SOCIEDAD / CORONAVIRUS
De la odisea en Tailandia a luchar por su agencia de viajes
Tras verse atrapada en Tailandia al inicio de la pandemia, Sara Hernando se esfuerza cada día por reactivar su agencia de viajes
Bangkok, Moscú, Madrid y Burgos. Una vez concluida con éxito su odisea tailandesa, justo cuando el coronavirus empezaba a causar estragos en todo el mundo, Sara Hernando, Rebeca y María Saiz se pusieron en cuarentena «por si acaso». Permanecieron dos semanas aisladas para «proteger a nuestras familias», sin salir de casa, con la «incertidumbre» de quien ha desfilado «por muchos aeropuertos» y, por tanto, «muy expuestas a pesar de las medidas de precaución que tomamos». Afortunadamente, ninguna de estas tres jóvenes burgalesas dio positivo. En cualquier caso, «nunca está de más asegurarse», rememora Sara con la esperanza de que «tengamos la conciencia suficiente para que esto acabe pronto».
Tras la cuarentena autoimpuesta, máxime cuando no se les sometió a ningún control cuando aterrizaron en España, Rebeca y María se reincorporaron a sus puestos de trabajo. Para papelón el de Rebeca, pues como enfermera le ha tocado lidiar cara a cara con el Covid-19. «Quieras que no, da miedo», reconoce Sara, consciente de los riesgos a los que se expone el personal sanitario. Por eso admira la decisión adoptada por su amiga de instalarse en otro piso, y no con su familia, para evitar posibles contagios. Lógicamente, y aunque la pandemia parezca remitir, «toma todas las precauciones que puede».
Más complicado se presentó el panorama laboral para Sara. Guía turística y con su propia agencia de viajes (Camino Travel Tours), especializada en el Camino de Santiago, se vio obligada a «cancelar todas las reservas y devolver el dinero a los clientes». Instalada en Espinosa del Camino durante la cuarentena, tuvo claro desde el primer momento que su sector -sobre todo los pequeños negocios- deberá luchar contra viento y marea para «sobrevivir». De entrada, «intentando reducir los costes al máximo» para paliar las pérdidas de unos ingresos que se daban por seguros de cara al verano.
No cabe duda de que el turismo se enfrenta a un «infierno» por mucho que el Estado de Alarma finalice el 21 de junio. Pero en vez de lamentarse, Sara se muestra partidaria de «diversificar la oferta» y buscar nuevos nichos de mercado en función de las circunstancias actuales y futuras. Además, sabe que otros sectores lo pasarán aún peor. «Pienso en todos los bares, restaurantes y alojamiento y se me cae el alma a los pies; es una pesadilla», reflexiona con la esperanza de que, en su caso, «se pueda reactivar el Camino tomando las medidas necesarias».
Sara cree que «es el momento de apostar por España, por lo que tenemos cerca». Para ello, las administraciones deben «ayudar al turismo nacional»
Por ahora, Sara no las tiene todas consigo. La Ruta Jacobea «se estaba ampliando casi hasta noviembre. Sin embargo, desconoce si los miles de peregrinos que transitan cada año por la provincia y el resto de puntos estarán por la labor de hospedarse en los alojamientos rurales y albergues especialmente habilitados para ellos. Por otro lado, asegura que ya ha recibido unas cuantas solicitudes de información sobre «presupuestos». El problema, insiste, es que «no sabemos ni las condiciones ni la viabilidad de nada».
A raíz de la pandemia, y en vista de la crisis económica que se avecina, Sara tiene muy claro que «es el momento de apostar por España, por lo que tenemos cerca». Desde su punto de vista, las administraciones públicas deben centrar sus esfuerzos en «ayudar al turismo nacional». En la misma línea, hace un llamamiento a los veraneantes. Porque «a todos nos gusta ir a Tailandia, pero también tenemos playas aquí». De puertas hacia dentro, cual mantra entre sus compañeros de gremio, remarca que «no nos sirve de nada hundirnos». La única solución, a su juicio, consiste en «pensar que todo esto va a pasar en algún momento y que, aunque nos cueste, saldremos adelante».
Mientras mira de reojo las posibilidades que brindará la nueva normalidad a los guías turísticos de Castilla y León, Sara no puede evitar cierto desasosiego al ver la relajación de buena parte de la población tras la progresiva flexibilización de las restricciones inicialmente impuestas. Lo que más le llamó la atención, sobre todo cuando se autorizaron los paseos y el ejercicio al aire libre, fue comprobar cómo «con una mano aplaudimos y luego con los pies la preparamos». Si algo ha aprendido de esta experiencia, más aún tras verse atrapada temporalmente en Tailandia, es que «hay que seguir portándose bien» para que el coronavirus desaparezca definitivamente.