RECONOCIMIENTO
«Si no es por los bomberos, me hubiese quedado en el sitio»
Alfonso García, víctima de un aparatoso accidente de bici en noviembre cerca de Cardeñajimeno, entrega una placa de agradecimiento a los efectivos que le rescataron
Todavía se estremece al recordarlo. El parte de lesiones habla por sí solo y deja claro que el accidente pudo acabar de la peor manera posible. 9 costillas fracturadas, un pulmón perforado y la clavícula rota. Obviamente, Alfonso García continúa de baja. Y aunque la recuperación va por buen camino, nunca olvidará la rápida intervención de los bomberos de Burgos aquel aciago 2 de noviembre en el que sufrió una aparatosa caída cerca de la carretera BU-V-8001, a la altura de Cardeñajimeno. Tal es su agradecimiento que ayer, tras varias intentonas para coincidir con ellos, entregó una placa y una carta de gratitud dirigida a sus salvadores: Emilio España Reguero, Roberto Luis Santos, Borja Martínez Pérez, Roberto Cuesta Pérez y Diego García Hernando.
«Si no es por los bomberos, me hubiese quedado en el sitio», rememora García a sabiendas de que «les debo la vida». También a su amiga Helena, su ángel de la guarda en esa tarde de lunes que se truncó, en torno a las 17:45 horas, tras una caída en bicicleta al tomar el desvío hacia la carretera. Hablando en plata, fue una «ostia de espanto». Hasta el punto de que «no podía hablar» pese a mantenerse consciente en todo momento. Tendido en el suelo y con unos dolores horribles, su acompañante comunicó inmediatamente lo sucedido al 112.
Incapaz de respirar, con un pulmón perforado, García se sentía «como un pez cuando sale del agua».
Visiblemente «nerviosa», Helena trató de concretar dónde se encontraban. García, mientras tanto, estaba «sin aire» y lo único que podía hacer era «gesticular con los ojos». En otras palabras, se sentía como «un pez cuando sale del agua». Por suerte, su amiga logró aportar las coordenadas exactas de su ubicación gracias a Google Maps. Y quiso la casualidad que una dotación de bomberos volviese de un incendio ya controlado en Quintanadueñas y escuchase el aviso. «Entre una cosa y la otra, llegaron en 27 minutos». Al desplazarse en todoterreno, no tuvieron mayor complicación para atravesar las tierras en las que se hallaba el accidentado.
Imagen del rescate difundida por los bomberos.
«Dinos con los ojos si te podemos mover», le requerían los bomberos al ser conscientes de la gravedad del impacto. El trato, tal y como reitera García, fue «impresionante de principio a fin». Animándole en todo momento y tranquilizándole porque no era la primera vez que se enfrentaban a una situación así, actuaron con «rapidez y suavidad» para trasladarle lo antes posible al Hospital Universitario de Burgos (HUBU). De hecho, tomaron todas las precauciones habidas y por haber para «amortiguar los golpes» dentro del vehículo, llegando a mantenerle prácticamente «en el aire» para evitar cualquier molestia a mayores durante el viaje.
Es de agradecer la asistencia en estos términos teniendo en cuenta la dificultad que entrañaba salir de un terreno tan «rugoso». Además, «a nada que me tocaban chillaba». Y claro, cualquier movimiento en falso podía resultar dolorosísimo. Bastante tenía en esos momentos y por ello no deja de reiterar su agradecimiento a estos cinco bomberos que le hicieron sentirse «protegido y tranquilo». Así lo expresa en la misiva con la que pretende rendir «homenaje» a todo un Cuerpo, especialmente a los efectivos que demostraron, ante sus ojos, el «trabajo en equipo y profesionalidad» que les caracteriza.
Llevaba un par de semanas intentando felicitar en persona a sus rescatadores, pero con esto de los turnos resultaba complicado cuadrar hora y fecha.
A García aún le duelen las costillas y, sobre todo, la clavícula. Se puede mover, eso sí, y ayer por fin logró reencontrarse cara a cara con cuatro de sus rescatadores -uno de ellos no pudo asistir al estar de baja- en el Parque de Bomberos de Burgos. Llevaba un par de semanas intentándolo, pero con esto de los turnos resultaba complicado cuadrar fecha y hora. El caso es que tenía en mente expresar su gratitud públicamente y hacer llegar su mensaje, con regalo de por medio, en cuanto le fuese posible. Para ello, tiró de contactos para conocer los nombres y apellidos de los intervinientes y concertar una cita con ellos.
Entretanto, este burgalés continúa con la rehabilitación para reincorporarse a su puesto de trabajo como carretillero en cuanto las heridas de tan tremendo impacto se curen definitivamente. Y como es de bien nacido ser agradecido, no deja de insistir una y otra vez en que la intervención de su amiga Helena y de los bomberos hoy le permite contar esta historia.