El Correo de Burgos

La Universidad Isabel I analiza cómo el estrés influye en el rendimiento académico en los alumnos de Primaria

Marta Martínez Vicente, profesora del Máster de Neurociencia y Educación, es coautora del estudio en el que participaron 649 estudiantes de quinto y sexto

Facahda de la Universidad Isabel I. ECB

Facahda de la Universidad Isabel I. ECB

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Marta Martínez Vicente, profesora del Máster en Neurociencia y Educación de la Universidad Isabel I, acaba de publicar un estudio sobre el ‘Rendimiento Académico según Distintos Niveles de Funcionalidad Ejecutiva y del Estrés Infantil Percibido’ en la revista Psicología Educativa, que pertenece al Colegio Oficial de Psicología de Madrid.

La profesora de la Universidad Isabel I es coautora de esta publicación con los profesores José Manuel Suárez-Riveiro, y Carlos Valiente Barroso. El estudio se realizó en nueve centros de Educación Primaria con la participación de 649 estudiantes de quinto y sexto curso.

El estudio analiza cómo las funciones ejecutivas y el estrés cotidiano son dos de las principales variables que influyen en el aprendizaje y el rendimiento académico de los estudiantes. Concluye que la capacidad atencional, la impulsividad y la concentración son menores a medida que descienden la atención sostenida y selectiva.

El estudio analiza cómo las funciones ejecutivas y el estrés cotidiano son dos de las principales variables que influyen en el aprendizaje y el rendimiento académico de los estudiantes

"Los estudiantes con menor capacidad atencional y concentración son los que cometen más errores, tanto por omisión como por comisión y coinciden con aquellos alumnos con mayores niveles de hiperactividad, impulsividad, trastornos asociados a la conducta y déficits de atención", detalla Marta Martínez Vicente.

Los alumnos más lentos y menos precisos son los que presentan problemas en las habilidades ejecutivas, especialmente cuando deben concentrarse en asignaturas como el aprendizaje matemático y metalingüístico. "Y cuanto mejor es la capacidad atencional, el control de la impulsividad y la concentración, mayor es el rendimiento académico en general, lo que favorece el desarrollo de actitudes positivas hacia el aprendizaje", concretan los autores del estudio.

Las funciones ejecutivas son actividades mentales complejas, necesarias para organizar, guiar, revisar, regularizar y evaluar el comportamiento necesario para adaptarse eficazmente al entorno y alcanzar las metas académicas.

Es un concepto propio de la neuropsicología que engloba un amplio abanico de habilidades cognitivas dirigidas al logro de una meta y orientadas al futuro. Son la base para controlar otros procesos cognoscitivos, emocionales y de comportamiento, básicos en la creación de planes, toma de decisiones, solución de problemas, autocontrol y regulación.

Respecto al estrés, han comprobado en la muestra del estudio que los niveles más elevados de estrés se encuentran en los ámbitos de la salud y escolar. Los alumnos con mayor rendimiento académico son los menos estresados, posiblemente por disponer de mayores estrategias de afrontamiento.

Respecto al estrés, han comprobado en la muestra del estudio que los niveles más elevados de estrés se encuentran en los ámbitos de la salud y escolar

Según la neurociencia, las funciones ejecutivas, que se encuentran en la corteza prefrontal y frontal del cerebro controlan, coordinan y dirigen los procesos cognitivos como la concentración, la atención, la memoria de trabajo y la inhibición, que son los pilares del razonamiento, la solución de problemas y la planificación. Estas funciones son esenciales para la regulación de la conducta, el pensamiento y la  afectividad para que el niño responda a las demandas escolares.

Tener unas buenas funciones ejecutivas permiten al alumno diseñar y ejecutar las estrategias necesarias para realizar las tareas solicitadas por el profesor. Por su parte, los componentes emocionales de las funciones ejecutivas permiten que el niño consiga regular sus emociones, y adquiera empatía, autoconciencia.

Esto le permita una buena adaptación social. En la etapa de escolarización se produce una mayor plasticidad cerebral y se ponen en marcha estos procesos emocionales a través de la experiencia.

El estrés constituye, según el estudio, un factor de riesgo para el bienestar y el desarrollo personal y académico del estudiante, ya que pueden originar trastornos o dificultades en el desarrollo. Las investigaciones han demostrado que la mayor parte de las consecuencias negativas que genera el estrés (ansiedad, depresión y problemas de aprendizaje) pueden tener otras afecciones de tipo somático, con  quejas físicas, alteraciones cutáneas o gastrointestinales.

Las actividades escolares se ven afectadas por el estrés. "El alumno puede sufrir estrés al realizar las tareas o los exámenes, cuando no tiene habilidades metacognitivas para poder concentrarse y atender en clase, en las relaciones con los compañeros y en el momento de la evaluación, al analizar el rendimiento escolar. El estrés provoca baja autoestima, sentimientos de incapacidad, ansiedad y depresión", matizan.

Marta Martínez Vicente propone trabajar en ‘programas dirigidos al desarrollo del funcionamiento ejecutivo, junto con intervenciones psicoeducativas que permitan al estudiante adquirir estrategias de afrontamiento ante situaciones de estrés, donde la educación emocional juega un papel fundamental para conseguir una inclusión educativa real’.

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