Ni epidemia ni alarma. ¿Por qué hay tantas mordeduras de víbora?
El servicio de Urgencias del HUBU ha atendido en las últimas semanas cinco casos de los que todos han recibido el alta y tres necesitaron antídoto. Atienden una media de 20 mordeduras de víbora al año.
Cinco mordeduras de víbora, o accidente ofídico, han acabado en hospitalización este mes de mayo en Burgos. Con el inicio del calor estos reptiles abandonan la hibernación y salen. En ocasiones aparecen en un camino. En otra bajo una piedra o en la tierra mientras se trabaja. Si muerden hay que acudir al hospital en las cuatro o cinco horas posteriores al fatal encuentro. De los cinco casos registrados todos están dados de alta y tres necesitaron antídoto para frenar la acción del veneno.
De la atención y seguimiento de las mordeduras de víbora se encarga el el Grupo de Trabajo de Intoxicaciones por Animales o Plantas del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario de Burgos en colaboración con Cirugía Plástica, a donde llegan los casos de mayor gravedad, y UCI Pediátrica para "monitorizar el dolor y por una mayor tranquilidad de los padres".
La cifra que «puede parecer mucho» está dentro de lo habitual que se atiende en el servicio de Urgencias del HUBU. Pueden ver una veintena de casos al año pero «está dentro de lo normal, no hay ninguna plaga ni las víboras son más agresivas, estamos en el nivel que ha habido siempre, que la población no se alarme», apunta el jefe del grupo de trabajo, Francisco Callado.
Lo saben a ciencia cierta porque desde hace tres años fotografían y documentan todos los casos de accidente ofídico, que llegan a la unidad. «Somos un hospital que recoge los casos, seguramente que en la zona norte del país donde también hay víboras como en Burgos, haya tantos casos pero probablemente no se recogen», señala el responsable del trabajo específico con víboras que se realiza en el HUBU, Alejandro López. Este trabajo realizado en los últimos tres años ha permitido definir un Protocolo de actuación ante accidente ofídico en urgencias que se enviará a finales de verano a los diferentes hospitales del país.
Tres tipos de víboras
La segunda razón que explica el alto número de mordeduras de víbora que han obligado a definir una unidad específica de atención es la presencia de las tres especies de este reptil que hay en la península por el territorio burgalés. Principalmente se encuentran por la zona de Sedano, entre las sierras de la Demanda y Urbión y en Montes Obarenes pero es muy habitual encontrarse alguna paseando por Fuentes Blancas. Estas tres especies son la conocida como víbora hocicuda, (Vípera latastei), la subespecie Seoane o Cantábrica (Vípera seoani) o la víbora áspid (Vípera aspis).
La hocicuda es la más común y está presente por toda la península, también en Burgos. Se caracteriza por una protuberancia dirigida hacia arriba en el hocico, de ahí su nombre. Mide entre 50 y 60 centímetros y presenta varios colores y una cabeza triangular característica. La víbora seoane o cantábrica tiene la cabeza más grande y redondeada, es un poco más pequeña (entre 40 y 50 centímetros de largo) y suele presentar un color gris claro a oscuro y tonos rojizos. Es una especie muy común en el norte y noroeste de la península y llega hasta el centro de Burgos. La víbora aspid, la más común en el entorno de Fuentes Blancas, aunque está adscrita al norte de la provincia, La Rioja, Álava y Pirineos, es la más grande de las tres y la que más veneno tiene. Puede medir entre 60 y 80 centímetros y tiene una cabeza ancha y triangular.