La prisión desarrolla un programa piloto basado en justicia restaurativa
‘Reconexión’, que arrancó hace un mes y en el que participan 11 presos, se centra en la reconciliación del ofensor con la víctima, consigo mismo y con la sociedad
Desde hace cuatro semanas, once internos de la prisión de Burgos participan en un programa piloto basado en justicia restaurativa, ‘Reconexión’. Este proyecto, que tiene una duración de 21 meses, quiere poner el foco en la reconciliación del ofensor con la víctima, con la propia sociedad y con él mismo. El objetivo es que el preso «sea consciente del daño generado, que se arrepienta de su delito y que sea capaz de reconectar con la sociedad», comenta Virginia Domingo, coordinadora del Servicio de Justicia Restaurativa de Castilla y León-Amepax- y presidenta de la Sociedad Científica de Justicia Restaurativa, encargada de impartir el programa.El proyecto se ofreció a la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias del Ministerio de Interior y desde ahí «se nos ofreció a la prisión como proyecto piloto porque el Servicio es burgalés», apunta el director de la cárcel de Burgos, Luis Carlos Antón, quien apunta que este programa pretende aportar a los presos «valores y lineamientos de conducta, ayudar a comprender a los penados las consecuencias de sus acciones y a asumir su responsabilidad y fomentar una actitud de reflexión sobre las posibilidades de compensar el daño cometido».Y es que la principal diferencia con otros programas es que «el foco se pone en el ofensor y en su entorno y no solo en la víctima» y «busca acompañar al interno dentro y fuera de la cárcel para lograr una reinserción real». A lo largo de las diferentes fases del programa se trabaja con «las expectativas del preso fuera de la cárcel, la responsabilidad sobre el delito cometido y la reparación del daño, entre otras cosas», apunta Domingo.En este sentido, la responsable del programa reflexiona sobre el sistema de justicia nacional. «Ahora el sistema se basa en tanto daño haces, tanto castigo tienes, pero con este programa queremos dar la vuelta a ese planteamiento, en lugar de pensar cuánto castigo tiene el ofensor, pensamos cuánto y cómo puede reparar el daño que ha hecho a la víctima o a su entorno». Y en este punto se cuestiona si hay delitos que no se pueden reparar.Aunque inicialmente desde la prisión se pensó en presos con delitos menores para participar en el programa, finalmente se incluyó a seis internos con delitos graves (ninguno de ellos por violencia de género porque no se incluyen en programas de justicia restaurativa). «La realidad es que la justicia restaurativa funciona mejor en delitos de carácter grave», señala Domingo, quien recuerda que «en todos los delitos hay una víctima:la persona que recibe el delito, su familia, la propia sociedad y, por supuesto, en todos los casos el propio infractor». De hecho, el principio de la justicia restaurativa se centra en que un delito no solo viola las leyes sino que hiere a las víctimas y el objetivo fundamental es que el infractor repare el mal causado.‘Reconexión’ da especialmente continuidad al trabajo realizado con los presos con delitos graves a través del programa de Intervención de Conductas Violentas (Picovi). «Ellos han trabajado previamente en acciones grupales y de corte cognitivo conductual». ‘Reconexión’ es «un programa de continuidad natural y camina hacia la meta principal que es un compromiso de cambio de vida», apunta Thalía Puerta, psicóloga de la prisión.Para llegar a la meta hay que recorrer un largo camino dividido en diferentes fases. La primera de ellas «es una toma de contacto pura y dura, el objetivo aquí es que los presos participantes nos conozcan y confíen en nosotras, conocer el terreno y establecer la forma de trabajo, que se abran y nos cuenten por qué está en prisión y cómo se sienten», explica Domingo a quien acompaña en las sesiones Andrea Solís, criminóloga.Tras las primeras sesiones, asegura estar «muy contenta con el grupo de participantes» porque «se han implicado desde el inicio». Tanto Puerta como Antón consideran «positivo» que en ‘Reconexión’ se trabaje con presos con diferentes grados de delito. La selección de los presos participantes es «con voluntarios y que hayan trabajado en este tipo de talleres previamente por ejemplo en el Picovi», apunta Puerta, quien añade que «generalmente son personas que tiene muy poco autocontrol y con quienes se trabaja la reconducción de la conducta».El taller, que se realiza cada viernes y tiene una duración de una hora y cuarto, se desarrolla con los denominados círculos restaurativos, que «favorecen el diálogo y nos colocan a todos los presentes en el mismo plano de igualdad y de confianza», apunta Domingo, quien señala que «los círculos favorecen la ‘apertura’ de las personas porque se sienten parte de un todo, de un grupo compuesto por iguales». El turno de palabra se toma «como en las tradiciones aborígenes, con un objeto, la persona que lo tiene, tiene la palabra y nadie debe interrumpirle».Llegada la segunda fase del programa, «que tendrá lugar cuando los participantes se sientan preparados para ello», será el momento de la reflexión. «Es la etapa en la que los participantes deben reflexionar sobre a quién han hecho daño y pensar cómo pueden reparar ese daño mediante un plan», explica Domingo. Las opciones de reparación «son muchas», desde encuentros con las víctimas, escribir una carta, etc.Ese plan de reparación forma parte de la tercera fase del programa ‘Reconexión’. «Lo ideal sería encontrar a las víctimas de los participantes y que estas quieran participar en un encuentro», comenta la encargada, pero «en algunas ocasiones no están preparadas o el delito ha sido un asesinato y no es posible el encuentro». En esos casos, en los que la víctima receptora del delito no accede o no puede encontrarse, hay otra posibilidades.«Es lo que denominamos víctimas por sustitución, pueden ser familiares de la víctima, del preso o una persona que haya sido víctima del mismo delito que ha cometido el infractor pero por parte de otra persona», apunta Domingo y añade que «el objetivo es que los presos pongan rostro a las personas que han dañado y eso también puede hacerse, por ejemplo, mediante un vídeo en el que una víctima cuente cómo se siente y cómo le ha afectado el delito al que se ha visto sometida».La cuarta fase, aunque queda muy lejos en el tiempo, es la mera reconexión con la sociedad. «No queremos hablar de reinserción sino de reconexión, de reconectar a estas personas de nuevo con la vida, con la sociedad, con su familia... y es que la realidad es que la sociedad no está preparada para reinserción real». De ahí que, el objetivo final sea «hacer un acompañamiento real a estos presos en la salida de prisión, que vean que hay otras personas en su misma situación».Aunque Domingo deja claro que el principal beneficio del programa ‘Reconexión’ es personal, «la experiencia sí contempla que se puedan obtener beneficios contemplados por la ley como el adelantamiento de la condicional o la progresión en grado». En este aspecto, Puerta apunta que «lo más positivo del programa es que va un paso más allá y busca una vuelta a la sociedad real». Por su parte, el director de la prisión recuerda que «quien más se beneficia con la reinserción real es la propia sociedad, además del interno,» aunque apunta que «para la propia sociedad puede ser un proyecto complicado de entender, pero la reinserción siempre es positiva». De hecho, está convencido de que «este programa puede ayudar a reconfortar a muchas víctimas».Domingo apunta que «aún queda mucho para hacer para aplicar la justicia restaurativa con todo su potencial en el sistema español», pero señala que «este es un muy buen primer paso». El funcionamiento del programa determinará «si se puede replicar con otros grupos en Burgos y en otras ciudades».