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SOLIDARIDAD

En ruta hasta Polonia con ayuda para Ucrania y dispuesto a salvar vidas

Íñigo López, director de una academia de idiomas internacional, espera volver a Burgos con refugiados en su autocaravana / De camino, recibe donaciones que le dejan «sin palabras»

Íñigo López (derecha) se topó durante los primeros compases de su viaje con Antonio y Alberto, otros dos altruistas autocaravaneros procedentes de Madrid. ECB

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Burgos

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Partió el jueves desde Burgos a primera hora. Si nada se tuerce, mañana llegará a Polonia con un cargamento de productos básicos para ayudar a la población ucraniana que está sufriendo los estragos de la guerra.

«A la aventura», Íñigo López viaja en su autocaravana con la intención de aportar su granito de arena. No quiso que nadie le acompañase porque espera regresar con refugiados y «no quería desperdiciar ni una plaza para la vuelta».

Director de la academia internacional de idiomas BiCortex, especializada en servicios de reubicación para expatriados (relocation, en inglés), López desconoce lo que se va encontrar cuando se sitúe en territorio fronterizo con Rusia.

Sobre la marcha, una amplia red de amistades repartidas por Europa le va asesorando. Su apoyo resulta crucial ante la avalancha de «informaciones contradictorias» que impiden saber a ciencia cierta cuál es la mejor manera de arrimar el hombro. Lo que sí tiene claro es que «hará falta ayuda en los corredores humanitarios».

El respaldo a la campaña de donativos en metálico está siendo «exagerado».

Al otro lado de la pantalla, con algún que otro problema de cobertura durante la videollamada mientras atraviesa Francia, el empresario explica que su autocaravana lleva material donado por la ciudadanía burgalesa gracias a la campaña impulsada por la comunidad ucraniana que pronto dejó pequeña la parroquia de Fuentecillas.

Medicinas, comida, mantas, pañales e incluso una silla de ruedas. Nunca se sabe quién podría necesitarla. Además, ayer mismo compró «frontales de luz» en París por recomendación de uno de sus contactos. La oscuridad, a raíz de la devastación que provoca toda guerra, no solo es metafórica.

A expensas de que el material sea de utilidad o no, López y su mujer pusieron en marcha una campaña de donaciones en metálico a través de Bizum.

El respaldo, asegura, está siendo «exagerado». Y aunque ni siquiera tiene tiempo de revisar cuánto dinero han recaudado hasta el momento, sabe que el mismo jueves recibió una transferencia vía PayPal desde Brasil o que más de uno ha aportado grandes cantidades, de hasta 100 o 200 euros.

Ante tal respuesta, que le deja «sin palabras», confiesa que le entran «ganas de llorar». Y no lo ha podido evitar, emocionado por la implicación de tantas personas dispuestas a contribuir.

Por el camino, conoció a otros dos caravaneros de Madrid con los que ha trabado amistad. 

Por el camino, aparte de aquellos amigos que le esperan «cada ocho horas de viaje» en distintas ciudades, el director de BiCortex se ha encontrado a algún que otro aventurero altruista.

Por ejemplo, dos autocaravanistas procedentes de Madrid con los que ya ha trabado amistad de por vida. Basta verle con Antonio y Alberto en varias instantáneas para comprobar que la bondad une a las personas.

Sin prisa pero sin pausa, pendiente en todo momento de cualquier novedad, López continúa haciendo kilómetros en dirección a Przemysl, muy cerca de la frontera con Ucrania. Aún con todo, no descarta acabar en otra ciudad si las circunstancias así lo aconsejan. O en otro país, también limítrofe, si allí puede ser de mayor utilidad.

En cuanto al dinero recaudado, lo empleará para adquirir más productos de primera necesidad o donarlo directamente a quien más lo necesite dejándose asesorar por los voluntarios y organizaciones que trabajan sobre el terreno.

«El viaje puede durar más de lo previsto», advierte el empresario burgalés. 

«El viaje puede durar más de lo previsto», advierte López incapaz de obviar que tanto su mujer como sus tres hijos ya le echan de menos. Y aunque no lo diga, salta a la vista que se enorgullecen de lo que está haciendo.

Respecto a sus obligaciones laborales, agradece que sus empleados se hayan «volcado para que no tenga que trabajar». También sus clientes, quienes ya le han transmitido su apoyo. Así las cosas, le reconforta saber que en la academia está «todo controladísimo». Hasta el punto de que las redes sociales sirven de soporte para relatar cómo le está yendo.

Cuando inicie el camino de vuelta, el empresario burgalés confía en no volver solo. Lo único que quiere es salvar del horror a personas a las que no conoce de nada. Pura empatía.

Si al final lo consigue, le encantaría que el trayecto sea lo más amable posible para los refugiados. Y se le ocurren mil opciones, como «paseos en bici» o «visitas a parques». Lo que sea «en función de su ánimo», pues no le extrañaría que posiblemente «quieran llegar cuanto antes».