El Correo de Burgos

SANIDAD

De cómo el ictus cambió la vida de Andrés

Este economista burgalés de 64 años sufría un ictus hace seis meses / Cada semana acude a Aspaym y al HUBU para recuperar «la máxima movilidad y mi independencia» / Anima a otras víctimas de ictus a «no perder nunca el ánimo»

Andrés Blanco sonríe a cámara en las instalaciones de Aspaym. SANTI OTERO

Andrés Blanco sonríe a cámara en las instalaciones de Aspaym. SANTI OTERO

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Hace apenas seis meses Andrés pasaba de llevar una vida completamente normal, casi a punto de jubilarse y disfrutando de su familia y amigos, a verse peleando y trabajando cada día por recuperar la mayor movilidad posible después de haber sufrido un ictus. «Aquella noche me fui a dormir como otra cualquiera, me encontraba perfectamente y en un momento dado me levanté al servicio y a las 6.30, hora en la que me levantaba para ir a trabajar, me descubrí  en el suelo sin yo percatarme de nada».

Lo cuenta con tranquilidad pero con el eco aún cercano de lo que «es tratar de buscar un punto de apoyo y ser incapaz de incorporarte ni de comunicarte». Quien le encontró  fue su mujer, que reaccionó de forma rápida y fue a buscar ayuda. Casualidades de la vida, en la casa de enfrente vive una pareja de sanitario- él médico, ella enfermera- que supieron inmediatamente lo que le ocurría a Andrés Blanco y llamaron a emergencias al tiempo que atendían a su vecino. 

«No podía moverme, tenía todo mi lado izquierdo paralizado», explica este burgalés de 64 años que «hasta el momento había llevado una vida activa» aunque con «pequeñas cositas» como «algo de hipertensión, un poco  colesterol y el azúcar controlado».

Asegura este economista de profesión que, si bien había oído hablar del ictus, no conocía en profundidad sus consecuencias ni las señales de alarma. Tampoco la importancia de contar con una rápida atención sanitaria para evitar secuelas graves o la muerte.  Ahora sí lo sabe. Está más informado que nunca. «No se me olvida jamás», apunta. 

Una vez llegado al HUBU y antes de entrar a quirófano a Andrés le hicieron un TAC parta saber dónde estaba el trombo. Después, fundido a negro para él. Se despertó en la Unidad de Ictus, donde permaneció ocho días. Ocho jornadas en las que «aún seguía sin ser consciente de lo que me había ocurrido y de las consecuencias que tendría». 

«Aún seguía sin ser consciente de lo que me había ocurrido y de las consecuencias que tendría»

Asegura que fue en ese momento cuando «empezaron los agobios» porque «psicológicamente es un ‘palo muy gordo’ verse en esta situación». Una situación complicada que aún lo fue más debido a la pandemia. «Durante esos días no pude recibir  ni una sola visita y esa soledad fue terrible». Tras salir de la Unidad de Ictus fue trasladado al Hospital San Juan de Dios, donde estuvo  acompañado por su mujer. «Mis hijas me venían a ver por la ventana y yo sacaba todas mis fuerzas para que me vieran  bien». 

Asegura que el ictus le ha cambiado la vida a muchos niveles pero sobre todo «me ha mejorado el carácter», comenta entre sonrisas. Lo ha hecho porque «me ha hecho poner el foco en lo que de verdad importa: en la familia y en la salud». 

Con mucho esfuerzo, mucho trabajo y la impagable labor de las profesionales de Aspaym Castilla y León ha conseguido avanzar en esto seis meses. «Tienen un trato muy cercano, de tú a tú y cada día se preocupan por saber hasta dónde eres capaz de llegar». Ahora y aunque «aún falta mucho», se siente «bastante independiente y muy autónomo».

Andrés realiza un ejercicio con una profesional de Aspaym.

Lo ha logrado poniéndose «pequeñas metas diarias» y con «grandes esfuerzos». Pero se siente agradecido con la vida. Lo dice emocionado pues apenas unos días después de su ictus, un amigo sufría otro y fallecía. «Su fallecimiento me ha dado más fuerzas aún más para sobreponerme, mejorar día a día y no ser una carga para nadie».

Andrés recuerda el tiempo en el que «tienen que ayudarte a vestirte, a comer o acompañarte a hacer tus necesidades». Momentos «difíciles mentalmente». Por eso, se esfuerza cada día por «recuperar la máxima movilidad». Para ello, realiza sesiones de rehabilitación tanto en las instalaciones de Aspaym como en el HUBU. «He estado dos meses en cama y he perdido 13 kilos», comenta. Además, Andrés trabaja con la terapia de espejo y el método Perffeti, dos ejercicios que requieren «de gran esfuerzo mental». Asegura el burgalés que «no le ha hecho falta contar con apoyo psicológico», pero sabe que «es clave en la recuperación de muchos afectados de ictus».

«Todo lo que sea agradable de hacer, no lo voy a posponer y al contrario, todo lo que sea desagradable lo voy a posponer todo lo posible»

Explica que, con la jubilación en la punta de los dedos, había hecho planes con su mujer que ahora «se han visto truncados», pero asegura que después del ictus su forma de pensar ha cambiado: «Todo lo que sea agradable de hacer, no lo voy a posponer y al contrario, todo lo que sea desagradable lo voy a posponer todo lo posible». Andrés, además, aprovecha para lanzar un mensaje a los burgaleses: «Es importante conocer las señales del ictus» y además «dejar de fumar» porque «estoy convencido de que en mi caso ha sido la causa principal». 

A quienes han pasado un ictus les pide que «nunca pierdan el ánimo. Es fundamental para salir adelante». 

Las señales 

En España, cada año, unas 110.000 personas sufren un ictus, de las que el 15% acaban falleciendo (es la primera causa de muerte en mujeres)  y de los supervivientes en torno a un 30% se quedará en situación de dependencia funcional, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). 

El ictus se distingue por seis señales de alarma, tres de ellas visibles de forma evidente para aquellas personas que están con quien sufre un ictus en ese momento. Los seis síntomas son pérdida de fuerza o de sensibilidad en la mitad del cuerpo, la dificultad para hablar o para entender, la sensación de vértigo o desequilibrio, dolor de cabeza muy intenso, de inicio brusco y distinto del habitual, la pérdida total o parcial de la visión o visión borrosa y hormigueo de la cara, brazo, pierna o un lado del cuerpo.

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