El Correo de Burgos

CULTURA

Color, imágenes fijas, aluminio y escultura inundan las salas del CAB

Los artistas Elvira Amor, Félix de la Concha, María Jesús G. Garcés y Ernesto Cánovas son los protagonistas del nuevo ciclo de arte del CAB / Podrá visitarse hasta el 25 de septiembre

Presentación del nuevo ciclo del CAB con los artistas Elvira Amor, Félix de la Concha, María Jesús G. Garcés y Ernesto Cánovas. TOMÁS ALONSO

Presentación del nuevo ciclo del CAB con los artistas Elvira Amor, Félix de la Concha, María Jesús G. Garcés y Ernesto Cánovas. TOMÁS ALONSO

Burgos

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El Centro de Arte Caja de Burgos (CAB) inaugura sus nuevas propuestas artísticas, concebidas, respectivamente, por Elvira Amor, Félix de la Concha, María Jesús G. Garcés y Ernesto Cánovas, en colaboración con Gracjana Rejmer-Cánovas, y que permanecerán abiertas al público hasta el próximo 25 de septiembre.

Elvira Amor posa delante de sus piezas. TOMÁS ALONSO

Elvira Amor posa delante de sus piezas. TOMÁS ALONSO

Elvira Amor, uno de los nombres indispensables en el arte actual español, genera una relación especial entre las obras a partir de elementos exentos que cobran autonomía escultórica. Félix de la Concha muestra paisajes urbanos y periurbanos mediante composiciones que rebasan los esquemas convencionales de la simetría, la profundidad de campo o la capacidad panorámica del ojo. María Jesús G. Garcés llega al CAB con una propuesta contiene bodegones, flores, lugares alojados en la memoria del arte y en su obra y en los que lo ausente es tan relevante como lo presente. Y Ernesto Cánovas, en su primera exposición en un centro de arte español, muestra un trabajo que sobresale por el empleo de la sugerencia, el equívoco y la evocación como armazones estéticos.

En la actual renovación -y, por qué no, reivindicación- de la pintura como soporte creativo Elvira Amor se ha venido consolidando como uno de los nombres indispensables desde su -todavía- reciente aparición en el arte actual español. Nacida en Madrid en 1982, sus primeras exposiciones individuales en nuestro país se fechan solo a partir de 2017. De inmediato llamaron la atención de la crítica especializada, sorprendida por el insólito bagaje formativo de la artista y, por supuesto, seducida por un lenguaje pictórico de enorme madurez y personalidad. «Me gusta pensar en que la manera ideal de ver mi obra es a través de un conjunto. Es en una composición con varias piezas que se puede transmitir su sensación, el ritmo entre una obra y la siguiente», explica. 

Félix de la Concha con sus fotografías. TOMÁS ALONSO

Félix de la Concha con sus fotografías. TOMÁS ALONSO

Lejos de la simulación, del encuadre o de cualquier otro valor atribuible a la captación de una imagen fija, Félix de la Concha (León, 1962) emplea recursos netamente pictóricos para componer unos paisajes urbanos y periurbanos que rebasan los esquemas convencionales de la simetría, la profundidad de campo o la capacidad panorámica del ojo humano se ve determinada por la preferencia cromática, por el análisis de lo observado, por el compromiso con el objeto elegido y su conversión en gestos, en luz, en tiempo en suma, a la par detenido y expandido. Una realidad solo pictórica que De la Concha explora y analiza en las series y polípticos que conforman esta exposición para el Centro de Arte Caja de Burgos CAB.

La secuencia de obras que se presenta se inicia con una de sus icónicas series americanas. La regla del 25, Una granja en Prairie du Chien Road (por la mañana, al mediodía y por tarde) consta de setenta y cinco pinturas. El título hace referencia al número de pinturas que componen cada uno de los momentos en los que articula el conjunto, pero además refieren las variaciones de la distancia entre los distintos cuadros que recogen el tema central elegido. 

Ernesto Cánovas muestra algunas de sus obras. TOMÁS ALONSO

Ernesto Cánovas muestra algunas de sus obras. TOMÁS ALONSO

Cada una de las obras de Ernesto Cánovas (Barcelona, 1971) es resultado de una fusión de técnicas, recursos y referencias abrumadora. Más allá de la apropiación de imágenes, de la suma de fotografía, dibujo y pintura, o de la combinación de otros elementos procedentes del mundo de las artes industriales y el diseño, el trabajo de Cánovas sobresale por el empleo de la sugerencia, el equívoco y la evocación como armazones estéticos. Si en su formalización la obra de Cánovas puede inscribirse netamente en el territorio de la pintura, no es menos relevante que esta participa de una puesta en escena que requiere de elementos plásticos adicionales. Con ellos modifica tanto el espacio de exhibición como la naturaleza intrínseca de la obra, a la que fuerza hasta hacerla entrar en el lugar de otras disciplinas entre lo instalativo y lo netamente escultórico.

Cánovas, que vive y trabaja en Londres, ha desarrollado la práctica totalidad de su carrera artística fuera de España. Su exposición en el Centro de Arte Caja de Burgos CAB es la primera que celebra en España en una institución museística y supone su regreso a la escena española después de seis años.

María Jesús G. Garcés posa con algunas piezas. TOMÁS ALONSO

María Jesús G. Garcés posa con algunas piezas. TOMÁS ALONSO

«Una obra con discurso previo a su forma está muerta en cierto sentido». Con esta contundencia invoca María Jesús G. Garcés la naturaleza de su propuesta artística. Una obra para la que reclama su esencia inacabada, su condición de proceso vivo y abierto cuya conclusión el artista detiene en el momento en que abandona el objeto y lo entrega al espectador, precisamente, para que este continúe con el impulso creativo, nunca cerrado, nunca concluido.

Arcillas blancas concebidas como ilimitadas extensiones de un mismo fragmento, papeles de desecho en los que la pintura se derrama y pierde definición. La sensación de inmovilidad para atrapar no el instante, sino lo duradero, lo perpetuo. G. Garcés ha querido presentarse en el CAB con una obra deliberadamente pobre, humilde, en la que lo ausente es tan relevante como lo presente, donde se esquiva la perfección y se acaricia el deterioro.

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