El Correo de Burgos

Atapuerca desvela como fue el pastoreo de hace 8.000 años

Una reciente investigación basada en los hallazgos de la cueva de El Mirador de Atapuerca muestra la rápida capacidad de adopción de las prácticas ganaderas de las poblaciones humanas del Neolítico

Excavación a la Cueva El Mirador.  IPHES

Excavación a la Cueva El Mirador. IPHES

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La cueva de El Mirador en la Sierra de Atapuerca ha contribuido, en los últimos veinte años, al conocimiento sobre el modo de vida de las primeras comunidades pastoriles y agricultoras, en la Península Ibérica y, en particular, en la Meseta. Pese a la raigambre que la cría de la oveja tiene en esta zona, son todavía escasas las evidencias sobre su origen y consolidación. Un reciente trabajo, liderado por Patricia Martín, Carlos Tornero y Josep Maria Vergès, personal investigador del Instituto Catalán de Paleoecologia Humana y Evolución Social (IPHES-CERCA) y de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, ofrece nueva información sobre el origen y consolidación de las prácticas ganaderas en la Meseta.Tal como se constata en un artículo científico que acaba de publicar la revista Archaeological and Anthropological Sciences, hace 8.000 años las poblaciones que llegaron a la Meseta eran ya expertas en la cría de ovejas.Se ha llegado a esta conclusión gracias a un estudio que integra el análisis zooarqueológico y el de los isótopos estables, caracterizados estos últimos por su alto grado de resolución. La zooarqueología profundiza en el conocimiento de los restos de animales y permite saber aspectos tales como las especies que componían los rebaños, la edad a la que se sacrificaban y, con ello, obtener datos sobre su explotación, como, por ejemplo, obtención de carne, leche, o lana.Los análisis de isótopos estables de carbono y oxígeno, realizados, en este caso a partir de muestras de esmalte dental de las ovejas, permiten obtener información sobre la estación de nacimiento y la alimentación de estos animales. Esto es debido a que la composición isotópica del carbono está ligada a los vegetales ingeridos por el animal, mientras que la del oxígeno está relacionada con el agua consumida, que incluye la procedente de las precipitaciones y que varía estacionalmente con las temperaturas. En conjunto, ambos estudios permiten obtener información sobre las estrategias llevadas a cabo por el pastor para la gestión de sus rebaños.Con este trabajo se confirma también el liderazgo del IPHES en este tipo de investigaciones tras otra reciente publicación centrada en el yacimiento arqueológico de la Cueva de Chaves (Huesca) en la cual se ponía de manifiesto la capacidad de estas primeras poblaciones ganaderas peninsulares de modificar el ciclo reproductor de las ovejas.Las primeras evidencias de la cría de oveja en la península ibérica tienen una cronología de hace unos 8.000 años, después de su domesticación en Próximo Oriente y su expansión a lo largo del Mediterráneo. Tras este proceso, eran muchas las incógnitas sobre cómo las primeras sociedades ganaderas y sus rebaños se amoldaron a las exigentes condiciones climáticas del interior Peninsular, diferentes de los del área Mediterránea al que estaban acomodadas. Los datos resultantes del estudio realizado en El Mirador informan sobre una rápida y exitosa adaptación.Los nacimientos de las ovejas de este yacimiento se producían entre finales de invierno e inicios de primavera, en el período habitual de parto de las cabras salvajes y las primeras domesticadas. Además, los nacimientos en El Mirador tienen lugar en un período bastante restringido, de alrededor de un mes, frente a los 3 o 4 meses de duración de la época de partos registrados en el Neolítico en otras zonas de Europa.Este hecho estaría evidenciando un importante control del pastor sobre el ciclo estacional de las ovejas, con el objetivo de calibrar mejor los nacimientos y proporcionar los adecuados cuidados a sus crías.  De todos modos, además de los partos de primavera también se ha constatado el nacimiento de dos individuos en otoño, cosa que pone de manifiesto la práctica de diferentes técnicas reproductivas en El Mirador. Esto implica un buen mantenimiento nutricional de las hembras gestantes y de estas crías, por parte del pastor, al nacer en una época de escasez de recursos y bajada importante de temperaturas en la zona.Según los datos etnográficos, la coexistencia de una doble estacionalidad de nacimientos ofrece diferentes ventajas como, por ejemplo, el disponer de la leche de las hembras a lo largo de más tiempo o evitar que todas las hembras fértiles gesten al mismo tiempo.En relación con la anterior afirmación, los resultados de los análisis isotópicos de carbono, que proporcionan información sobre la alimentación de los rebaños, evidencian el uso de forraje como suplemento nutricional para el rebaño en estos meses más duros climatológicamente. Asimismo, los valores de carbono no reflejan cambios sustanciales en la nutrición del rebaño a lo largo del año.La disponibilidad de recursos vegetales, en el entorno más inmediato de la cueva, permitió a los pastores y a los rebaños permanecer a lo largo de todo el año en las proximidades del yacimiento, sin necesidad de practicar movimientos con los mismos. Este hecho muestra la idoneidad de la elección de El Mirador como corral para estos animales.Todas éstas son prácticas que podemos observar hoy en día en los rebaños extensivos lo que demuestra la modernidad de estas prácticas, el alto grado de adaptación que tuvieron los primeros pastores meseteños a las rígidas condiciones climáticas de la zona y la rapidez de dicha adaptación.

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