Patrimonio histórico y arte de vanguardia

El tiempo parece detenerse para el visitante primerizo que se adentra en el casco histórico de Oña a medida que recorre sus majestuosas calles. Siempre dispuesto a posar, truene o salga el sol, el Monasterio benedictino de San Salvador luce con orgullo su espectacular fachada del siglo XVII mientras sus hornacinas rinden tributo a su fundador, Sancho García, su hijo García Sánchez y los reyes Sancho II el Fuerte y Sancho el Mayor de Pamplona. A la izquierda, la torre de Adán se distingue de la estética rectangular del edificio para recordarnos que hasta el año 1610 fue el penal de los monjes.

Lejos de ser un mero recurso turístico, el emblema del municipio potencia su valor cultural e histórico todos los años gracias al Cronicón, que cada agosto recrea con suma fidelidad los principales acontecimientos históricos de la villa desde finales de los 80, cuando sus vecinos se entregaron en cuerpo y alma a su pasado para construir un presente que sitúa a este evento como referente indiscutible en el panorama autonómico y nacional.

Siguiendo el recorrido por el centro, el turista se percata rápidamente de que el patrimonio religioso convive en perfecta armonía con la arquitectura civil. Las casas blasonadas, perfectamente restauradas pero sin perder sus correspondientes escudos, susurran a cada paso escenas cotidianas de sus antiguos moradores, familias de alta alcurnia como los Alonso de Prado.

En la otra cara de la moneda, el actual Centro de Salud situado en la calle del Agua encierra las penurias de las clases populares a través de la fachada del Hospital de Santa Catalina, otrora centro de beneficencia para asistir a los más necesitados. Por otra parte, también se conservan instalaciones hoy en día obsoletas como abrevaderos y lavaderos, antaño epicentros de la vida social comunitaria.

Aunque San Salvador acapare casi todo el protagonismo, tampoco desmerece en absoluto la iglesia de San Juan Bautista, que junto a su inseparable Torre recibe con honores a vecinos y visitantes en la Plaza del Ayuntamiento. La parada para foráneos en la torre es obligada, pues aparte de acoger el Museo de la Resina, cuenta con un mirador en su última planta que brinda una inmejorable panorámica de la villa.

La cultura en todas sus disciplinas es otro de los alicientes para visitar Oña en cualquier época del año. Desde el pasado 9 de julio hasta el 11 de diciembre -verano, otoño e invierno- los amantes de la vanguardia artística de nuevo cuño no pueden perderse el Jardín Secreto, una muestra interdisciplinar que reúne lo mejor de una treintena de artistas y colectivos. La muestra, que ya va por su cuarta entrega, se ha consolidado plenamente en tiempo récord. De ello pueden dar fe las más de 20.000 personas que disfrutaron de la experiencia durante la anterior edición.

Parte de las piezas expuestas se localizan en la antigua vaquería del templo, reconvertida en la Casa del Parque de Montes Obarenes. El edificio, propiedad de la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, es un centro de interpretación del entorno que alberga una exposición permanente y autoguiada que se complementa con juegos digitales interactivos. Además, cuenta con un sinfín de recursos didácticos para conocer en profundidad el patrimonio natural de la zona y su rica biodiversidad. Para ello, el inmueble cuenta con instalaciones idóneas para la puesta en marcha de talleres, charlas o ciclos educativos como un salón de actos, biblioteca o salas de proyecciones, por no hablar de su impresionante mirador, que brinda unas vistas inolvidables.

A la hora de promocionar todos sus recursos turísticos y potenciar sus virtudes dentro y fuera de la Comunidad -en clave autonómica, no necesita carta de presentación-, Oña cuenta con dos aliados estratégicos que se retroalimentan de tan positivo impacto. Se trata de Frías y Poza de la Sal, con las que forma un triunvirato inmejorable para conquistar al visitante a través de internet -con especial hincapié en las redes sociales- y las ferias especializadas.