43º FESTIVAL INTERNACIONAL DE FOLCLORE
Un fin de fiesta que deja ganas de más
Todos los grupos internacionales y dos de la capital participaron en la ceremonia de clausura / La actuación más esperada fue la de los Gigantillos, que arrancaron grandes aplausos del público
«Hoy terminamos pero el calor del público va a hacer que sea una gran fiesta». Era la última función y el 43º Festival Internacional de Folclore dijo adiós por todo lo alto. Una velada en la que todos los grupos participantes pasaron por última vez por el escenario con decenas de guiños hacia el público a modo de despedida. Al cierre de esta edición todo estaba preparado para que los danzantes participasen en la última de las galas que acogió la plaza de Virgen del Manzano, ubicación del festival de este año. El encuentro abrió con la agrupación de Tahití que ofreció un «homenaje a sus ancestros». Con una música tranquila y movimientos de lo más sugerentes, el colectivo de la Polinesia Francesa dijo adiós con la mejor de sus sonrisas para dejarle paso a Puerto Rico. Aquí, la presidenta del Comité de Folclore de Burgos y presentadora desde hace ya unas cuantas ediciones, Regina Peñacoba, no pudo evitar presentar a dos bailarines de la isla caribeña para manifestar que hace siete años se enamoraron en el festival y que, a día de hoy, todavía son pareja. «Aquí están, juntos, y espero que para siempre», señaló Peñacoba, quién manifestó que durante 43 años hubo tiempo más que de sobra para los «enamoramientos». Así las cosas, el ritmo se acentuó con la irrupción de la percusión de Puerto Rico que enganchó al público y dejó el ambiente cargado para que retomara el espectáculo la Asociación de Danzas Estampas Burgalesas para demostrar también un poco la danza de la tierra. Armenia volvió a demostrar su «solvencia técnica» y Sri Lanka deleitó a los asistentes con sus exóticos bailes. Su objetivo de promover la paz y la armonía comunitaria, religiosa y social a través de la danza y la música es algo que les ha caracterizado a lo largo de estos cinco días.
Desde primera fila se apreciaba un brillo especial en los ojos de los participantes, conscientes de que desconocen cuando será la próxima vez que visiten la capital. Pero han dejado huella, y es que Burgos se ha convertido en el centro universal de la paz, la tolerancia, la diversidad, la integración y las culturas.
Para finalizar, la ceremonia de clausura contó con la actuación de los Gigantillos, que arrancaron grandes aplausos del público. Ahora tan sólo queda esperar y comenzar una cuenta atrás que a muchos se le hará larga, o no tanto, pues el folclore burgalés siempre estará en la ciudad dispuesto a mostrar su riqueza cultural.