El Correo de Burgos

Jóvenes ‘ninis’ a la fuerza

Muchos jóvenes no estudian ni trabajan forzados por una situación «familiar, económica o social» que les ha impedido formarse o aquellos que tras hacerlo se ven ante un «curriculum en Blanco»

Seis de cada diez jóvenes entre 16 y 34 años está afiliado a la Seguridad Social.-ecb

Seis de cada diez jóvenes entre 16 y 34 años está afiliado a la Seguridad Social.-ecb

Publicado por
MARTA CASADO
Burgos

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No hay datos representativos a nivel provincial pero existen. Aunque ser un nini, jóvenes que ni estudian ni trabajan, no está siempre asociado a la vagancia o la apatía de quien lo tiene todo solo por respirar. «No nos gusta nada el concepto de nini porque muchas veces quien no trabaja o no ha estudiado no es porque no quiera la mayoría se han visto obligados por la situación que les ha tocado vivir», explican desde la Unidad de Empleo de Cruz Roja. De los 80 casos de jóvenes sin formación ni empleo que tratan al año en este servicio «hay muchas casuísticas y algunas muy complejas», señalan. La media de edad de atención es de 25 años y la presencia de jóvenes españoles, que vienen de un proceso de fracaso escolar y sin haber obtenido la ESO, se ha incrementado durante la crisis aunque la población inmigrante tiene muchos problemas de inserción. Ellos llegan solos sin el amparo familiar.

Es el caso de Manuel. Refugiado de El Salvador. Acudió al servicio de empleo de Cruz Roja porque «no conozco a nadie, no tengo ningún enchufe para poder encontrar un trabajo». Cuando le preguntan porqué quiere trabajar tiene las cosas claras. «Hay que pagar la renta, el agua, la luz, la comida, la ropa, los zapatos, son gastos que tengo que invertir y no tengo pasta», aclara. En Cruz Roja encontró la red para dar salida a sus ganas por una vida mejor. «Con sus instrucciones y apoyo» encontró trabajo.

Difícil también es la situación de Ana. Joven y con un niño a cargo, él fue quien le empujó a buscar una salida. «Aquí he podido encontrar la formación que necesitaba para poder encontrar un empleo en hostelería con el que ayudar a mi familia y cuidar a mi hijo», señala orgullosa.

Son dos de los casos que, con esfuerzo y cursos de apoyo y formación, han logrado estar entre los 7.800 jóvenes burgaleses entre 16 y 24 años que tienen un empleo. Junto a ellos 43.600 cursan algún tipo de estudios oficiales o no. Superan la cifra de 47.700 jóvenes existentes en Burgos según el INE con lo que muchos son los que compatibilizan algún curso de formación con un empleo. Pero 37.700 jóvenes ni estudian ni trabajan en Castilla y León. Una cifra que está muy relacionada con la crisis económica. El número de jóvenes que no encuentran empleo ni estudian algo mientras tanto ha bajado en la región en 4.600 personas en un año. Lejos quedan los 52.200 del primer trimestre del año 2016.

«A estos chicos la crisis les afecta de doble manera, en algunos casos tienen que dejar de estudiar porque sus padres tienen trabajos precarios y tienen que cuidar a sus hermanos y sin formación se cierran muchas más puertas que antes de la crisis pero también tenemos quienes sólo han estudiado con carrera superior pero que tampoco tienen trabajo o quienes directamente están solos y no tienen el amparo de una familia», explican.

Las situaciones se multiplican y la actuación en estos casos debe ser rápida. «El objetivo es encontrar un empleo y les urge mucho no podemos realizar itinerarios muy largos». Así a una primera recepción donde tratan de conocer su situación, ver qué les gusta, a qué se pueden dedicar se realizan sesiones de hábitos y competencias. Después se define un camino laboral y se centran en estudios sobre hostelería, comercio, carretillero o de limpieza. «No podemos permitirnos cursos largos para obtener un certificado profesional». Pero si reciben las nociones básicas y adquieren experiencia en las prácticas en empresas donde «pueden dejarse ver, mostrar su disposición, como trabajan porque no pueden competir con un currículum que es una hoja en blanco».

Hay quienes no estudian. «Tienen cargas familiares propias, son padres o madres, o tienen que cuidar a la familia a los hijos de los amigos de la familia porque hoy muchos hogares tienen trabajos sí, pero en precario, y ya no tienen acceso a ningún tipo de ayuda». El prototipo de esta unidad familiar es una madre que trabaja de interna o en el hogar por poco más de 400 euros y un padre que está en la construcción y trabaja, cuando encuentra, por poco más de 700 euros. «La crisis ha dejado empleos donde se llegan a pagar dos o tres euros la hora», denuncian.

Una situación asfixiante para romper las barreras del acceso a un empleo en la que se ven también aquellos que han dedicado su vida a prepararse y estudiar. Son titulados superiores, incluso con master, estancias en el extranjero pero su hoja de vida laboral está vacía y «no encuentran de lo suyo pero su preparación retrae a quien ofrece trabajos de menor cualificación». En estos además del acompañamiento para un trabajo específico hay que trabajar el emocional. «Tienen que entender que estos no son trabajos para toda la vida pero les abren la puerta del mercado laboral y después llegará un trabajo mejor», explican.

Pero cuando rompen esa barrera, el problema vuelve a ser el mismo. La crisis. Solo acceden a empleos muy precarios y con una temporalidad muy alta. También se han cerrado algunas puertas como la atención a personas de la tercera edad para lo que se exige un certificado profesional. El proceso incluye seguir buscando oportunidades, un empleo, y seguir engrosando la vida laboral del curriculum. En esa búsqueda activa de empleo ya tienen los conocimientos para hacer su currículum, hacer búsquedas on line, que pueden realizar en una sala específica de Cruz Roja donde también se cuelgan ofertas de empleo en el tablón de anuncios. Nuevos cursos para los que si, han cotizado lo suficiente, pueden disponer de tiempo para alcanzar una formación mayor. El 50% de los jóvenes que atienden en Cruz Roja no tienen trabajo ni el primer ciclo de enseñanza secundaria. Pero tres de cada diez entran en la rueda laboral.

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