EDUCACIÓN
Los colegios suspenden en la calidad del aire de las aulas con una nota de 1,6
Un estudio realizado por la Universidad de Burgos y la Plataforma de Edificación Passivhaus propone, tras conocer las deficiencias de los centros, invertir en rehabilitaciones para ganar en eficiencia energética
Los colegios españoles suspenden en calidad del aire y en la falta de confort de sus instalaciones como ha constatado un estudio de la Plataforma de Edificación Passivhaus (PEP) con la colaboración de la Universidad de Burgos (UBU).Tras analizar 43 centros educativos en diferentes provincias, entre ellas la burgalesa, los autores del trabajo concluyen que en cinco de cada seis horas que los alumnos pasan en las aulas lo hacen con una temperatura inadecuada y con unos niveles de dióxido de carbono (CO2) por encima de los parámetros recomendados. «Apenas un 16% del tiempo están en condiciones óptimas y si lo trasladamos a notas estamos diciendo que hemos sacado 1,6», concluye Pedro Mariñelarena, vicepresidente de la PEP, que participó en la presentación del estudio. El catedrático de Edificación de la UBU, Juan Manuel Manso, y los arquitectos Bruno Gutiérrez Cuevas y Pedro Mariñelarena, presidente y vicepresidente de la PEP, explicaron los resultados del examen a los centros educativos. Proponen impulsar reformas en los colegios, a través de rehabilitaciones eficientes energéticamente, que permitan mejorar la calidad de vida de escolares y de docentes y generar ahorros en la climatización. Esta solución es, en estos tiempos de pandemia por coronavirus, «más urgente que nunca» ya que la ventilación de los espacios cerrados es una de las recomendaciones establecidas para prevenir los contagios. De hecho, los centros escolares tienen marcados los tiempos para ventilar las aulas con el consiguiente deterioro de la temperatura sobre todo en una provincia como la de Burgos, donde los termómetros ya han comenzado a bajar, como indica el responsable del departamento de Ingeniería Civil de la UBU, Juan Manuel Manso, que señala que los alumnos están comenzando a sentir frío en las aulas.Mariñelarena pone de manifiesto que se podría comenzar en las rehabilitaciones de estos edificios con actuaciones en la ventilación basadas en los estándares del Passivhaus. «Son sistemas de ventilación mecánica con recuperación del calor que permiten ventilar continuamente el edificio, a modo de pulmón, introduciendo aire nuevo y sacando aire viciado del interior, además cuentan con un filtro que recoge las partículas sucias», mantiene.La plataforma ha realizado un muestreo lo suficientemente representativo independientemente de si son centros públicos o privados, si son antiguos, rehabilitados o nuevos, y se ha acudido a distintas provincias donde las condiciones climatológicas son diferentes. «En total se han analizado 235.762 metros cuadrados de centros escolares en lo que es el mayor estudio que existe en España de estas características», aporta el vicepresidente.Las mediciones realizadas en distintos centros han puesto de manifiesto que apenas se alcanzan los 20 grados, entendida como una temperatura óptima, a mitad de la mañana y con la consecuencia de que los niveles de CO2 van creciendo a lo largo de la jornada escolar muy por encima de lo que marca el Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios (RITE). Esta normativa indica que en los niveles óptimos el CO2 debe estar por debajo de las mil partes por millón, un parámetro que solo se consigue entre las 7 y las 8 de la mañana en el centro escolar estudiado. «La ‘combinación perfecta’ en muchos centros es que hay bajas temperaturas y altos niveles de CO2», asegura Mariñelarena.El profesor de la UBU, Juan Manuel Manso, considera que las administraciones pueden impulsar las rehabilitaciones en edificaciones a través de los fondos europeos que están por llegar «generando salud para los niños, ahorro económico, beneficios ecológicos al reducir las emisiones de carbono y una reactivación económica al generar obras y, por tanto, trabajo».Opina el pediatraA los problemas de confortabilidad de las instalaciones se añaden otras consecuencias sobre la salud y el rendimiento escolar de quienes pasan gran parte del día respirando unos niveles de dióxido de carbono por encima de los recomendados por las autoridades sanitarias. Para la presentación de estos resultados, los autores han contado con la colaboración de Quique Bassat, pediatra y epidemiólogo en ISGlobal, que con sus conocimientos ha contextualizado cómo afecta la mala calidad del aire a los escolares. «En niveles altos de CO2 por encima de 2.000 partículas por millón nos exponemos a una disminución del rendimiento escolar, de la concentración y a la aparición de sintomatologías como cefaleas», argumenta este experto. Con la pandemia del covid-19 se ha puesto el foco en las aulas y como indica el pediatra se está ventilando «de manera manual», pero asegura que este tipo de soluciones no es sostenible cuando llegue el frío.El presidente de la Plataforma de Edificación Passivhaus, Bruno Gutiérrez, explica que los niveles de confort adecuados deberían ir en la línea de que los centros tuvieran una temperatura de entre 20 y 25 grados desde la primera hora de la jornada escolar hasta la última, que la humedad relativa se situase entre el 40 y 60% y que los niveles de CO2 estuvieran por debajo de 1.000 partículas por millón.