FESTIVIDAD DE SAN LESMES
Burgos honra a su patrón con bailes y roscones
El tradicional baile de Gigantillos se celebró en la plaza San Juan / Centenares de burgaleses aguardaron a probar pinchos
Cada año, para los burgaleses, el último domingo de enero es una fecha para marcar en el calendario debido a la festividad de su patrón, San Lesmes Abad. Como ya es tradición, la cita arrancó con la tradicional comitiva por el Paseo del Espolón y la calle Vitoria hasta llegar a su destino, la iglesia de San Lesmes. Las peñas y los grupos folclóricos se sumaron una vez más a la fiesta acompañando en el desfile a la Corporación Municipal y a las reinas y damas de Burgos.
Ya en la plaza San Juan, los más pequeños fueron el público más embelesado tanto por los trajes que los danzantes portaban así como por sus bailes y su sonido de dulzaina tan característico. Padres, madres y abuelos, cedieron sus sitios a los más pequeños en torno a un vallado que dejaba poco espacio para moverse o para poder ver las efigies más tradicionales de la ciudad con sus faldas en pleno vuelo.
Muchos de los asistentes se subieron a los bancos de la zona que a penas erigen un metro del suelo de la plaza San Juan. Así, el tiempo decidió ser benévolo y no atizar mucho, incluso, el sol, decidió salir a saludar en algunos momentos que todos los burgaleses agradecieron.
Uno de los instantes más queridos por todos fue el reparto de los tradicionales ‘panecillos del santo’, previamente bendecidos por el arzobispo de Burgos, Fidel Herráez. A la degustación de los panes, le acompañaron, como ya es tradición, el chorizo, la morcilla y el vino, todo al compás de los bailes de Gigantillos, danzantes y grupos folclóricos.
Este fue el acto final y central de la jornada que para los integrantes de las peñas empezó muy pronto. Para las nueve ya era el momento de poner a calentar los chorizos y las morcillas que se repartieron desde las 12.30 de la mañana. Y es que antes del tradicional baile de los Gigantillos ya empezara a formarse la cola. Pero todo estaba listo en la zona del reparto detrás de la iglesia de San Lesmes. El chorizo cocido al vino y la morcilla en su propio caldo mondongo. Sin embargo, los burgaleses tenían ganas de roscón, puesto que vaciaron sus bolsillos y agotaron existencias, una muestra más de la consolidación de esta cita.
Y es que a la festividad de San Lesmes todavía le queda camino con dos de los actos más señalados que se celebrarán esta semana. El jueves, por primera vez, se conmemorará al «fundador» de la ciudad, Diego Porcelos, en un «sencillo» acto al que podrán asistir todos los ciudadanos a partir de las 13 horas en la plaza de Santa Teresa, ubicación donde se encuentra la estatua del fundador y donde se conmemorarán los 1.134 años de su muerte.
Así, el domingo 3 de enero se realizará el acto de entrega del Báculo de Oro, que este año recae en la Hermandad Adelmus coincidiendo con el 50 aniversario de la fundación que tendrá lugar en el Monasterio de San Juan.
CUENTA LA LEYENDA
Ahora es la ciudad quien tomó el relevo y reparte panecillos para el disfrute de todos. Sin embargo, en su día, fue el santo San Lesmes quién alimentó a los pobres y atendió a peregrinos y enfermos. La leyenda narra que repartía tantos roscos que la gente pensaba que hacía milagros con el alimento para que nunca se le acabara.