El Correo de Burgos

MÚSICA

La eterna espera de Eslabon: «A la tercera va la vencida»

Tras dos aplazamientos por el Covid, la banda burgalesa presenta el 16 de octubre ‘Programados para la pereza’ en el Andén 56 junto a A Sako

Eslabón lleva mucho tiempo esperando este momento. El directo está más que pulido y hay ganas de mostrar los temas de ‘Programados para la pereza’ en directo. CHRISTIAN (A SAKO)

Eslabón lleva mucho tiempo esperando este momento. El directo está más que pulido y hay ganas de mostrar los temas de ‘Programados para la pereza’ en directo. CHRISTIAN (A SAKO)

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Ya queda menos. Y «parece que esta vez sí». Primero el varapalo en marzo del año pasado, después el segundo aplazamiento recién instalado el otoño. Programados para la pereza, el quinto álbum de los burgaleses Eslabon, se ha hecho de rogar en directo por culpa de la pandemia. «A ver si a la tercera va la vencida», esgrime Samu (batería) cruzando mentalmente los dedos porque a estas alturas uno ya se espera cualquier cosa. Malo sería que el Covid resurja con fuerza de aquí al sábado 16 de octubre. La banda tiene hambre de conciertos, sobre todo en un enclave como el Andén 56. Allí se reencontrarán con su público en compañía de A Sako, rara avis en la escena local porque no es muy habitual hoy en día toparse con veinteañeros dándole al punk rock y -lo más importante- «siempre dispuestos a todo». Mientras los Eslabon tachan días en el calendario, Sergio (guitarra) echa la vista atrás. Recién grabado el disco, todos estaban «a tope». Y tanto les podían las ganas de mostrar el nuevo material que no dudaron en lanzarlo a la red de redes en abril, cuando todo el país estaba confinado y pellizcándose para comprobar que lo que pasaba era real y no una desagradable pesadilla. Era comprensible su ansiedad. Programados para la pereza mantiene intacta la esencia sonora de la banda, pero la vuelta de tuerca es innegable. Del rock urbano a un punk rock de «corte americano» en la onda de Rise Against o Anti Flag, con coros propios del hardcore melódico, se consolida un ligero cambio de rumbo que ya se intuía en El momento de intervenir. Las canciones son «más rápidas, más cortas, yendo al grano». Y las letras, apunta Samu, mantienen esa intención «constructiva» de plantear soluciones a los problemas que se denuncian. Nada de panfleto, de «criticar por criticar». Lo que se pretende es que el oyente reflexione, no encabronar al personal. Como viene siendo habitual desde el principio de los tiempos, Eslabon puso sus temas en manos de Matute (La Puerta Negra). Viejo amigo desde la época de Entrevías, el productor les conoce ya como la palma de su mano. «Es casi un integrante más», reconoce Sergio a sabiendas de la «confianza» que siempre genera para «llegar al estudio y que esté todo clavado». Más allá de este último trabajo, el grupo ha ganado enteros desde que Sendino se incorporó con su guitarra en 2018. A Sergio le dio «muchísima libertad» porque antes tenía que vérselas con los coros, los arreglos y la rítmica en directo. Ahora todo fluye, el concierto «sale solo» y «te da pie a sentirlo muchísimo más», apunta Samu. Lo mejor, sin duda, es que «estamos todo el rato sonriendo y se nos ve disfrutar». Eso, según han podido comprobar, «se nota desde abajo» y ha permitido que «musicalmente hayamos crecido mucho». La complicidad del directo es fruto de la amistad. Por encima de la música están las personas. Y es en los malos momentos cuando más toca arrimar el hombro. Por ejemplo, cuando la crisis sanitaria sacudió los cimientos de la sociedad y la «angustia» se apoderó de todo. También de Eslabon, que atravesó los típicos momentos de bajón en los que «no apetece hacer nada». Llegado el caso, se reunían en el local aunque solo fuese para «tomar una cervecilla y desahogarnos». De cara al futuro, sea cual sea, la banda se lo toma sin prisa pero sin pausa. Samu, Sergio, Sendino, Riki (voz) y Tute (bajo) ya están dando forma a «seis o siete temas nuevos». Antes de nada, eso sí, habrá que «rular» Programados para la pereza sobre las tarimas. Lo suyo ha costado llegar hasta aquí y la cuestión ahora es aprovechar el tiempo perdido por imperativo sanitario.

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