SOCIEDAD
Historia de un edificio muy singular
Nicolás Rodríguez, persona sorda, recopila en una exposición el devenir del actual centro de San Agustín
Hay edificios que tienen tantas vidas como usos se les ha dado a lo largo de su historia, sometidos a transformaciones que eliminan parte de su aspecto exterior pero mantienen su esencia. Uno de ellos es el edificio que alberga el centro cívico de San Agustín y que en su día fue el hospicio, como así se le conoció durante muchos años, pero que también fue una escuela para niños y niñas sordas.
Parte de esta historia y sus avatares se recogen en una sencilla pero muy ilustrativa exposición, titulada ‘El hospicio provincial de San Agustín’, que ha impulsado Nicolás Rodríguez Cano, persona sorda, que ha realizado su labor durante la última parte del pasado año en el centro cívico de San Agustín como monitor de ocio y tiempo libre, con la organización de talleres infantiles.
Una labor que forma parte de un convenio de colaboración entre Aransbur (Asociación de Familias de Niños Sordos de Burgos) y la Gerencia de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Burgos que tienen como objetivo la integración laboral de personas con discapacidad. La empresa de Aransbur Mira lo que te Digo ha sido la encargada de realizar la cartelería.
Una labor que forma parte de un convenio de colaboración entre Aransbur (Asociación de Familias de Niños Sordos de Burgos) y la Gerencia de Servicios Sociales del Ayuntamiento
El trabajo que ha desarrollado Nicolás en estos talleres, según relata Celia del Río, miembro de Aransbur, ha tenido una dificultad añadida por el uso de mascarillas, lo que dificulta enormemente la comunicación con el lenguaje de signos, donde la expresividad de las caras también es un elemento importante. Cuando acabaron las actividades de verano, Nicolás empezó a recopilar información sobre el edificio en el Archivo Provincial y a través de las aportaciones que fueron dando particulares.
Gracias a este trabajo, que se recoge en los 20 paneles con imágenes que se podrán visitar en centro cívico de San Agustín durante este mes, se puede saber que el hospicio fue también una escuela de niñas y niños sordos para que aprendieran un oficio. También era para ciegos. Esta visita permite ver cómo «era entonces la educación» que se ofrecía a estas personas. La exposición también muestra anécdotas sobre el edificio, como cuando era hospicio y uno de los niños que vivían en él canto el Gordo de Navidad.