MARTA GONZÁLEZ / DIRECTORA DE PROYECTO HOMBRE
«Cada persona que entra por la puerta cuenta, nos importa y damos el 100% por ella»
Lleva dos meses al frente de Proyecto Hombre, un lugar que conoce bien. Llegó al acabar la carrera de Psicología. Ha pasado por todos los programas hasta dirigir el centro terapéutico. Ahora está ante el reto de coordinar un equipo que «me han enseñado y he aprendido muchísimo de los más veteranos».
La Fundación Candeal-Proyecto Hombre lleva 30 años aportando luz a quienes sus circunstancias personales les ha llevado al oscuro pozo de las adicciones. Desde hace dos meses Marta González asumió la dirección. No es una desconocida. En 2006, recién terminada la carrera de Psicología empezó sus prácticas en la institución. Desde entonces ha pasado por todos los departamentos mientras se especializaba con un máster de Terapia Familiar y de Pareja y otro en dirección de Centros de Servicios Sociales. Asegura que es una profesión que «me apasiona y en la que creo». Se nota en cada respuesta, donde se cuelan frases motivadoras de las que ha tirado durante ocho años al frente del Centro Terapéutico de San Medel. Ahora toca dirigir a todos.
Pregunta.- ¿Cómo afronta el reto de estar al frente de Proyecto Hombre, donde ha crecido profesionalmente?
Respuesta.- Con mucha responsabilidad porque haces esa parte de representación institucional del equipo, que son mis compañeros los que me han enseñado y de los más veteranos he aprendido muchísimo. Y también es un reto que afronto con muchas ganas y enriquecedor porque es un trabajo en el que creo. Peleas en el día a día por ofrecer oportunidades a las personas. De todo, con esfuerzo, se sale.
P.- ¿Qué sello quiere dejar en la institución?
R.- El reto es continuar con lo hecho en 31 años, adaptándonos, eso si, a las necesidades que van surgiendo en el día a día y en la evolución de la sociedad. Para mí lo fundamental es ofrecer un trabajo de calidad, un trabajo humano que cada persona que entra por esta puerta sepa que cuenta, que nos importa y que damos el 100% por ella. De cara a proyectos hay que tener en cuenta que estamos limitados por la parte económica en subvenciones de administraciones.
P.- Precisamente este año los ingresos por subvenciones vuelven a estar por debajo del millón de euros y los usuarios suben. ¿Cómo se adaptan al IPC?
R.- Sí, la vida sube, pero los convenios no. Es algo que tenemos que pelear. Nosotros trabajamos para muchas personas, se necesita financiación y el IPC sube para todos, ajustar esos convenios es algo fundamental para que la institución sobreviva. Soy consciente que esta es la pelea más complicada. Al mismo tiempo hay que ir teniendo ojo con los gastos y no perder el hilo. Tenemos un equipo que se mueve muchísimo, que realiza un esfuerzo por toda la provincia y se tiene que mostrar y apoyar.
P.- El próximo domingo nos invitan a pedalear en el tradicional Día de la Bici y nos hablan de adicciones y no drogadicciones. ¿Ya crecen más las adicciones sin sustancia?
R.- Siempre se vincula Proyecto Hombre a la drogodependencia, apostamos por quitar el prefijo drogo de toda partes porque trabajamos con sustancias pero, también, con problemas comportamentales y los problemas derivados de los adultos. Trabajamos con mujeres, con jóvenes, con familias que sus hijos no vienen y les apoyamos como motor de cambio.
P.- ¿Cómo detectar que la adicción domina tu vida o la de los tuyos especialmente las que no implican sustancias que no se ven a simple vista?
R.- Todo lo que cambie tus hábitos es una adicción. Cuando dejas de bajar al parque a jugar con tus amigos para echar una partida on line te esta limitando. Si dejas de estudiar para un examen por ver vídeos en Youtube te está limitando. Todo lo que distorsiona tu vida diaria ya es para estar en alerta, especialmente los padres, de que algo está pasando. Igual pasa con las sustancias. Cuando estás en casa y bebes y no comes, consumes cocaína para poder trabajar o consumes para salir. Todo eso te cambia tu orden en la vida. Cuando hay una distorsión así es cuando hay que pararse y pensar que pasa algo.
La adicción es un síntoma. Cuando tienes fiebre te dice que algo falla en tu cuerpo. Cuando usas una sustancia te está diciendo que en el iceberg, escondido, hay problemas de autoestima, duelos, emocionales, traumas…
P.- ¿Qué esconden las adicciones?
R- La adicción es un síntoma. Cuando tienes fiebre te dice que algo falla en tu cuerpo. Cuando usas una sustancia te está diciendo que en el iceberg, escondido, hay problemas de autoestima, duelos, emocionales, traumas… Nosotros trabajamos las dificultades de afrontamiento, nos olvidamos de la sustancia y vamos al fondo, qué cosas está ocultas y tenemos que resolver para que ese síntoma, esa fiebre salga cada vez menos hasta que ya no salga.
P.- ¿Ayuda a prevenir esos síntomas hablar cada vez más de la enfermedad mental?
R- Si, se necesita romper el estigma. Esa parte educacional que tenemos de que los problemas no se hablan, se entierran bajo la alfombra que no se sepa. Eso de los secretos familiares. Y ahí creo que la sociedad ha evolucionado, somos más capaces de conectar con nuestras emociones, hablar de como nos sentimos. Eso no es un signo de debilidad sino de fortaleza. Podemos tener días buenos, días malos y hay que hablarlo.
