SOLIDARIDAD
«Espectacular» recibimiento en Burgos a 54 refugiados ucranianos acogidos en Portugal
El convento de las Esclavas y el colegio Campolara se movilizan en tiempo récord para ayudar a Tys Missão, que volverá en 10 días a Rumanía para cumplir su objetivo de salvar 1.000 vidas
«En el momento en el que pusieron un pie en el patio, se te encogía el corazón». Todavía emocionada tras una despedida entre lágrimas y abrazos, la directora del colegio Campolara, Sira Hernáez, relata una experiencia que marcará para siempre a toda la comunidad educativa.
54 mujeres y niños ucranianos recalaron ayer en Burgos acompañados de 25 voluntarios portugueses con una misión altruista pero nada sencilla: salvar del terror a un millar personas.
Después de pasar la noche en el convento de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, esta mañana iniciaban el último tramo de su viaje hasta Portalegre no sin antes desayunar y conocer a los alumnos del centro.
Llegar hasta España no fue sencillo. Lo corrobora de primera mano Tomas Almeida, voluntario de Tys (mil en ucraniano) Missão. Repartidos en una decena de coches procedentes de 9 ciudades distintas, el pasado 14 de marzo se dirigieron hasta Bucarest y el norte de Rumanía, justo en la frontera. Su destino, básicamente, obedecía al hecho de que «los esfuerzos están muy centrados en Polonia»
En contacto permanente con Ucrania SOS Portugal y bajo el amparo de Cáritas, el viaje de vuelta se asemeja a una carrera de obstáculos. Lo peor, recuerda Almeida, fue cuando tuvieron que permanecer más de seis horas para entrar en Hungría.
«La gente te trata de forma discriminatoria cuando sabe que llevas ucranianos».
«La gente te trata de forma discriminatoria cuando sabe que llevas ucranianos», advierte antes de precisar, entre otras cosas, que ni siquiera se les permitió «utilizar aseos locales». Por no hablar de las trabas burocráticas, con el handicap del idioma, a la hora de tramitar todo el papeleo.
Nada que ver lo vivido en Hungría con la acogida en Burgos. «Fue espectacular», admite este altruista padre de familia que se quedó «sin palabras» al comprobar que las Esclavas y la Dirección del Campolara se habían movilizado con poquísimo tiempo de antelación.
De hecho, a Hernáez le avisaron el sábado a las 5 de la tarde y se puso manos a la obra de inmediato. En primer lugar, contactando con el Ayuntamiento, la Universidad de Burgos (UBU) y la ONG Accem.
«Nos tendieron la mano, pero al final no ha sido necesario», señala agradecida por una implicación que seguramente se manifieste en futuras incursiones si la caravana portuguesa vuelve a hacer parada en Burgos.
Tan precipitada fue la salida en determinados casos que «algunos venían con lo puesto y una mochila».
En cualquier caso, si algo ha quedado patente es que en el colegio «nos volcamos todos». Y aunque una acción de tal magnitud pueda resultar «entrañable», lo cierto es que «deja poso». Sobre todo entre los alumnos, «muy conscientes» de que los chavales con los que hoy jugaban en el patio «son niños como ellos» huyendo de la muerte a la desesperada.
Tan precipitada fue la salida en determinados casos que «algunos venían con lo puesto y una mochila». Sin embargo, la principal preocupación de la mayoría era conectarse al wifi para estar en contacto con sus seres queridos. Los padres, a miles de kilómetros de distancia, intentaban transmitirles «tranquilidad».
Exhaustos por el viaje, los refugiados disfrutaron de una cena y una noche de descanso en condiciones. Las habitaciones, «con ducha y aseos», todo un lujo en aquel momento tras esquivar ciertos comportamientos más propios del apartheid que de la solidaridad.
«Nos sentimos como en casa», recalca Almeida gratamente sorprendido por el «corazón abierto» de la sociedad burgalesa que «siente y comparte el sufrimiento».
Ya en Portalegre, el principal objetivo de Tys Missão es garantizar la «integración inmediata» de los refugiados para que se adapten a su nuevo lugar de residencia «lo antes posible». Para ello, Cáritas movilizará a sus equipos para «acompañar en este proceso».
Los voluntarios, por su parte, prevén una nueva incursión dentro de 10 días. Esta vez en «autobús» para intentar salvar a más personas. Lo que está claro, y así lo manifiesta Almeida, es que «la sociedad civil tiene que intervenir». Entretanto, el Campolara, las Esclavas y diversas instituciones permanecerán expectantes para seguir arrimando el hombro.