Naturaleza y arte religioso en ocho paradas

Es posible que los más viejos del lugar recuerden con nitidez aquellos crudos inviernos de antaño que dejaban a Humada incomunicada. Las copiosas nevadas dejaban una estampa de gran belleza digna de fotografía, pero al mismo tiempo dificultaban la llegada de suministros a este pequeño municipio de la comarca de Páramos al que hoy se accede con facilidad por la carretera N-627.

Eran otros tiempos y las comunicaciones nada tenían que ver con las de ahora. Aún así, los vecinos de este acogedor pueblo se afanaban con antelación en la recepción de víveres para sobrevivir en un escenario de soledad y gélidas temperaturas. Lo que no ha cambiado es el paisaje, incólume a la mano del hombre y siempre dispuesto a recibir al senderista que busca parajes inolvidables por los que perderse.

Humada es el primer eslabón de una cadena de ocho pueblos que ofrecen múltiples posibilidades culturales y de ocio. Recorrer sus entidades locales menores es un placer para el turista de interior que busca patrimonio, tranquilidad y la mejor gastronomía. La iglesia y la ermita de Nuestra Señora del Rosario conforman las dos primeras paradas de una ruta por el legado religioso de una tierra que conserva sus orígenes intactos aunque el paso del tiempo sea palpable en sus edificios.

Pero hay más, el entorno de Humada acoge varios templos que merece la pena conocer. Entre ellos, los de San Martín Obispo (San Martín de Humada) o San Julián Obispo ( Rebolledo de Traspeña). Por si fuera poco, existen otras tantas opciones en localidades limítrofes como la iglesia de San Julian y Santa Basilisa (Rebolledo de la Torre), la de San Esteban (Moradillo de Sedano) o la de Santa María la Mayor (Fuente Úrbel), todas ellas con categoría de monumento.

Lo ideal es trazar una ruta en coche desde Humada para conocer los pueblos que dependen administrativamente del municipio. Cerca de la Peña Amaya y a orillas del río Odra se encuentra Congosto, que lucha por consolidar la iglesia de San Pedro Apóstol, excelente ejemplo de la acertada fusión del barroco en su retablo y del románico en su pila bautismal. A escasos tres kilómetros se ubica Ordejón de Abajo, también conocido como Santa María, y su hermano territorial Ordejón de Arriba o San Juan.

De los Ordejones y la paz que se respira en el ambiente nos trasladamos a Fuencalenteja, cuyo principal aliciente es la iglesia de Santa Águeda, sobria y majestuosa gracias a su puerta con ojival, su nave de corte gótico y el impresionante retablo de principios del siglo XVII que conversa a solas con una pila bautismal románica de excelente factura decorativa. Por otra parte, la pedanía también cuenta con un envidiable paraje natural, conocido como La Laguna, que sirve de refugio para diferentes tipos de aves.

Fuenteodra, por su parte, alberga dos templos fieles a los cánones estéticos de la zona -la parroquia de San Lorenzo y la ermita de San Roque- que marcan la antesala de la gran joya, en este caso natural, de la localidad. Se trata de la Yeguamea o fuente Manapites, un milagro de la madre tierra pro la que brota un chorro de agua presión desde una roca en dirección al farallón calizo de Peña Lora.

Con una decena de habitantes, Villamartín de Villadiego, también próximo a la Peña Amaya, ofrece unas panorámicas espectaculares que atrapan al visitante desde el primer minuto. Se puede acceder a pie desde Manapites y disfrutar de un paseo placentero. O mejor, empaparse de las tradiciones a través de las festividades más importantes del pueblo como la Semana Santa, las fiestas de San Roque o el Corpus Christi.

Finalmente, Rebolledo de la Traspeña cierra una ruta digna de recomendar con un halo acogedor que desprende sosiego por los cuatro costados. No es para menos, ya que este pequeño rincón de Humada cuenta también con un entorno medioambiental que debe conservarse por los siglos de los siglos.