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SOLIDARIDAD

«Hemos obligado a los inmigrantes a echarse al mar y a morir»

Santiago Agrelo fue arzobispo en Tánger y relató ayer en Burgos cómo en 12 años la situación ha empeorado hasta poner en peligro el reparto de ayuda y auxilio al inmigrante

Santiago Agrelo abordó su experiencia como arzobispo en Tánger e hizo un repaso de la situación actual. SANTI OTERO

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Burgos

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Lleva siete meses alejado de Tánger, en una congregación franciscana de Santiago de Compostela, pero Santiago Agrelo, Arzobispo Emérito de Tánger, sigue afeando la política de inmigración de Occidente con África. Se encarga de dar voz a las personas olvidadas que allí se agrupan en torno a las carreteras y montes esperando una oportunidad para buscar un futuro en occidente. Ayer alzó la voz por los inmigrantes y la situación y gestión de este fenómeno en la sala Polisón del Teatro Principal con la charla ‘Ver para recoger. Sociedad e Inmigración’.Doce años de trato directo con jóvenes inmigrantes le ha dado la potestad para hablar claro y rotundo que «la ceguera ante el dolor humano es una forma de negar a Dios». Desde que llegó a un Arzobispado complicado en un puesto fronterizo como Tánger a su marcha, hace siete meses, «todo ha empeorado».Una de las labores de la Iglesia en la zona es atender a estos sin papeles que se agolpan a la espera de un golpe de suerte para cruzar la frontera, su único objetivo y su «derecho». «Hemos pasado de poder repartir alimentos a los grupos que se agolpaban en la carretera o en el monte, a años después, quedar a golpe de teléfono a una hora y un lugar para entregarles lo que podíamos darles de primera necesidad escondidos en los bosques. Desde 2018 ni siquiera eso todo está controlado y ni alimentos podemos llevar en algunas ocasiones», explica.Para Agrelo si los miles de millones que se han destinado para contener la inmigración en los países fronterizos se hubiera dedicado a acompañar y atender a acoger «tendríamos una situación bien distinta». Apunta que esta actitud de occidente que «cuando ellos no querían salir de África, les sacábamos a la fuerza para esclavizarlos, ahora que quieren salir les obligamos a echarse al mar y a morir».Denuncia que los partidos políticos de extrema derecha que «afloran en toda Europa» hablan de «identidad con el rosario en la mano». Pero Agrelo, que ha visto la pobreza y la miseria a los ojos de los miles de inmigrantes que ha apoyado, considera que «la iglesia que sueño es aquella que no tenga ningún peso político, pero sí se complica la vida con los pobres, nuestro destino es vivir el evangelio para los pobres».El Arzobispo Emérito de Tánger obligó a los burgaleses que asistieron a su charla a mirar esta realidad migratoria a los ojos. Una realidad que le era ajena antes de recalar en Tánger pero que le ha dejado una huella indeleble en su alma. «La ceguera ante el dolor humano es una forma de negar a Dios» afirman quien prefiere leer el Evangelio en una patera y exigió retirar las concertinas porque «un emigrante tiene derecho a emigrar con seguridad y sin exponer la vida y es un derecho que no respeta ningún país del mundo».Y su manera de mantener esa actividad que realizaba sobre el terreno en Tánger es informar de lo que pasa. «Desde la política y desde las instituciones hay un propósito de silencio informativo y lo único que se da a conocer es la información oficial y, por tanto, poco fiable». Una situación que viene asociada al uso del lenguaje en el que «se criminaliza al emigrante porque son ilegales, irregulares y se les relaciona con la mafia sin hacer distinción y se equipara a emigrante con mafioso cuando son sus víctimas». Cree que la batalla del lenguaje está perdida pero, al menos, cuenta esa realidad que ha visto directamente durante 12 años y que le ha dejado una huella imborrable y ve en esa actitud la fórmula para que «la iglesia gane más peso en la sociedad».