SOCIEDAD
Paseos sin rumbo en una ciudad a medio gas
Burgos mantiene el cierre perimetral. El 60% de las camas de hotel han cerrado y el 20% de bares y restaurantes no volverán a abrir.
513 motivos navideños llenan de luz las calles de Burgos. Pero no logran disipar las sombras que se ciernen sobre una ciudad a medio gas. El encendido es casi lo único que, junto con el frío, demuestran que la Navidad ha llegado. El cierre perimetral seguirá en la capital.
El nivel más alto de restricciones en Castilla y León, y del país, conlleva una asfixia económica para algunos sectores y un menor ritmo para los que pueden abrir. Por eso los sectores que siguen «obligados a no trabajar por decreto y sin mesa de negociación», ven inquina.
«Creo que la ciudad de Burgos se tiene que sentir perseguida por la Junta de Castilla y León. Se ha visto en los presupuestos donde mueren muchos proyectos para la ciudad y la provincia, y ahora somos los únicos que seguimos cerrados», señala el presidente de la Federación de Hostelería de Burgos, Fernando de la Varga. «Creo que la peor situación ahora se da en Castilla y León, y dentro de la región la peor parada está siendo Burgos, es la más afectada económicamente hablando y hasta parece que hay quien lo está disfrutando», explica el portavoz de la división de hoteles de los hosteleros burgaleses, Luis Mata.
El puente ha sido un ejemplo de ese letargo en el que está sumida la ciudad. Lo que el año pasado eran calles llenas, bolsas de compras, pinchos, reservas en restaurantes, y bullicio, estos días dispersaban el gris plomizo del cielo sobre el asfalto de la ciudad.
Paseos sin destino, por el simple hecho de dar una vuelta. Con el pequeño comercio cerrado desde el domingo, los centros comerciales cerrados y los bares y restaurantes con la persiana bajada, la única actividad pasaba por las panaderías y pastelerías, algunos locales con cola para pedir un chocolate o café para llevar. El único exceso, un paseo por algunas librerías que, como kiosko de prensa, abrían en festivo y un mercado navideño, que abre con control de accesos todos los días, a medio gas.
«Es toda una incongruencia, el mercado navideño puede abrir, pero las terrazas no; mi hijo no puede celebrar su cumpleaños con cuatro amigos, pero el arzobispo sí puede organizar una celebración con 250 asistentes... Toda una incongruencia»
El comercio se resiente
«Nos hace mucho daño el cierre de la hostelería, las calles están tristes, demasiado tranquilas y eso conlleva que no haya movimiento», destaca el vicepresidente de la Federación Provincial de Comercio de Burgos (FEC), Julián Vesga. No es que el puente de la Constitución y estos días que siguen sean el grueso de la campaña navideña, «no suele haber actividad después del Black Friday, esperemos recuperar algo de actividad en la próxima semana porque todo está muy parado», explica Vesga.
El viernes negro fue más negro que otros años, «ha estado muy flojo» y todo recae en el mismo punto: calles con la secuencia de locales cerrados por obligación o porque ya no pueden más. La Federación de Hostelería reconoce que entre un 10% y un 20% de ellos no volverán a abrir. En hoteles, el 60% de las camas ya están cerradas.
«Es toda una incongruencia, el mercado navideño puede abrir, pero las terrazas no; mi hijo no puede celebrar su cumpleaños con cuatro amigos, pero el arzobispo sí puede organizar una celebración con 250 asistentes... Toda una incongruencia», sentencia uno de los hosteleros que ayer participaron en la protesta contra el cierre de actividad celebrada ayer en Burgos.
«El 50% de los locales no tienen terraza y, esto es Burgos, el clima invernal no da para dar un servicio de calidad en terrazas»
Las terrazas no alcanzan
La capital seguirá confinada y con la hostelería solo podrá servir en terrazas. «Somos los únicos hosteleros cerrados en función de unos criterios sanitarios que no especifican y que no distan mucho de otras ciudades que sí han abierto», señala Fernando de la Varga. La apertura de terrazas es «continuar en la ruina, no es una tabla de salvación. El 50% de los locales no tienen terraza y, esto es Burgos, el clima invernal no da para dar un servicio de calidad en terrazas», señala De la Varga.
La situación no mejora en la provincia. En las Merindades, donde el turismo y la hostelería tiene un importante peso, el cierre perimetral ha llevado a algunos a hacer cálculos y no levantar más la persiana. «Nos ha afectado mucho el cierre perimetral porque nuestros clientes potenciales vienen de Euskadi en verano, en fines de semana, y nos afecta mucho, especialmente a la hostelería, hoteles y casas rurales», señala Agustín Delgado, portavoz de Hostelería Merindades.
«Llevamos 12 meses sin ingresos, mientras estemos en cese de actividad y con el personal en ERTE podemos mantenernos, cuando volvamos a abrir no sabemos qué va a pasar»
Regenta un camping en la zona y reconoce que el verano «hubo algo de actividad» pero «cuando empiezas a recuperar personal y salir a flote te vuelven a cerrar». Eso hace que gran parte de la población de este entorno rural y natural de primer orden se haya visto incluida en un ERTE.
Y donde nada se mueve es en las agencias de viaje a quienes el cierre perimetral les impide un mínimo de actividad. «Llevamos 12 meses sin ingresos, mientras estemos en cese de actividad y con el personal en ERTE podemos mantenernos, cuando volvamos a abrir no sabemos qué va a pasar», señala Gema Alonso desde la Asociación de Agencias de Viaje de Burgos. Sin viajeros que puedan llegar a la ciudad y sin poder salir de la ciudad como turistas, todo se reduce a paseos bajo un gris plomizo y sin rumbo fijo.