SANIDAD / PEDIATRÍA
Observar en los primeros meses para adelantarse a los problemas
El neonatólogo Juan Arnáez realiza un proyecto de investigación con recién nacidos con el que prever posibles patologías en etapas posteriores
Con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los recién nacidos, Juan Arnáez, neonatólogo del Hospital Universitario de Burgos y miembro de la Fundación NeNe, trabaja en un proyecto de investigación junto al doctor Alfredo García-Alix, neonatólogo del Hospital Sant Joan de Déu, experto en Neurología Neonatal, «centrado en identificar rasgos que nos permitirán adelantarnos a futuros problemas de salud de los recién nacidos», explica el médico.Existen dos formas de saber que un bebé podría tener problemas de salud. «Podemos esperar a ver cómo se desarrolla en momentos puntuales como cuando tiene que empezar a sentarse, gatear o coger cosas, es decir a las primeras etapas de desarrollo, o adelantarnos a esos momentos a través de la observación y la exploración durante los tres primeros meses de vida para, en caso de detectar señales de alarma, empezar con tratamientos de rehabilitación, fisioterapia o estimulación lo antes posible», comenta el doctor.La mayor parte de los padres piensan, como es natural, que «si su bebé se mueve y está más o menos atento todo está transcurriendo con normalidad», pero «para los especialistas hay algunos signos en los tres primeros meses de vida que ya nos están alertando de que algo no está yendo bien», apunta Arnáez. En este sentido, el profesional médico explica que «aunque se ha avanzado mucho en neonatología, la investigación durante los tres primeros meses de vida de los bebés es muy escasa».De ahí que el objetivo de este proyecto se centre en «estudiar signos en esos tres primeros de vida para adelantarnos a posibles patologías antes de que aparezcan». Esa anticipación permitiría «minimizar las dificultades a las que se enfrentará el niño porque, aunque no sabemos en qué grado afectará una patología al bebé. Si hay señales de alarma, cuanto antes empecemos a trabajar con un cerebro y un cuerpo en pleno desarrollo, mucho mejor».Los problemas neurológicos de los recién nacidos pueden tener cuatro orígenes. Por un lado «los que comienzan dentro del útero materno y que están relacionados con la formación del cerebro y, por otra parte, los relacionados con problemas alrededor del parto que son la de oxígeno y el infarto cerebral y, de forma posterior, las infecciones durante los primeros días de vida, como la meningitis», comenta el doctor. Estas situaciones pueden derivar en consecuencias en el área motora y en el área cognitiva- conductual. «Por norma general, las problemas se producen en ambas áreas de forma conjunta», explica.El proyecto de investigación del doctor Arnáez se basa en que «el bebé observado y explorado debe ‘pasar’ con éxito una escala conformada por varios ítems diseñados por el doctor García-Alix. El examen de exploración se centra en las dos áreas clave: la motora y la cognitiva- conductual. En el caso del área motora, Arnáez explica que «no solo se trata de poner atención al tono y la fuerza de la musculatura del bebé» sino que «es mucho más importante observar cómo se mueve, la calidad de ese movimiento, no si se mueve mucho o poco».El profesional médico explica que una buena calidad del movimiento significa que «se involucra a todas las partes del cuerpo o a la mayoría y que es cambiante, es decir, que uno no puede prever qué va a hacer el bebé en cada momento y, sobre todo, que los movimientos sean elegantes y fluidos no rígidos y bruscos». Que la calidad del movimiento sea buena «es señal de que la realidad motora del cerebro es buena».Para abordar el área cognitivo- conductual, Arnáez se retrotrae primero a los años 80 y 90 cuando «se pensaba que el bebé era un ser que reaccionaba a cosas y que comía y dormía, casi como un animalito», pero «la realidad no es así». Investigadores clínicos comprobaron años después que «los bebés se comportaban con su entorno de una forma inteligente y que tienen una transición entre estados de conducta».En esa transición se centra la segunda parte de la exploración. Dormir, despertarse, alerta-tranquilo, alerta- activo y llanto son los cinco estados de un bebé. «Un bebé con un cerebro mal formado o con un daño importante no es capaz de transitar entre los estados de forma normal. Por ejemplo, un bebé que no se calma nunca y que se pasa el día llorando», comenta el doctor. Precisamente el llanto «es tremendamente significativo», señala y es que, «mientras que un bebé sano modula el llanto, por norma general cuando un bebé tiene alguna afección tiene un llanto agudo y estridente».Para considerar que la transición entre estados es óptima «el bebé debe pasar por todos ellos, es decir, se despierta, llora un poquito, observa lo que hay a su alrededor, se queda tranquilo, etc». En este punto es «muy importante ver cómo se adapta al medio, debe ser una adaptación lógica, sensata, inteligente». Por ejemplo, «si hace frío o hay mucho ruido, el bebé llorará y eso es lo normal».La exploración finaliza observando como el bebé se orienta hacia los estímulos. «Usamos estímulos visuales y auditivos», comenta el doctor, quien hace hincapié en que «lo importante no es que el bebé siga esos estímulos con la mirada sino que ponga interés en ellos, en ese momento su mirada cambia, se fascinan con lo que tiene delante, algo similar a lo que ocurre cuando su mamá les da el pecho y al acabar se queda mirándola con interés».Aunque este estudio «puede alternarnos de posibles consecuencias», señala Arnáez, recuerda que «nada es una verdad absoluta porque hay que tener en cuenta otros factores como que cada niño tiene su ritmo o si, por ejemplo, ha estado ingresado». Por eso «a los papás les explicamos que si hace bien esta prueba es muy probable que todo vaya bien». Lo más importante es «prestar atención a los bebés en los que observamos signos de alarma que pueden o no derivar en problemas futuros». Con ellos «es fundamental vigilar y seguir haciendo evaluaciones».Hasta el momento se ha realizado el estudio a 70 bebés, una parte de ellos prematuros y otros nacidos a término. Además, en ambos grupos «se está observado a niños sanos y a niños con alguna patología». La exploración se desarrolla cuando el bebé ha cumplido alrededor de las 40 semanas y de nuevo a los tres meses de vida. Los resultados obtenidos por el doctor se cotejan después con una persona que no conoce al bebé. «La exploración se graba para que después sea vista por una persona ajena al estudio y comprobar si es capaz de ver lo mismo que yo», apunta el doctor.La idea «no es realizar este estudio en una muestra muy grande de niños» sino «estudiar a unos cien bebés aproximadamente y ver si este método de exploración y evaluación cumple con su objetivo para trasladarlo a otros hospitales». A partir de ahí, «queremos que otros compañeros neonatólogos y pediatras tengan una mejor formación en este campo y precisamente ese es un de los objetivos de la fundación».Aunque aún quedan seis meses para que el proyecto finalice, hasta el momento, este medio año ha permitido al doctor conocer que «hay ítems de la escala que indican con mucha certeza que algo no va bien, mientras que hay otros que no, porque algunos neonatos no expresan un problema cerebral grave tan pronto». En cualquier caso, si se determina que el recién nacido tiene riesgo de tener problemas «es fundamental sobreestimularle».En seis meses, se estudiarán los resultados obtenidos y «decidiremos si se puede trasladar a otros hospitales», comenta Arnáez.