El Correo de Burgos

SANIDAD / TRIBUNALES

La Fiscalía recibe un cuarto caso muerte sin atención presencial

La familia de Carlos Martínez, víctima de cáncer y a priori diagnosticado de «depresión», presentará una «reclamación formal» ante la Junta

Entrada a Urgencias en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU). SANTI OTERO

Entrada a Urgencias en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU). SANTI OTERO

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El Defensor del Paciente confirmó ayer que la Fiscalía de Castilla y León ha remitido a la de Burgos el caso de Carlos Martínez, fallecido el pasado 12 de octubre por una insuficiencia renal derivada de una «lesión en el hígado, posiblemente tumoral», que inicialmente fue diagnosticada como depresión. Se trata de la cuarta víctima mortal en la provincia de Burgos sin atención presencial en su centro de salud, en este caso el Ignacio López Saiz de la capital. Atendida la solicitud de su familia, que acudirá a los tribunales como acusación particular pase lo que pase, la entidad que preside Carmen Flores espera que el Ministerio Fiscal investigue los hechos de la forma «lo más contundente posible» porque «son demasiados casos en muy poco tiempo». 

A expensas de que la Fiscalía admita a trámite la petición, la hija de Carlos, Laura Martínez, no piensa quedarse de brazos cruzados. Incapaz de ocultar su «impotencia», y dispuesta a que se depuren responsabilidades desde el ámbito judicial, anuncia su intención de presentar una «reclamación formal» ante la Consejería de Sanidad en cuanto tenga el informe de fallecimiento y la historia clínica de su padre. Hace poco más de una semana perdió a su progenitor, de 75 años, y lo único que exige es que se tomen medidas cuanto antes porque este tipo de sucesos, por desgracia, «se está volviendo habitual». 

El luctuoso periplo de Carlos Martínez arranca el pasado 28 de septiembre, cuando «empezó a encontrarse mal». El 29, su mujer llamó al centro de salud con intención de pedir cita, pero «nos comentaron que nuestro médico de cabecera no estaba y que al día siguiente nos llamaría otro». Efectivamente, un doctor se comunicó con la familia y, por teléfono, llegó a la conclusión de que los síntomas eran compatibles con una depresión. Se basó, según apunta Laura, en el «historial» del paciente, que hace unos años ya se vio afectado por dicha enfermedad. Total, que le recetó «una pastilla»  mientras recomendaba pedir una análitica y la pertinente consulta con su médico habitual de cabecera. Al final, la consulta acabó fijándose para el 14 de octubre, dos días después del fatal desenlace. 

«Las cosas no se han hecho bien desde el primer momento», sentencia Laura, hija de Carlos Martínez.

Llegados a este punto de la historia, prácticamente al principio, Laura subraya que «las cosas no se han hecho bien desde el primer momento». Lo peor llegó el 2 de octubre, cuando en vista de que Carlos no mejoraba optaron por acudir a Urgencias del Hospital Universitario de Burgos (HUBU). Ya en triaje, la mujer del paciente detalló el diagnóstico del doctor que le había atendido telefónicamente, pero también hizo hincapié en que «le dolía el estómago». Además, informó de los antecedentes familiares de cáncer estomacal. Para su sorpresa, el médico que les atendió respondió que «eso eran dos consultas», así que tuvieron que elegir. Ante la duda, se decantaron por el psiquiatra, que le recetó otra pastilla mientras sugería que la analítica -solicitada por la familia- se hiciese en su consultorio porque las de Urgencias «son muy básicas». 

Cinco días después, de nuevo en Urgencias, a Carlos le realizan una analítica porque «cada vez estaba peor». El resultado, de todo menos bueno. Sin embargo, el doctor que allí se encontraba de guardia plantea al hermano de Laura la posibilidad de «dejarle ingresado» o «llevarle a casa para seguir el tratamiento». La idea, en principio, es que «en unos días le llamaría un médico» si se decantaban por la segunda opción. Dicho y hecho, volvieron al domicilio a la espera de que se pusiesen en contacto con ellos. 

Como Laura no estaba del todo «convencida», llamó por su cuenta al centro de salud. Por fin, señala, les atendió una «doctora profesional» que no daba crédito a lo que estaba sucediendo. «Tu padre está para ingresar», advirtió incapaz de entender cómo le habían permitido salir del hospital. Así pues, contactó con el HUBU y tramitó un volante de ingreso. Otra vez en Urgencias, la ecografía reveló la lesión de hígado que desde el principio se había interpretado como depresión. 

Tanto había empeorado el estado de Carlos que, debido a su insuficiencia renal, «no podía hacerle un TAC con contraste para saber el orígen del cáncer». Certificada su muerte, Laura tuvo claro que posiblemente su padre hubiese corrido la misma suerte. Pero nunca lo sabrá a ciencia cierta porque quizá la insuficiencia renal se podría haber evitado. Consciente de los casos previos con el peor de los finales (Sonia Sainz-Maza, Lidia Bayona y Lidia González) y la denuncia -también remitida a Fiscalía por el Defensor del Paciente- del diagnóstico tardío y sin solución de María Cristóbal, lamenta que muchos ciudadanos se hayan visto «indefensos» y «desamparados por todos lados», empezando por las administraciones competentes en materia sanitaria. 

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