El Correo de Burgos

MÚSICA / EDUCACIÓN

La pedagogía Gordon se abre paso en las aulas

La Escuela Yoglar, especializada en educación musical a edades tempranas, imparte un curso formativo este fin de semana sobre esta metodología porque «necesitamos profesorado para cubrir la demanda»

Rocío Madueño, gerente de la Escuela Yoglar. SANTI OTERO

Rocío Madueño, gerente de la Escuela Yoglar. SANTI OTERO

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«La música es inherente al ser humano. Lo primero que hace un bebé al nacer es música, su balbuceo se acerca más a la voz cantada que a la voz hablada». Con esta reflexión como punto de partida, Rocío Madueño desgrana los entresijos de la pedagogía Gordon.Sin tecnicismos, huyendo de conceptos rimbombantes y abstractos que vienen a decir poco menos que nada, la gerente de la Escuela Yoglar destaca los beneficios de la enseñanza musical a edades tempranas.Se da por hecho que «si no sabes leer una partitura no sabes música». No es el caso de Madueño, consciente de que «todos hacemos música, pero no sabemos cómo porque se ha elitizado». Precisamente, ese «concepto erróneo» de «empezar la casa por el tejado» deriva muchas veces en frustración, en abandono, en derrota.Por eso, la metodología que preconiza en su Casa de la Música se centra en la comprensión para que el pensamiento sonoro, tonal y rítmico vaya fluyendo con naturalidad desde los primeros meses de vida.Pianista y docente vocacional, Madueño «sabía lo que quería pero no qué era» hace ya casi una década. Descubrió la pedagogía Gordon y le cambió la vida. De hecho, le faltó tiempo para obtener la certificación en los niveles 1 y 2.Ya en 2015, coincidiendo con el asentamiento del Instituto Gordon en España, formó su primer equipo. Para entonces, ya impartía clases de forma itinerante por centros escolares y escuelas infantiles. Dos años más tarde, Yoglar vería la luz y desde entonces el proyecto no ha parado de crecer.«Necesitamos profesorado para cubrir la demanda», asegura Madueño tras precisar que, hoy por hoy, el cupo de alumnos se encuentra prácticamente completo. Tanto es así que este verano abrió una nueva aula -la tercera- porque muchas familias han descubierto que el aprendizaje musical desde la más tierna infancia «les aporta valor en su vida diaria».Para dar respuesta a las necesidades académicas que se le plantean, Yoglar impartirá este fin de semana (sábado 12 y domingo 13, de 10 a 14:30 horas) un curso formativo de recursos musicales. De cara al próximo año, prevé incorporar «al menos dos» nuevos profesores a la plantilla -actualmente son cinco- y qué mejor manera de tantear a los candidatos.Para los interesados: «Buscamos un perfil que no solo tenga en cuenta conocimientos musicales, sino también la crianza respetuosa. Lo primero para aprender, mucho antes del movimiento y del juego, es el bienestar emocional».Con este «primer acercamiento para llegar a más educadores», la responsable de Yoglar aboga por expandir la música en las aulas. Sea cual sea la asignatura porque, según ha comprobado, «ayuda a desarrollar otras capacidades» debido a su carácter «transversal». De hecho, no deja de insistir en que «el movimiento y el aprendizaje van ligados».Aprendizaje colectivoLo primero que llama la atención nada más entrar en Yoglar es el Bosque de la Música. Se ve a la legua que es un espacio lúdico, con una serie de instrumentos insólitos que emanan música y sorpresa. Se trata, tal y como detalla Madueño, de «una zona de encuentro para las familias, sin necesidad de guía, para que tengan un tiempo de calidad». Nada que ver con un área de recreo. Por eso, advierte, «solo pueden estar dos o tres familias simultáneamente».Ya en clase, los más pequeños dan sus primeros pasos con «elementos no musicales para hacer música». Con pañuelos o sacos de psicomotricidad se pueden sacar ritmos y potenciar la imaginación. En función de la respuesta de cada alumno, la docente ya percibe qué herramientas necesita para determinar «en qué etapa se encuentra».A partir de 1º de Infantil, las metalonotas vislumbran un nuevo horizonte. «Es el primer instrumento afinado, con un sonido muy bonito, y sirve para exteriorizar su propia musicalidad», asevera antes de dar el salto, a partir de 3º, al «instrumento rey»: el piano. Polifónico y universal, «puede ir a cualquier lugar porque él solo está suficientemente lleno». Lo curioso, en cualquier caso, es que las clases se realizan de manera colectiva porque «queremos eliminar la competitividad y enseñar a tocar en público».Frente el miedo escénico, la mejor receta es el apoyo grupal. Pero no se limitan los chavales a tocar delante de sus compañeros en cada clase; también ofrecen, cada mes, un concierto para soltarse la melena. Y si hay fallos... «No pasa nada, del error se aprende».Si algo tiene claro la gerente de Yoglar es que aún prevalece una «creencia limitante terrible sobre el don para la música». Lógicamente, genios como Mozart o Beethoven se cuentan con los dedos de una mano. Sin embargo, la música puede ser más accesible de lo que parece si «se escuchan las respuestas musicales, las propuestas creativas o de juego y los estados de ánimo de los niños». No hay que forzar, porque con «frustración, enfado e impotencia» no se va a ninguna parte.Pongamos un caso práctico. «Si hay un peque que está cansado y no quiere hacer una danza, se queda sentado y ve al resto». Y le resulta de utilidad, ya que «la observación es una fase muy importante del aprendizaje». Por otro lado, la pedagogía Gordon promueve la creatividad como herramienta de futuro. Y no está mal seguir esta vía en los tiempos que corren. Más que nada, porque hoy por hoy «no podemos enseñar a nuestros peques cuál va a ser su trabajo en el futuro». Las certezas, si es que alguna vez las hubo, han desaparecido por completo. 

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