RESTAURACIÓN
El puzzle del Trasaltar empieza a tomar forma
En 1499 Felipe Bigarny (1470-1542) trazó las líneas de un dibujo geométrico sobre el que asentó la base de los relieves de ‘El descendimiento y la resurrección’ y ‘La Crucifixión’. En enero de 2019 el equipo de restauración del Trasaltar de la Catedral de Burgos desmontó en bloques esta ‘maldita’ piedra de Briviesca descubriendo, con asombro, «el trazado de origen, un replanteo geométrico de una perfección increíble».
Su aspecto gris ha desaparecido. La piedra luce blanca y limpia, algunas piezas han perdido el tallado pero se ha buscado sanar sin añadir. La ambiciosa restauración del Trasaltar de la Catedral de Burgos afronta ya su fase final. En esta semana se ha retirado la parte superior del andamiaje que protegía la zona de los trabajos de la abierta a las visitas. Los doseles de la parte superior ya dejan ver el resultado de una intervención multidisciplinar e integral que arrancó en 2013, con un proyecto de investigación sobre el mal de la piedra que afectaba especialmente a dos de las cinco piezas en las que se divide la instalación, y que se empezó a materializar con la obra que se inició en verano de 2018. Todo parece encaminado para acabar entre septiembre y otoño. Ayer se iniciaban los trabajos de iluminación. También quedan pendientes trabajos de reintegración y acabados finales. «Vamos en tiempo, hay margen administrativo, y todo indica que podemos acabar en otoño pero si aparece algo... lo que nos pida la intervención es prioritario al tiempo», explica el coordinador general del proyecto y restaurador de la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, Carlos Tejedor. El objetivo es recuperar toda la estructura tras siete años dando vueltas a conocer qué le sucedía al complejo escultórico, por qué y cómo atajarlo. Oficialmente el mal de la piedra se mostró de manera más dura a partir de 1909. Pero el proyecto de investigación sobre el trasaltar ha dejado claro que los relieves elaborados con la piedra de Briviesca «presentaron problemas desde el principio». Los productos y técnicas que se aplicaron en los siglos XIX y XX para atajar esa degradación aceleraron la destrucción de los dos complejos escultóricos con los que Felipe Bigarny afianzó su relación con la Catedral. El origenEl escultor francés realiza el Camino de Santiago y llega a Burgos donde el Cabildo del momento le encarga un relieve para decorar el paño mural central del trasaltar del templo. Es la escena ‘Camino al Calvario’ que se le encarga en 1498 y termina en marzo de 1499. Según la biografía que del autor se recoge en la Real Academia de Historia, cobró los 200 ducados fijados en el contrato y 30 más por ser cumplidor en fechas y por su buen hacer.«Los canónigos habían encontrado el oficial diestro y cumplidor, aspecto éste de suma importancia en aquellos tiempos, y capaz de ejecutar varias de las importantes obras de talla y escultura que tenían previsto hacer para modernizar y embellecer el templo y adaptarlo para más brillo y comodidad de las funciones litúrgicas». Volvería para levantar el conjunto de ‘La Crucifixión’ y ‘El descendimiento y la resurrección’. El trasaltar lo completaría Pedro Alonso de los Ríos en el siglo XVII con los relatos en piedra de ‘La oración del huerto’ y ‘La ascensión’ que abren y cierran el complejo. Las piezas de Bigarny se elaboraron en piedra de Briviesca y las de Alonso de los Ríos en piedra de Hontoria.La primera ofrecía un buen resultado en la talla, permitía el detalle, pero presenta mas problemas de conservación al tener el poro muy cerrado. «Esa característica hace que a cualquier presencia de humedad se introduzca en la piedra, y si tiene contenido salínico, esa sal entra y cristaliza rompiéndola», explica Tejedor. Y aunque la instalación está en el interior y era difícil la entrada de agua, en el siglo XVI empezaron las obras del Presbiterio (en la parte trasera del Trasaltar) que fueron fatales para estas esculturas. Esa obra eleva el nivel del suelo hacia la mitad del Trasaltar rellenando con tierra la parte de debajo.El agua que baja de la ladera del Castillo, con salinidad muy alta, se filtra hasta esta tierra, en contacto directo con el relieve. «La humedad hacia contacto directo con la mitad del relieve por donde empieza a entrar agua a la piedra, que, al ser tan porosa, la rompía», explica. La piedra de Hontoria resistió mejor ese contacto. La Catedral ha sido el orgullo de la ciudad desde hace 799 años. Conforme avanza el conocimiento y la ciencia, se empiezan a introducir productos de consolidación para la mejora de los elementos dañados. En el Trasaltar aquello fue fatal. «La piedra no respiraba y favorecía la cristalización de la sal dentro de la piedra produciendo el efecto contrario de lo que se pretendía», explica el coordinador de los trabajos. Uno de los tres relieves de Felipe Bigarny soportó mejor ese estrés de agua salina que se introducía por sus poros rompiéndola poco a poco durante 400 años. El más antiguo, ‘La cruz a cuestas’, no presentaba tanta degradación como los centrales. En el siglo XVI se aplicó una solución con la misma filosofía que la que se ha tejido ahora pero con otros fines.«Se coloca un muro entre el relleno del presbiterio y el relieve evitando así la filtración directa de esa humedad cargada de sales y no se dio el problema. «Una solución creada para otra cosa pero que ha permitido tener una mejor conservación», explica Carlos Tejedor.Esta pieza y las creaciones de Pedro Alonso de los Ríos han tenido una intervención in situ más habitual. El resto se han desmontado pieza a pieza, cual puzzle que ya luce en todo su esplendor. Este análisis y el proceso de intervención son las conclusiones finales de un proyecto de investigación y análisis del complejo financiado por la Junta de Castilla y León, el Banco Santander y el Cabildo de la Catedral de Burgos. Coordinado por la administración regional, en él participaron la Universidad de Zaragoza, la Universidad de Valladolid y el Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales.El primero hizo un estudio geológico sobre la salinidad de la roca, el segundo realizo análisis no destructivo in situ, con espectroscopia Raman, y en el laboratorio con espectroscopia infrarroja y Raman en modos macro y micro y difracción de Rayos X. La tercera llevó a cabo el estudio de los recubrimientos realizados de manera previa. Más información en la edición impresa.