CONCILIACIÓN
¿Sabes qué es una madre de día?
Estas educadoras profesionales ofrecen un hogar adaptado para responder a las necesidades de cuidado y atención de la primera infancia como alternativa de conciliación / Reivindican una regulación específica como la que ya rige otras autonomías
En la casa de una madre de día se vive sin prisa, al ritmo que marca cada niño. Amor, paciencia, tiempo y dedicación forman parte del día a día de estas profesionales de la educación que han creado en sus hogares su espacio de trabajo ofreciendo acompañamiento emocional, pedagogías activas y un apego seguro a los más pequeños.
Esta figura de largo recorrido en varios países de Europa, llegó a España hace un década de la mano de Inés Gámez y ya existen algo más de medio millar de ‘nidos’ (como se conoce a estos espacios) repartidos por el país. Las madres de día son educadoras profesionales que ofrecen el hogar- adecuadamente adaptado y equipado- un servicio de atención y cuidado al niño (por norma general menores de 3 años aunque tienen cabida hasta que arranca la etapa de Primaria), en grupos muy reducidos de 3 ó 4 y en un ambiente familiar.
El objetivo de estos espacios es crear núcleos maternales y hogareños que permitan responder a las necesidades de cuidado y atención del niño. «Somos una alternativa para dar respuesta a la necesidad de conciliación de las familias, favoreciendo el derecho del niño a permanecer en un hogar al menos durante los 3 primeros años de vida».
Así lo explica Yolanda Benito, una de las tres madres de día que hay en la capital burgalesa, y que además forma parte de la quincena de profesionales que conforman la Asociación de Madres y Padres de día de Castilla y León.
Las madres de día son educadoras profesionales con titulación oficial y nutren sus proyectos con pedagogías alternativas que fomentan y favorecen la autonomía del niño, el empleo de materiales nobles en el juego y en los juguetes, el aprendizaje de tareas cotidianas mediante la imitación, el movimiento libre y el apego seguro, descritos en corrientes educativas como Montessori o Waldorf.
Además, otro de los requisitos fundamentales para convertiste en madre de día es contar con un hogar adaptado a las necesidades de los más pequeños, que «esté adaptado a su edad y a sus necesidades psicomotrices». Y el número máximo de niños que puede haber en un nido es de cuatro.
«Es el número adecuado para dotarles de movimiento en libertad pero con la presencia de un adulto que sea capaz de intervenir en un momento dado», comenta Benito. Pero sobre todo para que «el niño encuentre en nosotras esa figura de referencia y de apego seguro».
Conseguir ser figura de apego no es algo sencillo, ni ocurre de un día para otro. «Esa figura son sus padres por norma general y para conseguir que nosotras también entremos en ese círculo de confianza damos al niños el tiempo y el espacio necesarios».
Para ello «existe un periodo de adaptación, que se desarrolla de forma escalonada y con la presencia inicial de los padres». Durante ese tiempo «se observa al niño, cómo se mueve en el nido, como convive y cómo reacciona a la ausencia de sus papás cuando se les pide que se vayan en un momento dado». Una vez ese proceso se supera y se observa que el niño se siente cómodo y seguro en el hogar «finaliza el periodo de adaptación».
Se trata de pasos fundamentales porque «lo que hacemos es acompañar a los niños y niñas en su día a día con respeto, confianza y sencillez, cuidando de que la primera infancia sea una experiencia de amor», explica Benito.
Las madres de día además están dadas de alta como autónomas y deben contar con un seguro de responsabilidad civil y tener formación en Primeros Auxilios y en manipulación de alimentos. «Son profesionales muy preparadas, que permiten a las familias que lo deseamos que nuestros hijos puedan seguir disfrutando de su primera infancia en casa y con una atención mucho más personalizada», explica Arantxa Arroyo, maestra de Educación Infantil certificada en Disciplina Positiva y guía Montessori y madre de dos mellizos que acuden al nido de Yolanda.
Y es que hasta los tres años la mente está en constante adquisición de aquellos aprendizajes que proporciona el entorno más cercano como el lenguaje, los hábitos de higiene personal, de autonomía e independencia.
Para eso, los niños hacen uso de todos sus sentidos. «En ningún caso es necesario incluir factores académicos como que aprendan números o colores, lo que es más importante es que conozcan su entorno, la tareas del hogar, la naturaleza, a resolver conflictos y a conocer las emociones sin reprimirlas», comenta Arroyo. Para lograrlo «la ratio reducida es fundamental», añade y «ese acompañamiento lo consiguen las madres de día».
En este sentido, muchas son las voces que animan a los padres a llevar a sus hijos a escuelas infantiles para que los niños socialicen. Una cuestión sobre la que Arroyo y Benito se muestran en desacuerdo. «La escuela o infantil o las madres de día son un recurso para cubrir necesidades de los padres de conciliación no de los niños. Muchos peques de tres años aún siguen en la etapa egocéntrica y les encanta jugar solos y se bastan con su mundo interior y con su imaginación», apunta Arroyo. «Es a partir de los 4 años cuando la mayoría ya tiene interés por compartir tiempo con iguales».
Un día en el nido
Este es el tercer año que Yolanda trabaja como madre de día. Cada día recibe a padres y niños en el nido. «Los niños se quitan sus cazadoras y sus zapatos y se ponen sus zapatillas de casa para disfrutar de un ratito de juego libre hasta que llegan el resto de niños. Si alguno necesita desayunar en ese momento lo hace», comenta.
Cuando están todos «hacemos una ronda o corro de bienvenida, un momento que aprovechan muchas veces para contar cosas o para leer un cuento». Después «el tiempo se dedica a seguir jugando y a hacer una actividad que cambia cada día y que puede ser pintar, modelar, hacer una receta, hacer yoga o jugar con una mesa sensorial».
Llega el momento de salir. Es un momento muy especial del día porque los peques disfrutan del barrio y del parque. «Ellos se preparan para salir cada día», comenta Benito, quien apunta que «es fundamental que los niños salgan haga el tiempo que haga».
Ya de vuelta es tiempo de lavarse las manos y de leer un cuento para calmar los ánimos. Después toca preparar la comida para quienes se van a quedar a comer. «Como norma los niños no pueden estar más de ocho horas en el nido, tiempo que ya consideramos alto», apunta la madre de día.
La jornada termina y cada pequeño vuelve a su hogar. A la mañana siguiente volverán de nuevo al nido. Al segundo hogar.
Regular la figura
Desde hace años, las profesionales del sector buscan que se regularice su figura. Una cuestión que solo ocurre en Navarra y Madrid. En Castilla y León aún existe un vacío legal y para tratar de conseguir la regularización de la profesión en 2017 se creaba la Asociación de Madres y Padres de día de Castilla y León. «Queremos visibilizar, dignificar y regularizar nuestra profesión», apunta Benito, quien señala que «ahora se tiene más conocimiento de esta figura y a raíz de la pandemia también es más demandada por parte de las familias».
Precisamente antes de la covid la asociación había mantenido conversaciones con la consejería de Familia en este sentido, pero la pandemia frenó el proceso y ahora «estamos retomando el contacto».
«Reconocer esta figura profesional es fundamental no solo para las familias y para las propias madres de día si no para darle más visibilidad a esta alternativa de cuidados de la infancia en la sociedad», añade Arroyo.