BURGOS
El desafío de aprender a hablar entre mascarillas y con distancia social
El elemento de protección frente a la covid- 19 ha supuesto la pérdida del estímulo visual en el aprendizaje del lenguaje / Los logopedas señalan que han crecido las consultas sobre «retrasos en el lenguaje» en los más pequeños
Seguro que desde que llevamos mascarillas debido a la pandemia por la covid-19 ha tenido que repetir en más de una ocasión lo que estaba diciendo o hacerlo más fuerte, de forma más lenta o acompañar sus frases con gestos. Esta dificultad no sólo sucede porque el sonido del habla se distorsiona cuando pasa a través del tejido o del plástico de la mascarilla, sino también, y sobre todo, porque percibimos el habla a través del oído y a través de los ojos. Es la comunicación no verbal. Una parte fundamental de la comunicación que se ha perdido con el uso de la mascarilla.
Y quienes más están notando las consecuencias de su uso en el desarrollo del habla, el lenguaje y la comunicación son los niños y las personas con dificultades comunicativas como las personas sordas, con dislexia o autismo, así como los ancianos o las personas con un trastorno comunicativo. «Los niños de tres años a quienes les pilló de por medio el periodo de confinamiento con esa edad perdieron el contacto social con sus compañeros de aula y la interacción social hace mucho por el desarrollo de lenguaje», explica Rocío Lesmes, presidenta del Colegio Profesional de Logopedas de Castilla y León, quien lamenta que «esa interacción tampoco se realizó durante el verano como se habría hecho de una forma normal y con la llegada del curso, los profesores- una fuente clave de aprendizaje- tenían la obligación de llevar mascarillas e incluso pantalla».
Con estos elementos de por medio se elimina el apoyo y la atención visual que los más pequeños ponen en la cara de su interlocutor cuando están aprendiendo a hablar, especialmente entre los 3 y los 6 años, que es cuando «se produce una explosión en el desarrollo del lenguaje de los menores». Esto ha supuesto que «los niños que tenían más dificultad para hablar o auditiva o simplemente niños propensos a las otitis o a los catarros con mocos, que se benefician mucho del apoyo visual, hayan estado ‘cojos’ en este aspecto’».
Una situación que ha tenido como consecuencia que si había niños con «algunos pequeños problemas de lenguaje que se solventaban con el arranque del curso y la interacción con otros niños, profesores y otras personas que les rodean, han visto coartado ese desarrollo», señala la profesional.
Varios niños entran a clase con la mascarilla puesta. TOMÁS ALONSO
De hecho, Lesmes confirma que han llegado más niños a las consultas de logopedia. «Han venido más papás y más pequeños, sobre todo por retrasos del lenguaje e incluso por cuestiones que no siendo demasiado graves, por esta falta de estímulo exterior se han hecho más evidentes». También «se han incrementado los problemas de tartamudez como consecuencia, en parte, de que la situación es muy diferente a lo que conocían o porque los padres también han expresado sus preocupaciones por esta situación». Afortunadamente «se ha ido dando solución a estos problemas desde las consultas».
En el caso de los adultos y esta vez como consecuencia de la covid-19 «se han triplicado los problemas de disfagia» y «han crecido los trastornos al deglutir y los trastornos respiratorios, así como los trastornos neurológicos».
El apoyo visual supone un 50% del aprendizaje en los niños más pequeños y es clave, más aún teniendo en cuenta que «una mascarilla FPP2 puede hacer perder casi diez decibelios del sonido que sale de nuestra boca», comenta la logopeda. De esta forma «si el estímulo visual falla y el estímulo auditivo se ve mermado evidentemente se dificulta el desarrollo del lenguaje».
Atendiendo a niños más pequeños, desde recién nacidos y hasta los tres años, cabe recordar que cuando nacen, se fijan más en los ojos de las personas y es a partir del año o año y medio de vida cuando centran su atención en los movimientos de los labios de los adultos cuando hablan. «Ahí comienza el balbuceo y se arrancan con las primeras palabras», comenta Lemes, quien considera que «en este tramo, salvo los niños que han tenido que quedarse en escuelas infantiles, el resto al estar en casa ha interactuado con sus padres sin mascarillas, aunque sí es cierto que el trato con abuelos, tíos u otros niños de la familia se ha perdido».
Además de la vista y el oído, el tacto también «juega un papel importantísimo en la comunicación de los más pequeños», apunta la logopeda. «Los bebés aprenden texturas, formas, durezas, etc, tocando y metiéndose las cosas en la boca, y en los más mayores, si bien la falta de relación con otros niños se ha resuelto con la vuelta al cole, por el camino se ha quedado el contacto piel con piel, como los abrazos, para evitar contagios. Esto también es comunicación no verba y les ofrece mucha información».
Lesmes explica que con al desarrollo del lenguaje va unido «el desarrollo psicomotriz o la orientación espacial entre otras cosas. Somos un todo y el aprendizaje se produce a través de todos los canales: auditivo, visual, táctil, etc». Por eso, cuando uno de los estímulo falla como en este caso el visual por el uso de las mascarillas y si se aprecian dificultades en el desarrollo del lenguaje de los más pequeños «es importante consultar con un logopeda cómo se puede paliar esa situación».
Afortunadamente «los niños tienen una gran plasticidad cerebral» o lo que es lo mismo, una enorme capacidad de cambiar la estructura y funcionamiento de su sistema nervioso a lo largo de su vida, como reacción a la diversidad del entorno. En cualquier caso, Lemes apuesta por «mantener la estimulación táctil con buenas medidas de higiene y apostar por realizar actividades al aire libre con otros niños y familiares. Debemos potenciar la vida en el exterior». Poco a poco «los niños tiene que recuperar esa normalidad».