EJÉRCITO
Secuestro terrorista con final feliz en el aeropuerto de Burgos
El Mando de Operaciones Especiales del Ejército realiza un simulacro, enmarcado en el Ejercicio Empecinado 2022, con unidades de apoyo y fuego real en las proximidades del aeródromo de Villafría
13 pasajeros y tripulantes permanecen retenidos en la terminal del aeropuerto internacional de Tytan desde el pasado 15 de mayo. La situación del país, asediado por los intereses expansionistas de su vecino Kamon y por células terroristas, no puede ser más inestable. Las milicias populares lideradas por el temible Kbele Marchante sueltan a los tres rehenes que no son de origen español. Exigen la puesta en libertad de 12 integrantes de su organización que cumplen condena en España. De lo contrario, empezarán a ejecutar a los secuestrados.
El Gobierno español no cede a las presiones del grupo terrorista, pero decide tomar cartas en el asunto. La misión debe cumplirse de manera exitosa antes del 7 de junio. Se requiere a los mejores, por tierra y aire, para rescatar a los rehenes, capturar a Marchante y recuperar el aeropuerto de Tytan. Los denominados boinas verdes se preparan para una nueva operación, habitualmente alejada del foco mediático, para salvar la vida de una decena de compatriotas.
En esta ocasión, varios medios de Burgos cubren la noticia en vivo y en directo. Por suerte, se trata de un simulacro a cargo del Mando de Operaciones Especiales (MOE) en las proximidades del aeródromo de Villafría.
El pasado 1 de junio, el MOE inició su ejercicio anual más importante, bautizado como Empecinado. Durante 12 días consecutivos, los grupos adheridos al Mando desarrollan este tipo de acciones desde la Base Operativa Avanzada, asentada en Castrillo del Val, en diferentes emplazamientos de Burgos, Soria, Valladolid y Cantabria. He aquí la razón de tantos helicópteros del Ejército sobrevolando la ciudad en los últimos días. Misterio resuelto y tranquilidad para muchos, sobre todo en los tiempos que corren.
«La gente se imbuye muy fácilmente», asegura el comandante Alfonso Blas, jefe de Comunicación del MOE, mientras detalla los entresijos de una intervención simulada pero con altas dosis de realismo. Para este «juego de rol» con fuego real, se requiere la presencia de diversas unidades de los ejércitos de Tierra y Aire e incluso agentes del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil, que se harán cargo de uno de los secuestrados por sus causas pendientes con la Justicia española.
Todos en coordinación y sin saber cómo responderán los secuestradores, ajenos al modus operandi de los militares. En total, unas 85 personas participan en la maniobra. Entre ellos, algún que otro civil fuera de peligro en todo momento.
En marcha
Los milicianos parecen tener todo bajo control. La terminal se encuentra aparentemente despejada mientras esperan la llegada de un camión cisterna de repostaje. Les han dado «largas» aposta para que la misión salga según lo previsto. Los rehenes aguardan en el avión si saber qué les depara el destino cuando la empresa que suministrará el combustible acude a prestar servicio. Tan solo uno de los trabajadores se dedica realmente a esta actividad. El resto, obviamente, son ‘infiltrados’ aguardando el momento indicado para pasar a la acción.
En la lejanía, pero sin salir de la terminal, se puede observar el aterrizaje de un avión de ayuda humanitaria. Algo de lo más normal en este país ficticio, ocurre cada semana. Sin embargo, se trata de una aeronave A-400 de la que desembarcan dos vehículos medios de Operaciones Especiales (VMOE) con seis operadores y un equipo k-9 (efectivo con perro de intervención». Ahora sí, se da el pistoletazo de salida y nada puede fallar.
Para Blas, la capacidad operativa de respuesta de cada miembro del MOE se asemeja a la velocidad con la que un futbolista de élite ejecuta una chilena que acaba en gol. No se lo piensa, apenas le da tiempo, pero sabe cómo proceder en milésimas de segundo. Ha entrenado para ello y por eso, precisamente, juega con los mejores. Aquí sucede exactamente lo mismo, solo que con vidas en juego (salvo simulacros) y una presión mucho mayor.
Volviendo al ejercicio, el primer cometido se solventa sin complicaciones. Los dos secuestradores que vigilan el avión son abatidos y los rehenes recuperan la libertad huyendo de la terminal en una furgoneta de paisano que pronto les pondrá a salvo. A continuación, la artillería pesada rodea del aeropuerto de Tytan. Mientras tres helicópteros HA28 sobrevuelan la zona, un NH90 Caimán accede a las inmediaciones de la torre de control para que un grupo de soldados descienda mediante la técnica de fast-rope (cuerda rápida).
La torre está sitiada y es cuestión de tiempo que el MOE capture al líder y sus secuaces. Entretanto, un Boeing Chinook CH47 aterriza en la terminal con personal de las Fuerzas de Apoyo a Operaciones Especiales (FAOEs). Al poco, se confirma el éxito de la misión.
Bajo el foco de la OTAN
Más allá de los objetivos de perfeccionamiento que se persiguen en el Ejercicio Empecinado -inclusive el adiestramiento del Special Operations Air Task Unit -Rotary Wing (SOATU-RW) o la integración de las FAOEs en la ejecución de operaciones especiales)-, estas actuaciones sobre el terreno también servirán para evaluar al Grupo Táctico de Operaciones Especiales Dragón dentro de los compromisos asumidos para la Fuerza de Respuesta de la OTAN de cara a 2023.