SOCIEDAD / 20 AÑOS DEL GREM
Dos décadas al rescate
El Grupo de Rescate Espeleológico y de Montaña cumple 20 años de voluntariado en emergencias, con una unidad canina de salvamento que se ha convertido en una referencia en Castilla y León y en el resto de España
Es un día festivo pero en la sede Grupo de Rescate Espeleológico y de Montaña (GREM) la actividad indica lo contrario. De hecho, en los 20 años de vida del GREM han sido muchos los días festivos que los integrantes de este grupo de voluntarios han robado a familiares, amigos y parejas. La actividad a la que se dedican los 14 miembros y 15 perros adiestrados de esta agrupación no sabe, en muchas ocasiones, de horarios ni de fiestas. El responsable y uno de los fundadores del GREM, Álvaro Martínez, lo resume de forma sencilla:«Para dedicarte a esto te tienen que acompañar tus condiciones personales, profesionales y familiares».Si no se dan, olvídate, remata.
Todo comenzó en 1996, en una época en la que Álvaro y el resto de compañeros que fundaron el GREM practicaban montañismo y espeleología.Es un año en el que se producen dos catástrofes que sirven como detonante de lo que hoy es el GREM. La riada que asoló el camping ‘Las Nieves’ en Biescas (Huesca), y en la que murieron 87 personas, fue un acontecimiento que marcó esta trayectoria. «Estuvimos a punto de ir allí», explica Martínez. Una tragedia que marcó un antes y un después en la gestión de emergencias. Ese mismo año, dos burgaleses fallecían en el pico Curavacas (Palencia).
El responsable del GREM recuerda que en aquella época «nos dimos cuenta de que podíamos hacer rescate». Sobre todo en unos años en los que todavía no había servicios de emergencia en este ámbito.Una serie de factores que «nos llevaron a pensar que podíamos ayudar especializándonos en esto». El primer gran problema al que se enfrentaron fue «no había referencias». Gran parte fue autodidacta, en unos años en los que no había todavía 112 y la Junta todavía no tenía transferidas las competencias en materia de Sanidad. «Éramos pioneros en esto.Los guardias nos miraban con cara de ‘adónde vais vosotros’, no había mucho donde mirar».
Las pocas referencias estaban en otras comunidades autónomas. Momento en el que se dan cuenta de que había que formar una unidad canina de salvamento «En el tema de perros fuimos al País Vasco», donde es fundamental la figura de Jon Ander Mardones, fundador del Grupo del Perro de Salvamento de Euskadi (GPSE). Y a partir de ahí, «intentando buscar donde no había». Junto a esta escasez de referencias, otro gran obstáculo con el se encontraron los fundadores del GREM fue salvar ese muro de desconfianza y desconocimiento de las instituciones. Un apoyo que, en mayor o en menor medida, está ahí gracias a la insistencia de los voluntarios del GREM. No fue hasta tres años después de su fundación hasta que el GREM pudo disponer de una sede estable, la que ocupa en la actualidad en el antiguo aeródromo de Villafría y que inauguraron en mayo del año 2000. Desde entonces, el GREM ha realizado alrededor de 300 intervenciones. La mayoría de búsqueda de personas. Mirando atrás, una de las que más recuerda Martínez fue la de la explosión del bloque de viviendas en la calle Gaspar Arroyo, en la que murieron 9 personas y hubo más de 30 heridos. La imagen de los perros de búsqueda con las patas echando literalmente humo mientras pasaban por encima de los escombros todavía está presente en la memoria del responsable del GREM.
Al margen de estas situaciones excepcionales, esta agrupación de voluntarios centra gran parte de su actividad en la búsqueda de personas, especialmente ancianos. A veces se dan casos de desaparición de menores que, «más allá del sofocón de unos minutos que se llevan los padres», se resuelven de forma positiva. Uno de los casos más llamativos, y en el que el GREM colaboró, fue el del niño de 7 años con autismo, Pablo, a quien sus padres echaron en falta a primera hora de la tarde del pasado 3 de septiembre y que fue localizado sano y salvo tras cerca de 7 horas de búsqueda.
El ejemplo del GREM se ha extendido al resto de Castilla y León. La agrupación burgalesa ha conseguido contar con colaboradores en León (4 personas), Zamora (4), Ávila (1), Palencia (2) y Soria (2). Lo complicado es crear una estructura estable, ya que «exige un compromiso muy, muy fuerte». El perro no sabe de días libres ni de festivos, «hay que estar con él todos los días». A ello se añaden los problemas logísticos, ya que «o ellos se tienen que desplazar o lo tenemos que hacer nosotros», lo que complica una formación que es «tremendamente empírica».
Tras 20 años de vida, la agrupación continúa con nuevos retos y nuevas actividades. Como los cursos que impartirá el próximo año Joanna Haller, experta en trabajo de rastro. A lo largo del próximo año, posiblemente en primavera, la asociación tiene previsto organizar una jornada de puertas abiertas en la sede para celebrar una exhibición del trabajo que llevan haciendo desde hace 20 años.