P.- ¿Qué trabajo se desarrolla en la comunidad terapéutica?
R.- Trabajamos con adultos que necesitan una parte residencial para trabajar su adicción después de pasar por el recurso ambulatorio. La comunidad ofrece primero estructura para deshabituación y alejarse del entorno que es algo que no pueden afrontar sin sustancias y conectar con sus dificultades. Se trata de identificar sus problemas e irlos trabajando con terapia individual, grupal y familiar. Empiezas por la higiene y el cuidado personal y vas escalando.
P.- ¿Las sustancias se apropian de ti?
R.- Si. Totalmente. Hay usuarios que igual comían una vez al día y lo primero es que coman. Como vas a conseguir que alguien afronte una separación o un problema en el trabajo si no come, si no se ducha. Se trata de ir pasos pequeños como ordenar tu armario, ir pasito a pasito. Es un trabajo muy potente donde ves el cambio. Ellos necesitan normas, límites, aprender a frustrarse, que les digas que no y también mucho cariño. Es firmeza y afecto. Si solo hay afecto no vale, y solo la firmeza tampoco funciona. Eso es el trabajo para lograr el cambio. Y el grupo hace mucho. Se acompañan. Se dan conflictos, pero los utilizamos para aprender. Hay crisis pero al final son oportunidades para mejorar.
El trabajo en grupo en el centro terapéutico ayuda mucho. Hay conflictos, pero los usamos para aprender. Hay crisis, pero son oportunidades para mejorar. Hay recaídas, pero son una oportunidad para ver donde se debe seguir trabajando
P.- ¿Recuperan una vida normal?
R.- El tratamiento dura un año y vas de manera gradual desde responsabilidades pequeñas y vas creciendo en asumir esas responsabilidades hasta que son capaces de afrontar un proceso de inserción social y laboral. Luego te los encuentras por la calle y ves que están bien, o quien te cuenta que ha tenido una recaída o te dicen que aún hacen lo de apuntarse tal cosa ... Es muy emocionante para nosotros ser capaces de poner una semillita en una persona que le ayude a afrontar sus retos personales.
P.- ¿Se pierde el miedo a volver a caer?
R.- Hay que ser conscientes que hay recaídas y nosotros acompañamos. Una recaída es una oportunidad para ver donde se debe seguir trabajando. A las familias les cuesta un poco más verlo.
P.- Imagino que se cansan.
R.- Depende del grado en el que esté y si ha habido muchos intentos fallidos, sí las familias se cansan. Por eso también es importante el trabajo familiar. Trabajamos con la familia porque ellos son como los coterapeutas porque pueden apoyar el trabajo que hacemos en cuanto a la comunicación, la parte afectiva, la sexual en las parejas. Y cuando están en esa dinámica de adicción, conflicto y broncas necesitan apoyos todo el entorno que convive con el adicto
P.- ¿La actitud de las familias ha cambiado?
R.- Separaría adultos y jóvenes. En los más jóvenes las familias son un porcentaje muy alto del proceso de cambio. Son los padres, los que vienen primero, y , a través de ellos, trabajamos con los hijos. En adultos hay no está tan mal visto, hay más permiso para pedir ayuda.
P.- Hay nuevos conceptos sobre las familias de hoy como padres helicóptero, generación de cristal ¿puede generar problemas evitarles todas las dificultades a nuestros hijos?
R.- La sobreprotección no es buena. En la vida todos hemos aprendido a base de equivocarnos. La tendencia en la educación de quitar las piedras en el camino no es la más adecuada. En nuestra vida vamos a tener muchísimas piedras. Desde pequeños a la edad adulta en el colegio, con amigos, con la pareja en el trabajo, en las relaciones. Si me han enseñado un camino sin piedras, la primera que me encuentre lo voy a pasar fatal y me va a parecer una montaña cuando es una piedra pequeñita. Esa es la filosofía, el ir trabajando como familia con los niños que se va a encontrar esas piedras y aprender a afrontarlas y superarlas. Tienen que aprender a frustrarse. Encontramos chavales y adultos que no toleran nada la frustración, ante un pequeño índice de frustración su reacción puede ser agresiva, violenta, pasiva… ¿Cuántas veces nos frustramos? Y tenemos que aprender a gestionarlo de una manera adecuada porque eso nos va a hacer más fuertes y maduros.
La sobreprotección no es buena. Si me han enseñado un camino sin piedras, la primera que me encuentre lo voy a pasar fatal y me va a parecer una montaña cuando es una piedra pequeñita. Encontramos chavales que no toleran nada la frustracción y ante algo pequeño su reacción puede ser agresiva, violenta, pasiva...
P.- ¿La prevención ayuda?
R.- La prevención funciona y mucho. Cuando uno tiene dificultades y no es capaz de afrontarlo, los problemas van a más. Si un chaval de 15 años ya tiene conductas violentas eso va a seguir, acabará con problemas judiciales. En ese entorno violento en el que se mueve empezará a probar drogas, porque las va a haber. Y todo eso va en escalada. Si empiezas a trabajar con un chaval de 15 en factores de protección con la familia y trabajar problemas de autoestima, frustración o comunicación con las familias, cuando tenga 18 alcanzará un grado de madurez para evitar esas conductas disruptivas. Podrá tener un problema, pero en un porcentaje menor. Que te llaman en el cole, que tenga peleas, que grita en casa, que se porta mal, que fuma porros, son síntomas de que algo no está funcionando y si no se trabajan va a ir a más.