confirma la precariedad del empleo. Muchos de los captadores abandonan o son despedidos a los pocos meses, en parte, por la exigencia de llegar a un mínimo de abonados semanales o mensuales. «En todas las asociaciones te exigen, lo importante, un mínimo», detalla el joven captador. En cuanto a las rescisiones por no alcanzar ese requisito, defiende la actuación de las empresas: «A lo mejor hay otra persona que si sea capaz de llegar a ese mínimo».

Y es que alcanzar esa cuota es una de las condiciones para conservar el empleo, pero no la única. En algunas ocasiones, las empresas de subcontratación retienen un 25% del salario, que ya de por sí es bajo, con la excusa de comprobar si los socios que han conseguido son reales y estén dispuestos a continuar pagando su contribución. «Entra mucha gente nueva que al final, a los dos o tres días, te dice:‘Mira, no me veo siguiendo haciendo esto’», explica Víctor Ortega.

Las comisiones que perciben por cada socio que captan, por otro lado, son otro de los quebraderos de cabeza de los captadores de ONG. Los horarios reducidos terminan derivando en largas jornadas de trabajo para conseguir el número de nuevas altas que les permitirán alcanzar un salario más o menos aceptable.

«A nosotros nos dan una parte, pero lo importante es que el dinero al final llegue donde tenga que llegar». Aunque existan algunas razones que permitan cuestionar el negocio que hay detrás para estas agencias intermediarias, que se enriquecen a través de la generosidad de otras personas, lo realmente importante para quienes están a pie de calle es el trabajo que desarrollan las organizaciones. Eso, para Víctor, es lo importante. «Al final esto trata de ayudar a la gente».

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