El Correo de Burgos

Los perros antidroga de la prisión de Burgos, los primeros del país en detectar mini móviles

La Unidad Canina, en continua formación, halló el pasado enero 20 parches de fentanilo, un potente opioide

El funcionario Marcial Rubio y su perro inspeccionan los locutorios de la prisión. SANTI OTERO

El funcionario Marcial Rubio y su perro inspeccionan los locutorios de la prisión. SANTI OTERO

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Burgos

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La actividad de la Unidad Canina del Centro Penitenciario de Burgos se ha convertido en indispensable en el día a día de la prisión. Su misión es evitar la entrada de droga y, por tanto, cualquier incautación, por pequeña que sea, supone prevenir que los internos consuman sustancias estupefacientes, evitar la conflictividad, que podría trasladarse, según las situaciones, a las familias en el exterior y contribuir al éxito de los programas de tratamiento y desintoxicación.

Dos funcionarios de prisiones, formados como guías caninos y sus animales, con los que conviven tanto en el centro como en su casa, forman actualmente el grupo de Burgos. Pero el deseo de la dirección del centro, con Elena Ramos a la cabeza, «es contar con seis funcionarios para poder cubrir todos los turnos».

Hace cuatro años que comenzó a formarse el equipo cinológico de Burgos y desde entonces sus éxitos se miden en forma de aprehensiones de droga. Las sustancias más comunes son el hachís, la cocaína, la heroína y el speed. Pero, gracias a una formación constante, han sido los primeros perros en identificar parches de fentanilo, un potente opioide fabricado en laboratorios. Fue a principios de 2022 y se le incautaron a un preso que regresaba de un permiso.

 

Los logros del equipo no se quedan ahí, puesto que son capaces de localizar teléfonos móviles, un bien muy preciado dentro de las prisiones donde las comunicaciones con el exterior están restringidas. «Estamos constantemente actualizando conocimientos, cambian las formas de traer la droga y también el tipo de sustancias y hay que ir trabajando en ello. Ahora el reto son las drogas sintéticas y estamos investigando», precisa Marcial Rubio, el primer funcionario de prisiones en componer un equipo y padre del proyecto en Burgos.

«Estamos constantemente actualizando conocimientos, cambian las formas de traer la droga y también el tipo de sustancias y hay que ir trabajando en ello. Ahora el reto son las drogas sintéticas y estamos investigando», precisa Marcial Rubio

Los perros de la prisión, Cross y Sasha, han sido los primeros capaces de señalar los móviles, incluidos los mini móviles, poco más grandes que el dedo meñique de una mano, que se intentan esconder en cualquier sitio insospechado. Los funcionarios ponen el ejemplo de que «han marcado» (expresión que utilizan para decir que se ha localizado) este tipo de aparatos, algunos con posibilidad de conexión a Internet, en la suela de unas zapatillas, que trataron de colar por nuevas para algún interno.

Un 'minimóvil' requisado en una prisión: más pequeño que un meñique. EL MUNDO

«Son teléfonos que a veces pasan inadvertidos en los arcos detectores y si caen en malas manos, por ejemplo, un detenido por violencia de género puede llegar a usarlo para seguir amenazando a su víctima», precisa uno de los responsables de seguridad de la prisión.  

Rubio indica que el marcaje a los móviles se ha conseguido a través de un olor específico que desprende la memoria del teléfono. «No nos quedamos en lo primero que nos enseñaron, seguimos evolucionando», comenta.

En cuanto a los resultados concretos de incautaciones de droga, desde julio de 2018 hasta abril de 2022 se han aprehendido 568 gramos de hachís, 20 gramos de cocaína, 12 de speed, 8 de heroína, 40 pastillas y los 20 parches de fentanilo, antes mencionados. Hay que tener en cuenta que son cantidades reunidas poco a poco ya que lo habitual es que se intente introducir menos de un gramo de cualquier sustancia. «Nuestro sistema está ideado para pequeñas cantidades que es lo que se encuentra aquí», afirma Marcial Rubio.

«Nuestro sistema está ideado para pequeñas cantidades que es lo que se encuentra aquí», afirma.

A estos resultados, facilitados por la Dirección del Centro Penitenciario de Burgos, hay que sumar las detecciones a internos que requieren la intervención de pruebas radiológicas que se realizan en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU). En el último ejercicio se realizaron 7 exploraciones y tres de ellas resultaron positivas. 

La Unidad Canina asiste la llegada de los internos que regresan de permiso los lunes o los sábados, las visitas de los familiares a la prisión y la entrada de paquetes y correo ordinario. También se realizan inspecciones de celdas, locutorios y salas de vis a vis de manera periódica. El 100% de los paquetes se revisa, mientras que en las visitas se realizan controles de manera aleatoria. 

El equipo burgalés tiene asignados también los centros de León, Palencia, Soria y Valladolid, aunque la aspiración es que cada cárcel pueda tener su propia unidad con el paso del tiempo. «Los perros son muy eficaces y garantistas en las detección de drogas. Cuando el perro hace un marcaje le damos credibilidad al 100%», destaca Elena Ramos, que subraya «la vital importancia» de que la droga no entre en prisión para poder trabajar con las personas drogodependientes.

La directora es clara: «imputaría a la Unidad Canina gran parte del éxito que tienen los programas de desintoxicación y al hecho de que no hemos tenido muertes por sobredosis de estupefacientes en estos cuatro años».

La directora del centro: «Imputaría a la Unidad Canina gran parte del éxito que tienen los programas de desintoxicación y al hecho de que no hemos tenido muertes por sobredosis de estupefacientes en estos cuatro años».

Sasha revisa las bolsas con las que suelen acceder los familiares a las visitas. SANTI OTERO

Sasha revisa las bolsas con las que suelen acceder los familiares a las visitas. SANTI OTERO

Los padres del proyecto

Fue en marzo en 2018 cuando se adquirió el primer perro y comenzó la formación tanto del guía como del can, con la ayuda de Javier Macho, de la Unidad Canina de la Policía Local de Burgos. Unos meses más tarde, en julio, comenzó la experiencia piloto y el éxito alcanzado ha permitido exportar este modelo a 8 centros penitenciarios de todo el país y formar a 18 funcionarios como guías caninos y a otros tantos perros. Instituciones Penitenciarias ha comprobado la efectividad de las unidades caninas y es por ello que se ha ido llegando a más prisiones.

Marcial Rubio es el responsable del proyecto en el centro penitenciario burgalés y, recientemente, el pasado octubre, se ha incorporado Belén García que, desde enero, está a pleno rendimiento tras el periodo de formación con Sasha. 

El perfil de los funcionarios de este equipo «es especial» porque conviven con el perro en sus hogares por lo que exige «una implicación máxima», algo que valora y destaca la directora del centro burgalés.

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