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La carraca de la Catedral de Burgos marca la jornada de luto en la capital burgalesa

El Cristo desciende de la cruz ante la atenta mirada de la Virgen de la Consolación

Burgos

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El ensordecedor sonido de la carraca de la Catedral de Burgos dejó en silencio a la capital con motivo de la jornada de Viernes Santo. La Plaza de Santa María acogió este mediodía uno de los actos más emblemáticos de la jornada religiosa burgalesa consistente en el desenclavo del Cristo de Burgos a los pies del templo gótico.Miles de personas abarrotaron la plaza de la fachada norte de la catedral burgalesa para no perder detalle del Desenclavo. El acto estuvo presidido por el arzobispo de Burgos, Fidel Herráez, acompañado por el resto de autoridades religiosas y políticas, entre las que se encontraba el subdelegado del Gobierno, Roberto Saiz, entre otros, responsables.Bajo un sol de justicia, miles de personas contemplaron una celebración religiosa que recuerda el momento en el que la madre de Cristo recibió el cuerpo inerte de su hijo tras ser crucificado en el Gólgota en la jornada de Viernes Santo.En esta ocasión, la talla que reposa el resto del año en la Capilla del Cristo de Burgos salió de la seo pasadas las 13 horas para ser elevada por seis cofrades de la Hermandad del Santo Cristo. Uno de los momentos de más emoción se produjo unos minutos después cuando los cofrades despojaron a Cristo de la corona de espinas y del manto del ‘Rey de los Judíos’.Despojado de sus ropajes, el Cristo llegó a manos de la Virgen de la Consolación. Tras el abrazo de su madre, la talla regresó hasta la seo donde esperará hasta esta tarde cuando los cofrades la introduzcan en un sepulcro para recorrer las calles de Burgos durante la Procesión del Santo Entierro.TañirEl sonido de la carraca de madera volvió a sonar como lo hiciera hace siglos. Se trata de una gran pieza del siglo XIX recuperada hace ahora cuatro años, justo cuando el Cabildo recuperó el acto del Desenclavo de Cristo.Fueron unos segundos que permitieron volver a escuchar un instrumento que tras el Concilio de Trento, en 1525, se utilizó en los actos de Semana Santa al prohibir las campanas. En aquel momento,los responsables de la Iglesia Católica consideraron que el tañir era un tono más festivo y que en unos días de luto el sonido de las campanas debía ser sustituido por uno más apagado como el de la carraca.