HOSTELERÍA
La parada del buen comer
El Restaurante La Varga lleva 45 años ofreciendo comida casera y de calidad en el burgalés Alto de la Varga
En ocasiones los cruces de caminos se convierten en puntos de encuentro y el concepto de cliente se llega a transformar en la palabra amigo. Uno de esos lugares es el Restaurante la Varga donde en un día cualquiera se pueden mezclar trabajadores que hacen un parón en su labor para tomar un tentempié, familias que festejan sus acontecimientos más especiales, viajeros que hacen un alto en el camino antes de llegar a su destino o, incluso, cuadrillas taurinas que se reúnen para intercambiar experiencias antes y después de las ferias.
Para su gerente, Encina Luengas, tan importante como ofrecer una comida casera de calidad, hecha con productos de proximidad y con el mimo de la mano experta, es la atención y el trato personalizado al cliente. Con esa máxima el Restaurante La Varga lleva más de cuatro décadas dando servicio, no sólo a los burgaleses que quieren disfrutar de una buena comida, sino también a aquellos que, por una razón u otra, hacen parada a la orilla de la A1.
La historia de este restaurante comenzó con Toñín Luengas y Marisa Gómez, los padres de Encina Luengas que hace 45 años decidieron establecer su negocio al lado de una de las grandes arterias de comunicación que recorren el país y que conecta directamente Madrid con la costa cantábrica y el País Vasco. Allí, en el llamado Alto de La Varga, se había generado uno de los polígonos industriales de las afueras de Burgos y numerosas empresas se habían establecido allí. Como reconoce Encina Luengas, los principios fueron duros, con mucho trabajo y jornadas interminables, pero poco a poco consiguieron ser un punto de referencia para transportistas, viajeros de toda clase y para los empleados de las empresas vecinas, que se acercaban a probar su menú del día, sus especialidades en guisos y asados o simplemente a probar un pincho con un café como tentempié de la mañana.
Entre las especialidades más destacadas en su carta está su merluza rellena o el rabo estofado junto con el lechazo al horno y, sin lugar a duda, su arroz con bogavante. Aunque para su gerente, los espárragos rellenos gratinados, tienen algo especial. También cuentan con opciones de platos combinados, bocadillos o pinchos.
Además del restaurante, también cuentan salones con capacidad para 110 personas, ideales para pequeñas celebraciones familiares o con amigos, una cafetería y un hotel con 12 habitaciones dobles para aquellos que quieren hacer parada y fonda.
Imagen del exterior del Restaurante La Varga. TOMÁS ALONSO
Una de las circunstancias por las que el Restaurante La Varga es también peculiar es por ser un lugar de reunión de las personas vinculadas a la tauromaquia. Como explica Encina Luengas, su ubicación a mitad de camino entre Madrid y la zona norte hizo que comenzasen a parar las cuadrillas de los toreros que se ponen en marcha a las ferias del norte. Así, desde hace años, cuando llega la temporada de ferias taurinas, no es difícil encontrar a los toreros y a todo el equipo de personas que los acompaña haciendo parada y reuniéndose con compañeros de gremio con los que intercambiar impresiones y ponerse al día. «Ellos lo tienen como un punto estratégico de reunión. De hecho, cuando han empezado a moverse después del parón por la pandemia, nos decían que estar otra vez en La Varga sonaba un poco más a normalidad. Aquí se juntan los que van y los que vienen y saben que se van a juntar y charlar. Que se encuentren como en casa es una labor de muchos años».
Para Encina Luengas el secreto para conseguir tener una clientela fija durante más de cuatro décadas es, además de estar muy encima del negocio y cuidar todos los detalles, «tratarles como si fuesen de la familia, que estén a gusto, con una atención personalizada al cliente y recibirles siempre con una sonrisa en la cara. Muchas veces vienen porque saben que les tratas como en casa, que conoces sus gustos y eso lo agradecen mucho». Todo esto no sería posible sin un equipo de personas comprometidas y con muchos años de experiencia en la cocina de La Varga. Ahora el relevo generacional está llegando, pero la pandemia también ha provocado que sea más complicado encontrar personal que quiera comprometerse en un sector como la hostelería que ha pasado por momentos muy duros de incertidumbre respecto a su futuro.
Precisamente por la situación derivada de la Covid-19 que los llevó a cerrar durante tres meses, cuando jamás habían cerrado un día, tuvieron que reinventarse y dar una vuelta de tuerca a su modelo de negocio y ahora, además de las comidas que sirven diariamente en su restaurante, también han puesto en marcha un servicio de comida para llevar. «Las empresas que están alrededor han optado por encargar la comida para sus empleados y venir a recogerla, así pierden menos tiempo en la parada para comer e, incluso, pueden salir antes de trabajar. También son muchos los que todavía están reticentes a salir a comer y que reservan la comida para llevarla a casa».
Esa labor y dedicación, que es seña de identidad de Restaurante La Varga, se ha visto recompensada por la fidelidad de sus clientes en los momentos difíciles, como destaca Encina Luengas. El ofrecer una comida como la que haces en casa y un trato cercano es fundamental en su filosofía. «Mi padre siempre decía que más vale un plato de alubias con una sonrisa que no las mejores angulas con una cara avinagrada y es la pura realidad. Aunque tengas un mal día, que te traten con amor, eso es oro y es lo que seguiremos haciendo».
DIRECCIÓN
: Carretera Madrid-Irún, Km. 232. Alto de la Varga. Burgos
TELÉFONO:
947 201 640
WEB:
E-MAIL:
la.varga@hotmail.com