Un hito ‘corregrino’: 500 kilómetros en 10 días
Este corredor burgalés afrontó el pasado 27 de junio el «Reto 510» y lo compartió por redes sociales / Su mujer y su hija han sido su apoyo logístico en esta aventura
«La entrada a la plaza del Obradoiro me supuso un estallido de emoción y satisfacción». Así es como describe Diego del Pino su llegada a la capital jacobea y con ella, la finalización de su reto. Este atleta burgalés culminó con éxito el pasado 7 de julio el bautizado como «reto 510», un desafío deportivo consistente en correr los 500 kilómetros que separan la ciudad de Burgos y Santiago de Compostela en un tiempo máximo de 10 días.
Coincidiendo el octavo centenario de la Catedral de Burgos con el año jacobeo, quiso unir las dos ciudades a través del Camino de Santiago realizando lo que es su pasión: correr y la larga distancia. Diego admite no haberse enfrentado nunca antes a un reto tan grande. «Estaba habituado y entrenado a correr maratones, me gustaba participar. La última en la que participé fue la de Sevilla en febrero de 2020, justamente antes de que se declarara la pandemia global», declara el atleta.
Sin embargo, Diego no ha estado solo a la hora de afrontar este reto, pues su mujer y su hija le han acompañado haciendo el trayecto en coche, sirviendo en todo momento de apoyo logístico del corredor. «Han sido fundamentales. Sin ellas no habría podido realizar esta aventura. Las llamábamos las cochegrinas».
El burgalés decidió además compartir este reto a través de las redes sociales bajo el alias @corregrino510, haciendo partícipes de su hazaña a sus seguidores de Instagram y Youtube. «Quería dejar un recuerdo, sobre todo a mi hija de 9 años de las locuras que hace su padre.
Además, buscaba animar al resto de personas que se planteen iniciativas de este estilo para que vean que es posible, que no hay que limitarse», explica el corredor, que admite que cuando empezó a plantear esta aventura, a todo el mundo le pareció una locura.
10 maratones, una al día
Este corregrino ha relizado como parte de este desafío 10 maratones de 50 kilómetros cada una en días sucesivos. De este modo, a los problemas propios del Camino, se sumaron contratiempos físicos derivados de la dureza del reto, como fueron la inflamación de los tobillos y las tendinitis tibiales, que añadieron sufrimiento y dificultad al desarrollo de las etapas. De hecho, se vio obligado «en un par de ocasiones a acudir a fisioterapeutas por las tardes allá donde pudo encontrar». Así, Diego asegura que la experiencia ha sido más dura de lo que esperaba pero que esto sólo le hizo sentirse aún más satifecho al llegar a la meta.
Este reto le ha permitido conocer sus límites y sobrepasarlos pero ha sido sobre todas las cosas una experiencia familiar. «Hemos conseguido el reto juntos y me llevo sobre todo esto». El maratonista ya tiene la mirada fija en su próximo reto que aún no quiere desvelar. «Voy a dejar algo de intriga para mis seguidores de las redes sociales y espero que les guste. Ya adelanto que no será tan exagerado como éste pero a mí lo que me gusta son las grandes distancias», adelanta.
En este año olímpico, hazañas como la de este corredor burgalés ponen de manifiesto el valor del esfuerzo, la voluntad y el anhelo de autosuperación. Como ya propuso el Barón Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos modernos: «¡Citius, Altius, Fortius!». Así, Diego del Pino ha realizado con este reto corregrino un magnífico homenaje a las ciudades Burgos y Santiago de Compostela, abogando por que siempre demos lo mejor de nosotros mismos para ser el día de mañana un poco más rápidos, un poco más altos y un poco más fuertes.