Devoción y folclore para honrar a la Virgen Blanca
Cientos de burgaleses acudieron a las laderas del Castillo / Se repartieron 6.000 raciones de paella
La romería de la Virgen Blanca volvió un año más al Castillo. El folclore, la devoción y la buenas viandas volvieron a protagonizar una jornada en la que el calor de los últimos días dio un pequeño respiro, dejando una jornada apacible y, sobre todo, tradicional. Una jornada que marca el pistoletazo de salida al mes más festivo de la capital burgalesa y es que en menos de quince volverán a resonar las dulzainas con la celebración del Curpillos y poco después con la fiestas patronales.La imagen partía a mediodía desde la iglesia de San Pedro de la Fuente escoltada por fieles, autoridades, peñas y grupos de danzas. Una vez llegaba la romería a a campa del Castillo- lugar en el que estuvo ubicada la iglesia medieval de Nuestra Señora de la Blanca y que desapareció con la voladura del Castillo por los franceses durante la Guerra de la Indepencia- empezaba la tradicional misa de campaña.Algunos de los presentes aprovechaban ese momento para empezar a ‘mover el bigote’ en las casetas instaladas por la peñas Los Gamones, Zurbarán, La Tarara, Fátima y San Pedro de la Fuente, a la espera del tradicional reparto de paella. Chorizo, morcilla y morro hicieron las veces de aperitivo antes de degustar la paella. «Esta fiesta tiene muy poco que envidiar a la del Curpillos, de hecho nos gusta más porque viene menos gente y hay menos pelusas», comentaba divertido Roberto, mientras se tomaba una cerveza en la barra de los Gamones.Los peñistas habían llegado al Castillo a primera hora de la mañana para preparar el espacio y empezar a asar y mientras algunos disfrutaban de los pinchos, otros como Dionisio Bello se encargaban de ‘dar vida’ a las paellas. Hasta 6.000 raciones se repartieron ayer en el Castillo, gracias a las más de 36 paellas. «Usaremos 400 kilos de arroz, 350 kilos de marisco y 400 kilos de carne», comentaba el propio Bello minutos antes de empezar a cocinar las primeras paellas.Esta cita, en la que actualmente participan 25 voluntarios, se remonta 24 años atrás. «En un viaje a Valencia con el grupo de danzas al que pertenecía, después de actuar nos invitaron a un paella en la playa de la Malvarrosa y pensé que sería una idea estupenda hacer algo similar en Burgos y así lo hicimos», comenta, «empezamos juntándonos unas diez peñas y poco después, en el 1998, empezó a subvencionarnos Alcampo y a crecer la cita».Precisamente el próximo año, en 2018, esta paellada cumplirá 25 años. «Es un fecha redonda y queremos celebrarlo de una forma especial, nuestra idea es dar vida a la sobremesa con animación musical para que esta romería no termine a la hora de comer, sino que se extienda durante toda la tarde».Después de llenar el estómago llego el turno de la música tradicional, las danzas y los juegos populares, a cargo del Grupo de Danzas María Ángeles Sáiz. La jornada se cerró con una sobremesa en las laderas del Castillo, a pesar de la constante amenaza de lluvia. Ahora solo queda esperar un año para la próxima edición de esta cita que cada vez suma más fieles.