POLÍTICA
La eterna fractura de la izquierda local
La integrante de la candidatura de IU que en 1995 logró cinco concejales, Lourdes Martín, rememora la ruptura de ese grupo dos años después de aquel «ilusionante» logro / «Con matices», aquel episodio se asemeja al protagonizado por Imagina, «una gran torpeza» por parte de Salinero y Guinea, según la que fuera primera mujer candidata a alcaldesa, en 1999
No asistió ni siquiera vía web al Pleno del viernes. Son muchos los que lleva ya a las espaldas y, ahora, retirada de la política, ejerce en el centro de salud García Lorca su otra gran pasión: la enfermería. Además, la ‘película’ que pasaban en el uno de la Plaza Mayor se la sabe de memoria. No en vano una vez fue protagonista. Lo de ahora se revela, por tanto, una suerte de ‘remake’, una nueva versión «con matices» de ese argumento de sobra conocido por la izquierda local, «y también por la nacional», apostilla Lourdes Martín, con cierto pesar.
Bien sabe lo que dice. Formaba parte del grupo municipal de Izquierda Unida que en 1995 daba la ‘campanada’ al pasar de dos a cinco concejales. «El PSOE sacó otros cinco, el PP tenía 16 y el restante lo ocupaba Antonio Martínez Laredo, por el PUL», rememora la que fuera edil desde aquel «ilusionante» momento hasta 2004, cuando abandonó el puesto «por razones personales».
Poco sospechaba entonces Martín que la ‘luna de miel’ de ese «equipo que se entendía a la perfección y trabajaba duro y bien» se agotaría solo dos años después. El impulso inicial alimentado por el apoyo sin precedentes de una ciudadanía recién golpeada por el famoso caso de la construcción se topó con «los intereses personalistas», según el relato de la otrora concejal, de tres de sus compañeros: José Moral, María Jesús Klett y Rosa Eva Martínez.
Abandonaron a Martín y a Manuel Ortega para abanderar de forma oficiosa otras siglas, «por las que no habían sido elegidos», en el mismo Pleno, con la consiguiente tensión, «que tiró por tierra todo lo logrado hasta ese momento y bloqueó cualquier avance», afirma, convencida de que «sin aquella ruptura el partido se hubiera consolidado como referente de izquierdas en la ciudad». «Pero no pudo ser y además no les sirvió de nada, pues la formación en la que se embarcaron los tránsfugas (el Partido Democrático de la Nueva Izquierda) duró poco», añade. El daño, no obstante, estaba hecho.
Entonces, como ahora, la maniobra ‘bebía’ de corrientes nacionales. La hemeroteca lo constata. Con el enfrentamiento entre Julio Anguita y Felipe González en pleno apogeo, surgían voces en el seno de Izquierda Unida que abogaban por desmarcarse de tal dureza y acercarse al PSOE. El líder cordobés las ignoró y mantuvo su estrategia de desgaste, lo que motivó la creación de un fugaz partido (encabezado por ‘históricos’ como Diego López Garrido o Cristina Almeida) que apenas cuatro años después de nacer se disolvía, convirtiéndose buena parte de sus integrantes en militantes socialistas.
Las réplicas de aquel seísmo de la izquierda se dejaron sentir en el Ayuntamiento de Burgos, siendo pues sus efectos devastadores para el grupo municipal del que formaba parte Lourdes Martín. «Aquello fue una canallada», comenta más de dos décadas después. A su juicio, el movimiento «defraudó a mucha gente que había depositado su confianza en nosotros y que, lógicamente, lo interpretaron como el resultado de anteponer el beneficio personal al interés general de los burgaleses». Aunque tal fractura redujo al mínimo la capacidad de maniobra de Izquierda Unida, no minó las ganas de la edil, que se mantuvo «fiel a los mismos principios» durante los dos años de mandato que restaban.
Y sí, considera que 21 años después, en esencia, se ha vuelto a tropezar con la misma piedra. Con todo, Martín percibe diferencias entre ambos casos, detalles que, de hecho, juegan en contra de la ruptura reciente, consumada el viernes con el ‘bautizo’ oficial de Raúl Salinero y Blanca Guinea como concejales no adscritos aunque, también de forma oficiosa, representen a Podemos.
«El de los tránsfugas es siempre el mismo juego», apunta con rapidez la otrora representante de IU, que, por cierto, en 1999 se convertía en la primera mujer que encabezó la lista de un partido como candidata a alcaldesa. No logró el puesto, pero sí asumió -durante el tripartito liderado por el socialista Ángel Olivares- las áreas de Acción Social y Mujer. Añade con igual agilidad que «lo de ahora es todavía más grave, pues con su actitud no defraudan a un partido, sino a los ciudadanos que creyeron en una candidatura, la de Imagina Burgos, ajena a siglas, en un proyecto que tomó forma con gran esfuerzo de muchas personas».
A su juicio, el empecinamiento de Salinero y Guinea «por no entregar su acta y marcharse, tal y como se comprometieron cuando rubricaron el código ético, que es lo honrado» es una «gran torpeza» que provoca un daño «de dimensiones difíciles de calcular» que, no obstante, podría mitigarse «si en lo que queda de mandato ambas partes son capaces de superar las diferencias que causaban esta ruptura y ponerse de acuerdo en aquellos asuntos que interesan a los burgaleses».
Recomienda así Martín -que se confiesa como una de las miles de personas decepcionadas por esta situación, pues vivió «muy ilusionada» la creación de Imagina y su gran éxito electoral- que se aprenda de los errores. Y es que allá por 1997 la fricción entre las dos ‘mitades’ de IU fue tal que impidió cualquier acuerdo posterior a la marcha de Moral, Klett y Martínez.
«Después de un golpe como este la convivencia es complicada pero por respeto a un programa en el que en principio todos creen debería primar la cordura. Han de ser por tanto capaces de unirse en beneficio de los ciudadanos para que prosperen iniciativas que busquen hacer de Burgos un lugar mejor. De lo contrario el equívoco será aún mayor», apostilla, para explicar que ‘vigilará’ el transcurso de los acontecimientos desde ese otro lado en el que se ubicó al abandonar la militancia política activa, «que no el compromiso social, que mantengo en todos los ámbitos de mi vida».