Los pacientes de cáncer con necesidades económicas aumentan con la pandemia
Desde la AECC explican que se ha incrementado el número de ayudas destinadas al pago de la vivienda y suministros, fármacos y traslados / La entidad esperar volver al HUBU lo antes posible
El estudio ‘Impacto de la pandemia de la covid-19 en personas afectadas por cáncer en España’ publicado el pasado mes de febrero por la Asociación Española contra el Cáncer pone de manifiesto que la pérdida de la actividad económica ha afectado de forma más intensa a las personas con cáncer en edad laboral con dedicación a actividades y empleos asociados a rentas más bajas.El presidente de la Junta Provincial de la asociación en Burgos, Eduardo Domínguez, explicaba que «a lo largo de este año hemos tenido muchas peticiones de ayuda económicas por parte de familias y enfermos». Ayudas que «en algunos casos han estado por encima de los 1.000 euros y que se han destinado, por ejemplo, a familias con un situación de paro prolongado».Sobre esta cuestión, Alba García, trabajadora social de la entidad es clara al afirmar que la «enfermedad afecta a todos por igual pero no todos están en las mismas condiciones». Y es que hay «personas más vulnerables no solo a nivel económico o social si no por el sitio en el que viven, entre otras cuestiones». García recuerda que «no es lo mismo vivir en una capital donde el acceso al tratamiento es más sencillo y rápido que hacerlo en un pueblo o en una capital de provincia sin hospital de referencia o en la que no se da radioterapia como es el caso de Soria o Palencia. «Estos pacientes tienen que trasladarse cada día desde sus pueblos o ciudades para recibir el tratamiento, con el gasto de tiempo, dinero y energía que eso supone».Precisamente para evitar esas idas y venidas, la AECC dispone de un piso de acogida para estos pacientes y sus familias. «Se trata de un espacio con cuatro plazas, pero con la pandemia tuvimos que reducirlo a dos para poder mantener las medidas sanitarias», explica García. Sin embargo, la llegada de pacientes a la capital burgalesa «no ha cesado» y precisamente por eso «hemos tenido que articular unas ayudas destinadas a subsanar el coste de un alojamiento alternativo para estas familias».Así, durante el año 2021, la asociación destinó 21.700 euros en «ayudas destinadas a cubrir el coste de alojamiento alternativo para estos pacientes, ya sea en hotel o en otro espacio» y «tanto para pacientes que tienen que venir a Burgos a darse su tratamiento como para burgaleses que tienen que ir a otras ciudades». De la cuantía total, una parte «llega directamente duna subvención que la entidad mantiene con el Sacyl». En cualquier caso, estas ayudas son «las más altas que estamos concediendo actualmente». Al margen de esta ayuda, la junta provincial de la AECC en Burgos también ha ayudado a familias en situación de vulnerabilidad. «El pasado año 2020 entregamos ayudas por valor de 10.600 euros, mientras que a estas alturas del año ya hemos concedido ayudas por valor de 26.200 euros», comenta la trabajadora social. «Atendiendo a la situación social y económica de las familias y siempre en coordinación con los CEAS para evitar duplicidades, entregamos ayudas a familias en riesgo para que los pacientes tengan unas condiciones de vida adecuadas y por lo tanto una buena adherencia al tratamiento», señala.Esta ayuda se destina «al pago de gastos de transporte, recibos de alquiler o de suministros». Además, la entidad a otorgado ayudas por valor de 3.000 euros a familias y pacientes para «la compra de fármacos, productos de ortopedia y odontología solidaria». Al pago de alquiler y suministros se han concedido «seis ayudas por valor de 1.600 euros». Y es que la entidad llega «donde no llegan los CEAS». Por ejemplo a pacientes que «por lo que sea no están empadronados en Burgos y no pueden acceder a las ayudas de los CEAS o a personas que aún no tiene los papeles en regla y se ven inmersos en un proceso oncológico, entre otros casos». Al margen de las ayudas económicas, la asociación también cuenta con apoyo de entidades como Alimerka, que «nos entrega 30 vales de 50 euros para que las familias que lo necesiten hagan la compra en sus establecimientos», así como del Banco de Alimentos, al que «acudimos una vez al mes para recoger productos que luego entregamos a pacientes y familiares». Y es que, tal y como explica García, que un paciente oncológico tenga cubiertas sus necesidades de alimentación, transporte y gastos es fundamental para que realice con éxito el tratamiento». Recuerda que un proceso oncológico dura de media «entre un año y un año y medio». Muchos «pierden su empleo en este proceso, otros acaban con secuelas físicas o psicológicas que les impide trabajar en un tiempo o volver a hacerlo y es fundamental que cuenten con una red de apoyo».La trabajadora no se olvida tampoco del papel del cuidador principal y es que «en muchos casos no solo el paciente es el que tiene que dejar su trabajo si no que a el se suman su cuidador principal: la mujer, el marido, un hijo, con lo que eso supone para la economía familiar». La burocracia para acceder a determinadas ayudas del Estado es «inmensa» y las familias «no pueden estar meses sin ingresar nada», apostilla.AcompañamientoA nivel anímico y emocional, el estudio desarrollado por la AECC concluye que el paso del tiempo y la larga duración de la situación pandémica, unidas a una especial vulnerabilidad de la población oncológica, ha provocado un impacto mucho más significativo que en la población general.Precisamente, la falta de acompañamiento en consultas, prueba y sesiones de tratamiento ha supuesto en muchos casos una traba más en un proceso de base difícil. Ana Prieto, coordinadora de voluntariado de la AECC en Burgos explica a este tenor que «si bien durante todos estos meses hemos tenido que restringir el acompañamiento presencial, lo hemos mantenido a través de chats, vídeollamadas y llamadas telefónicas».Sobre esta cuestión, la coordinadora lamenta que «aunque hemos llegado a muchos pacientes a través de estos canales, también es cierto que esta información no ha llegado a algunos y se han quedado sin atender». En cualquier caso, el objetivo de la asociación «es volver a la atención presencial en el Hospital Universitario de Burgos en cuanto se nos permita». Prieto entiende que, aunque la falta de acompañamiento ha sido un hándicap añadido a la experiencia con el cáncer de muchos pacientes, «ha sido una medida en pro de su propia seguridad». Asegura que esta situación «ha afectado de forma diferente a cada paciente y si bien ha sido una medida que ha ido en detrimento de los pacientes, la mayoría ha asumido que es una situación muy complicada que les ha tocado vivir».Señala la responsable de voluntariado que «desde la entidad hemos hecho un esfuerzo para acompañar a los pacientes y adaptarnos a las necesidades sanitarias» y es que «aunque el contexto ha cambiado con la pandemia de la covid-19, la enfermedad es la misma y las necesidades del paciente oncológico también». Aunque el regreso de los voluntarios al hospital aún no se ha producido, la asociación ha recuperado y puesto en marcha diversos talleres y actividades presenciales que «tienen como objetivo recuperar poco a poco la normalidad en cuanto al ocio y que los pacientes puedan evadirse de su situación durante un tiempo» y recuerda que «seguimos con las puertas abiertas para pacientes y familias tanto en la sede como a través de los canales online y telefónico».