REIVINDICACIÓN
Una discriminación latente que (por ahora) no tiene cabida en la RAE
El científico mirandés Dabiz Riaño, enfermo de ELA, lucha por conseguir que la palabra ‘discafobia’ se incluya en el diccionario
Hay palabras más acertadas que otras. Todo depende del contexto. No es lo mismo la broma en confianza que el comentario despectivo. Se puede utilizar el término discapacitado, aunque lo apropiado sea emplear acepciones más acordes a la realidad como diversidad funcional. Incluso una de estas personas puede crear su propio Komando T (de Tullido) y dedicarse al activismo para mejorar las condiciones de vida de sus compañeros de viaje. Sin perder la sonrisa, pero siempre en pie de guerra contra la injusticia, el mirandés Dabiz Riaño sabe que ha llegado la hora de denunciar un fenómeno invisible a muchos ojos pero tristemente cierto: la discafobia.
No es un palabro inventado, aunque por ahora no cuente con el respaldo oficial de la RAE. Tiempo al tiempo, porque este joven científico, enfermo de esclerosis lateral amiotrófica (la maldita ELA), hará todo cuanto esté en su mano para que se reconozca un prejuicio social al que se enfrenta «día a día». Esto es, básicamente, la discriminación o trato vejatorio hacia personas que padecen algún tipo de discapacidad.
Hace poco, el acomodador de un conocido teatro madrileño le acusó «entorpecer» el paso antes de espetarle que «cada un tiene lo que se merece».
«No podemos lograr la plena inclusión sin saber que hay una fobia», esgrime Riaño un día antes de llevar a cabo su última acción reivindicativa: un multidisciplinar evento cultural que tendrá lugar esta tarde, a partir de las 17 horas, en la Plaza Mayor de Torrejón de Ardoz (Madrid). Su objetivo, y el de aquellos que le acompañan en esta aventura, no es otro que poner la discafobia, negro sobre blanco, en la madre de todos los diccionarios. Así de siempre y así de complicado, porque de momento su petición no ha surtido efecto. Pero no adelantemos acontecimientos.
La idea emanó, de repente, en una conversación informal. «¿Existe una palabra para esto?», se preguntó Dabiz mientras repasaba con un amigo varias situaciones desagradables que ha tenido que soportar a costa de su silla de ruedas. Y resultó que sí, que ya la había. De hecho, aparece en Wikipedia e incluso blogueras de referencia como Carmen Saavedra recurren a ella constantemente. Tantas veces como anécdotas incómodas acumulan personas con diversidad funcional.
Dabiz recuerda una de las últimas, bastante reciente. Todo empezó con su deseo de asistir a un conocido teatro madrileño para ver una actuación. De entrada, la odisea de adquirir las entradas por internet sin saber -las indicaciones al respecto brillaban por su ausencia- cuál era la localización idónea por cuestiones de accesibilidad. Al final, tras unas cuantas llamadas, le ubicaron en platea. Una vez allí, accedió por la puerta trasera debido a las barreras arquitectónicas en la entrada principal.
Hasta aquí, mal que pese, más o menos lo de siempre. Lo que no fue de recibo, según detalla, fue el trato recibido a continuación. Ya en su sitio, el que le habían asignado y al que llegó con el show ya en marcha, recibió la reprimenda del acomodador porque supuestamente estaba «entorpeciendo» el paso por la salida de emergencia. Total, que en medio de la discusión, el trabajador en cuestión le soltó que «cada un tiene lo que se merece».
Tras contactar con la RAE para plantear su solicitud, le dijeron que «se tiene que empezar a usar la palabra para que la incluyan».
De piedra, y con un cabreo monumental como es lógico, Dabiz tuvo más claro que nunca el sentido de su lucha. Ya el 15 de marzo, contactó personalmente con la RAE para reclamar el reconocimiento oficial de la discafobia. Fue una conversación «intensa» pero poco productiva. «Decían que se tiene que empezar a usar la palabra para que la incluyan», aunque finalmente accedieron a «tramitar» su solicitud. Después, a mediados de abril, haría lo propio con la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) simplemente para preguntar cómo se signaría el término en lengua de signos española y catalana. Por ahora, no ha recibido respuesta por parte de ambas entidades.
Consciente de que muchas veces «somos invisibles», Dabiz y compañía impregnarán el acto de cultura audiovisual porque «si lo haces solo reivindicativo ya te pones a la defensiva». Los organizadores se sincerarán relatando experiencias discafóbicas y preguntarán al público si conocen el significado de esa palabra que tanto ansían poner en circulación. Además, realizarán una performance, al más puro estilo ochentero, para recrear una Oficina de Atención a la Discofobia. Todo un toque de atención para alzar cientos de voces que siguen buscando eco.
Cuando a Dabiz Riaño le diagnosticaron ELA, acababa de obtener una plaza titular en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
‘7 lagos 7 vidas’, «a punto de estrenarse»
Cuando a Dabiz Riaño le diagnosticaron ELA, acababa de obtener una plaza titular en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El peor mazazo en el mejor momento de su carrera profesional. Una tremenda putada, hablando en plata.
Lejos de apagarse, su luz interior empezó a brillar más que nunca. Aceptó la desgracia e hizo suya la máxima de que el tiempo es oro. Junto a dos buenos amigos dispuestos a acompañarle, trazó una ruta por Europa del Este para darse el mayor número de chapuzones posible. Desde lugares remotos y países que ansiaba conocer, inmortalizó sus aventuras para lanzar un mensaje de resiliencia en forma de documental.
Cada vez falta menos para que 7 lagos 7 vidas llegue al público. El montaje ya ha finalizado y Dabiz prefiere no adelantar acontecimientos, aunque asegura que está «a punto de estrenarse». Entretanto, no deja su activismo ‘tullido’ ni por un instante. De hecho, nada más regresar de su largo viaje, se dedicó a recorrer distintos puntos del país para conocer gente maravillosa que también se niega a tirar la toalla pese a las adversidades